#5: Desorden en palacio.

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—No, nana —sonrió, moviendo su mano, restándole importancia— está bien. Encontraré algo con lo cual divertirme.

—¿Estás seguro?

—Sí —asintió.

—Está bien —la mujer se levantó— aún queda algo de pastel en la cocina. Por si quieres. De todas maneras, estaré a fuera. ¿Si?

—Claro, nana. Te aviso si pasa algo.

—Claro, corazón.

Ben esperó hasta que sintió el sonido de la puerta siendo cerrada por Charlotte. Y sonrió, mirando la casa. Él la tenía para sí solo. Si Harry no cumplía sus promesas, Ben le enseñaría de la peor manera posible a hacerlo. Y un malévolo plan se le había cruzado por la cabeza.

Se encaminó hasta la sala, mirando el gran televisor en la pared. Se veía tan ordenado y vacío, que él quiso darle un toque Tomlinson. Fue hasta la cocina, tomando el pastel que, efectivamente, había quedado, volvió a la sala y con la puntería de un jugador de baloncesto profesional, lanzó un trozo de pastel al televisor dando justo en el blanco.

Y así lo hizo con los otros trozos, hasta que se acabó.

Tomó los juegos de x-box, siendo cuidadoso ya que le dolía hacerle daño a uno de sus aparatos para jugar favoritos. Y los lanzó hacia arriba como si fuera confeti, sin embargo, corrió rápidamente a esconderse para que ninguno de los juegos le pegara en la cabeza.

Subió las escaleras, buscando alguna otra cosa con la cual hacer desorden. Abrió un armario que se encontraba en el pasillo. Era enorme, y tétrico, pero cuando abrías la puerta, se encendía la luz automáticamente. Harry guardaba ahí cosas para las camas: sábanas, frazadas, almohadas y colchones. Ben sonrió, tomando un colchón pequeño, uno que él podía cargar. Lo arrastró por el pasillo, colocándolo en la escalera y se subió.

Dio unos pequeños balanceos de atrás para adelante y se tiró. Los escalones hacían que al pequeño Ben le castañearan los dientes, sin embargo, él disfrutaba la sensación de adrenalina, de estar haciendo algo indebido. Se sentía como en la película de  "Mi pequeño Angelito" 

—¡Wuhu!

El chico de ojos azules chocó el colchón contra la mesa, pegándole tan fuerte, que el florero que estaba sobre ésta, cayó al suelo, rompiéndose en miles de fragmentos pequeños. Y las flores quedaron esparcidas en las baldosas.

—Uh —Ben soltó a nadie en particular— rompí el florero.

Se encogió de hombros, dejando el colchón en el suelo y corrió escaleras arriba otra vez, entrando al baño.

—Veamos que tenemos por aquí.

Revisó cada cajón que estaba a su alcance, y se subió a la taza del baño para alcanzar los cajones más altos. La mayoría de ellos tenían toallas, o cosas que él no sabía lo que eran, como botellas con sales para el cuerpo.

Hey, Dad. [Larry Stylinson] [M-preg] [AU]Onde histórias criam vida. Descubra agora