#11: Entre dientes y abuelos.

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—¿Debería llevarte al dentista?

Ben se cruzó de brazos y negó fuertemente con la cabeza.

—¡Jamás! Odio a los dentistas. Y sus agujas y sus “no te dolerá nada” ¡Mentiras!

Harry rodó los ojos.

—Está bien, pero miraré en caso de que realmente deba llevarte —Ben soltó un suspiro, pero asintió abriendo la boca, el rizado examinó el lugar vacío en donde debía ir el diente. Ya no salía sangre o tenía algo extraño. Por el contrario, venía saliendo el otro diente que lo sustituiría— está todo bien. No dentista por ahora, pero dejaremos tú diente debajo de la almohada para el hada de los dientes, ¿sí?

Ben asintió frenéticamente, sus ojos brillando.

—¿Me traerá algo?

—Dinero, por supuesto —Harry asintió, sonriéndole de lado. Ben también sonrió, mostrando su nuevo lugar vacío— te ves gracioso sin diente.

—¡No te burles! —Ben rió, haciendo muecas graciosas— ahora sí me veo gracioso.

—Ya, deja eso —Harry comentó soltando una carcajada, tomando la mano pequeña de su hijo— vamos a ver televisión.

Ambos volvieron hasta la habitación de nuevo, Ben antes de salir tomó su diente en su pequeña mano, y caminó con una sonrisa hasta la habitación prácticamente saltando. Se lanzó en la cama, colocando su diente con el que ganaría dinero más tarde en la mesita de noche, subió el volumen al televisor mientras Harry se recostaba a un lado de él, sacándose las botas rápidamente.

—¡Hora de aventura, llama a tus amigos! —Ben cantó a todo pulmón— ¡vamos a tierras muy lejanas! 

Harry soltó una pequeña risa viendo a su hijo emocionado debido a un programa infantil. Sus ojos brillaban y su sonrisa era más que grande, tanto así, que sus hoyuelos se marcaban demasiado. Harry lo miró con cariño. Al rizado le gustaba la vitalidad que su pequeño hijo irradiaba, no se había dado cuenta de que sus días eran bastante solitarios y grises hasta que Ben llegó a su vida. De alguna manera, el pequeño había hecho que sus travesuras —a pesar de que lo sacaban de quicio— también le devolvieran la juventud y aumentaran la responsabilidad.

Harry pensó, en que si le dieran a elegir entre pasar la noche con alguien y estar con Ben, él realmente elegiría a Ben ahora, porque se había convertido en algo tan preciado para él que no lo quería perder, sobre todo, cuando recién lo había encontrado o más bien, cuando Ben lo había encontrado a él.

—¡Papá!, ¡papá! —Ben le llamó— te estaba hablando, ¿me escuchaste?

Harry negó con una mueca.

—Lo siento, bebé —comentó, sacando el cabello de su frente— estaba pensando. ¿Qué me ibas a decir?

—Te iba a decir que el viernes tenemos un partido para el campeonato —el menor respondió— ¿En qué pensabas?

Ben lo miró con la cabeza ladeada y un intento de puchero. Entonces, a Harry se le ocurrió un plan malévolo.

—Estaba pensando —Harry sonrió, abalanzándose hacia su hijo— ¡en hacerte cosquillas!

El menor abrió los ojos, intentando escapar.

—¡No!

Sin embargo, era demasiado tarde. Harry ya estaba sobre él haciéndole cosquillas sin compasión alguna. El menor se removía bajo de su padre, intentando que él se detuviera y dejara de torturarlo. Pero Harry era demasiado pesado para sus manos y brazos delgados y pequeños. Ben estaba inmovilizado, y reía fuertemente, su risa inundando la habitación; el lugar donde debía estar el diente se lucía vacío al momento de reír a carcajadas con la boca abierta.

Hey, Dad. [Larry Stylinson] [M-preg] [AU]Where stories live. Discover now