#10: La bruja del oeste.

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—Cosas para el aseo —Nina frunció el ceño. Esta vez, ella abriendo la tercera puerta:—¡¿Y en la tres?!

El armario se abrió con un poco más de dificultad. En él, en comparación con los otros, sólo había peluches, algunas cartas de fan —según Ben—, regalos aún envueltos, algunos juguetes viejos de figuras de acción que Ben no había visto en su vida y muchas cosas al azar.

—Sólo hay cosas ridículas y...— algo dentro del armario llamó la atención de Ben— ¿esas son botas?

—Déjame ver —Nina apremió, observando con cuidado— ¡Sí! y son ¡rosadas!

El menor se adentró un poco en el armario, tomando las botas —que parecían nuevas— con delicadeza. Eran rosadas y tenían brillos, mucho brillo. Las sacudió, intentando ver si tenían algo dentro. Pero no, no tenían absolutamente nada, pero un poco de purpurina cayó de ellas. Nina las miró de cerca, estudiándolas con cuidado antes de que Ben preguntara:—¿De quién crees que sean?

—No lo sé —la menor se encogió de hombros negando con la cabeza— tal vez, venían con la casa. Aunque, ¡se parecen a las botas de la bruja de Mago de Oz! ¡La bruja del oeste!

—¡Sí!, pero esas eran rojas —Ben soltó una risa— aunque, podríamos pintarlas de rojo.

—¿Tienes colores? —Nina inquirió, y luego hizo una mueca— yo no traje los míos.

—¡Claro que tengo! —Ben cerró la puerta rápidamente— ¡vamos a mí habitación! Mis cosas están ahí.

Ambos menores corrieron escaleras arriba, entrando en la habitación de Ben. El chico de rizos dejó las botas en el suelo para pintar ahí, así no manchaban nada y castigaban a Ben más de lo que ya estaba castigado. Tomó el set de pinturas que consiguió su padre le comprara, algunos pinceles para él y para Nina.

—Aquí tienes.

—Gracias —Nina sonrió— ¿sólo rojo u otro color?

—Mmh —Ben se llevó una mano a la barbilla— yo creo que sólo rojo. Y si no nos gusta, agregamos purpurina.

—¡Hecho!

Los chicos se pusieron manos a la obra. Cada uno tomó una bota para arreglarla de la forma que ellos quisieran. Ben pintaba de color rojo cada una de las partes que encontraba, cada espacio por muy pequeño que fuera. Y, al igual que Ben, Nina por su parte hacía lo mismo. Ambos estaban concentrados haciendo lo mejor que podían para que las botas se parecieran al fin a las de la bruja de Mago de Oz.

—Tienes un poco de pintura en la cara —Ben comentó, mirando a Nina después de un tiempo de estar concentrado— se ve gracioso.

—Tú tienes en las manos —Nina sonrió, terminando de  pintar la última parte de su bota— ¡terminé!

—Yo casi —el menor se mordió el labio pintando la parte de adelante de la bota— y ¡voilá! Terminé también.

Hey, Dad. [Larry Stylinson] [M-preg] [AU]Onde histórias criam vida. Descubra agora