Tercera Parte - (Jace's POV)

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-Eso fue… intenso.- No sabía con que otra palabra describirlo. Se encontraba sin aliento, y pudo ver que su compañero estaba en la misma situación. –Creí que no querías besarme –exclamó en tono de broma, intentando aligerar el ambiente. No estaba seguro de cómo hablar con Alec luego de aquello, y la niebla que envolvía sus pensamientos y los mezclaba dentro de su cabeza no se lo estaba poniendo exactamente fácil.

Tampoco ayudaba el hecho de que Alec estuviera mirándolo como si temiera que fuera a desaparecer de un momento a otro. Sin embargo, con ese último comentario por parte de Jace, su parabatai se ruborizó notablemente y momentos después se aclaró la garganta para hablar.

-Tú me besaste.

-No parecías disgustado en absoluto.

Alec bajó la mirada ruborizándose aún más.

-Tampoco puedo decir que me haya disgustado a mí. –agregó Jace mirándole de soslayo. Ante esto, el otro chico alzó la mirada. Una mirada que Jace no estaba seguro de cómo debía interpretar. Parecía inseguro, como si no pudiera -o no quisiera- creer lo que estaba oyendo. Pero ese brillo… ¿era eso esperanza? Lo era. Y Jace se sintió mal. Una cosa estaba clara en el torbellino que era su mente: no estaba allí para darle esperanzas a Alec. No quería que éste creyera otra vez que estaba enamorado de él. Alec estaba vulnerable luego de la ruptura, Jace sabía eso. Pero él estaba con… con… joder, no podía recordar el nombre de la pelirroja entre tanta neblina de pensamientos… Como sea, lo importante era que Alec no debía esperar nada más de él. Sólo era un estúpido beso, Jace sólo tenía ganas de experimentar un poco… y tenía que decírselo. Le miró directo a los ojos y pestañeó varias veces antes de hablar, intentando enfocar una imagen clara de su amigo, sin demasiado éxito.

-Alec, yo… -frunció el ceño antes de poder continuar. Todo sería más fácil si el otro simplemente se quedara quieto… bueno, los otros dos. Qué demonios, ¿había dos Alecs...? Y no se cansaban de mecerse de un lado al otro, aparentemente. Cerró los ojos. Estaba empezando a dolerle terriblemente la cabeza. La voz de Alec resonó en sus oídos como un millón de martillos golpeándole a la vez el cerebro y retumbando dentro de su cráneo cuando éste habló por fin: -¿Jace…? Jace, ¿qué ibas a decir?

Esa mirada de esperanza seguía ahí y Jace buscó en el desorden que reinaba en su cabeza alguna respuesta coherente, pero honestamente al cabo de unos segundos había olvidado incluso la pregunta que le habían hecho. Recordaba haber besado a Alec y recordaba haberse sentido bien. La parte primitiva de su cerebro, (al parecer la única que estaba funcionando al cien por ciento esa noche), le arrojó un pensamiento: si se siente bien, ¿por qué no hacerlo otra vez?

Cuando se inclinó hacia adelante y volvió a acercar su boca a la de Alec, éste no se apartó. Más bien volvió a pegarse a su cuerpo, y de alguna manera habían volteado y era Alec quien lo presionaba ahora contra la barra. Jace no entendía muy bien qué estaba pasando concretamente, se sentía algo mareado, como si flotara… sólo sabía que se sentía bien. Y cuando la mano de Alec se deslizó tímidamente sobre la tela de sus jeans, acariciándole la entrepierna, se sintió aún mejor. Abandonó todo pensamiento semi-racional que pudiera acudir a él en ese estado y se entregó por completo.

No se preguntó qué estaban haciendo, no se le ocurrió pensar que era Alec quien estaba tocándolo así, no le importó nada de eso. Lo único en lo que podía centrarse era en la boca de su parabatai sobre la suya, en su lengua insistente demandando ser atendida por la de su compañero, en la mano de Alec acariciándole tímidamente, casi como si no se atreviera a ir demasiado lejos.

Pero si había algo que Jace había aprendido a lo largo de los años que había pasado a su lado, era que Alec nunca daba el primer paso; pero si él cruzaba un límite lo seguiría de todas formas. Solo necesitaba un empujoncito. Siempre había sido así en todo, y Jace abrigaba las esperanzas de que no fuera diferente en esto. Así que metió sus manos debajo de la camiseta de Alec para acariciar su espalda al tiempo que arqueaba sólo ligeramente sus caderas, como indicándole que le agradaba su contacto.

Le sintió estremecerse ante ese gesto, y supo que había acertado.

Pero de repente, los labios de Alec ya no estaban sobre los suyos y el peso de su cuerpo había desaparecido bruscamente. Abrió los ojos respirando agitadamente y vio como una figura corpulenta de cabello negro y mirada burlona, que la última chispa de conciencia que le quedaba identificó como el encargado del bar, sostenía a Alec por la camisa. Sólo alcanzó a escuchar algo parecido a “consigan una habitación” antes de desvanecerse.

Fic JalecWhere stories live. Discover now