—Kyle —gritó James apareciendo a mi lado de repente, mientras Irina luchaba contra los intentos del lobo para quitarla de su espalda—, combinemos un hechizo.

Tragué saliva. Nunca había combinado un hechizo fuera de clase. No desde que Burchett nos lo enseñó el año pasado.

—¿Seguro?

James ni siquiera escuchó mi duda.

—Congelamiento a las tres —me gritó—. Uno, dos…¡tres!

No despegué la vista de sus manos para asegurarme de que seguíamos el mismo ritmo y gritábamos el hechizo en simultáneo. El haz de luz que proyectamos hacia el lobo impactó en la parte posterior de su cuello. Irina había desaparecido de allí y supe que nos había oído.

Pero sorprendentemente, lanzar el hechizo fue como chocar contra una pared. Mis brazos se doblaron al segundo siguiente y dejé de sentir los dedos. A mi lado, James se tambaleó. Su mirada de estupor me dijo todo.

¿Qué estaba pasando?

Fue en ese segundo que el lobo clavó las patas en el suelo y nos dirigió una mirada que me heló la sangre en las venas. Se movió tan rápido que me volví hacia todos los lados intentando encontrarlo.

—¿Dónde…?

Algo que sonaba como un terremoto me hizo girar la cabeza hacia la derecha. Irina acababa de estrellarse contra el suelo, y el lobo cerraba sus dientes con furia tan cerca de su cabeza que pensé que se la arrancaría en cualquier instante. No había tenido idea de lo mucho que confiaba en Irina para acabar con el lobo hasta que me quedé aterrorizado ante la posibilidad de que esas mandíbulas se cerraran sobre su cuello.

Emmeline estaba allí al segundo siguiente, convocando un hechizo de choque tan poderoso que brilló en una cápsula de energía. Las ondas de expansión hicieron que incluso yo, que estaba a tres metros, me tambaleara. Era increíble que sólo consiguiera que el lobo soltara a Irina.

Pero Emmeline no fue capaz de quitarse a tiempo.

Las garras del lobo la golpearon tan fuerte que barrió el suelo a su paso.

—¡No! —Irina y yo habíamos gritado al mismo tiempo. El ataque a Emmeline pareció hacer entrar a Irina en una furia asesina. Se lanzó con tanta rapidez que creí que había desaparecido. James, noté, también estaba allí, usando escudos mágicos para protegerse y lanzando puñetazos cubiertos de fuego verde.

—¡Em!

Corrí hacia ella y me detuve a su lado. Abrió los ojos y me sonrió. Incluso con la cara llena de tierra y el cabello alborotado lucía hermosa. De hecho, se veía mil veces mejor.

—Estoy bien —dijo poniéndose de pie con dificultad—. Sólo ha destrozado mi escudo.

Volvió la vista hacia el lobo. Hice lo mismo.

Las palabras volaron de mi boca cuando contemplé la escena frente a mí. Irina y James luchaban con tanta fuerza que me dieron un escalofrío. No entendía por qué el lobo seguía vivo. Y eso me dejó una sensación aún peor en la boca del estómago.

—Deja de subestimarlo —oí gritar a James.

—No lo subestimo —gritó ella en respuesta.

La desesperación en su voz hizo que James reaccionara. Sus golpes se multiplicaron de tal forma que parecía tener dos brazos más.

Si no fuera porque mi vida peligraba, tal vez hubiera admirado la rapidez con la que Irina lanzaba un hechizo detrás de otro o cómo había dejado de verla más que como una ocasional mancha blanca. No duró mucho. Cuando sentí a Emmeline correr hacia ellos, la seguí.

Algo iluminó la escena en ese momento. Desorientado, miré hacia el cielo, para ver la luna. No estaba llena, era sólo una gibosa creciente pero estaba cubierta por nubes un segundo antes.

Hubo una sacudida y algo que sonaba como un motor apagándose. James cayó contra el suelo con tal fuerza que me dio miedo cuando no se movió. Pero nuestros problemas no acababan allí. El lobo había capturado a Irina del cuello. Nos devolvió otra vez su sonrisa y oí el sollozo de Emmeline a mi lado. La bestia aulló a la luna y, con Irina aún prisionera entre sus garras, se lanzó hacia nosotros.

No iba a dejarla allí sola, incluso aunque fuera tan buena hechicera como yo. Nunca antes había lanzado tantos hechizos de choque seguidos pero el lobo ni siquiera se detuvo, nada parecía hacer efecto.

Me moví hacia un lado, para desviarlo de su camino y me impulsé en un salto para atacar su brazo y, como mínimo, liberar a Irina. James seguía sin moverse.

Di el salto más largo de mi vida y conjuré con todas las fuerzas que me quedaban un nuevo hechizo de choque. La estática hizo que los vellos de miss brazos lucharan por dejar mi piel. Sin embargo, cuando intenté visualizar mi objetivo, ya no estaba allí. Desorientado, di la vuelta. La sombra que apareció delante de mí me dijo que fue un mal movimiento. No tuve tiempo de voltear nuevamente. Sentí algo golpeándome desde atrás y mi última imagen fue la de la oscura tierra del bosque, con alguien que gritaba mi nombre de una forma hermosamente desgarradora.

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Hola a todos!!

Sé que me odian por tenerlos otra semana más en suspenso (soy tan malaaaa jajaja)

Espero que hayan disfrutado estos capis y pronto la historia va a aclararse un poco más (o volverse más confusa, depende de cómo quieran verlo). Gracias por los comentarios, y si hubiera forma de votarlos o ponerlos en favoritos, creo que lo haría con todos.

Amo esta historia y les agradezco infinitamente por leerla.

Saludos!

Vale

La marca del lobo (Igereth #1)Where stories live. Discover now