La invitación

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Estaba muerto, evidentemente. James le había pedido a Irina que acudiera al baile con él, ella se había cabreado y nos había matado tan rápido que aún no me daba cuenta. Porque de ninguna jodida manera Irina Britt acababa de aceptar acudir al baile de Halloween con el idiota de mi mejor amigo.

¿Cómo había terminado aquí?

Retrocedamos un par de horas. El baile de Halloween se acercaba peligrosamente y mi madre ya había llamado para decirme que ellos irían a celebrarlo fuera y que aprovechara para lucir el traje que me había comprado en vacaciones, mientras ayudaba a mi hermano a buscar el suyo para la pedida de mano de su novia.

Las chicas más bonitas de nuestro año empezaban a ser tomadas y a pesar de que los bailes nunca me interesaban demasiado, no estaría nada mal llevar a Scarlett Schoen y Rebecca Asbury.

Las dos estaban cautivadas por James y habían decidido que Scarlett sería la que intentaría tenerlo para ella. Rebecca y yo estábamos avanzando en nuestro papel secundario, así que mi discurso corto para pedirle que fuera conmigo al baile ya había sido ensayado y perfeccionado en los minutos previos a dormirme el día anterior.

Sin embargo, en el desayuno, el universo empezó a darme pistas de que ese no iba a ser mi día (¿lo era alguna vez?).

James había puesto ocho diferentes clases de panecillos en su plato y los desgranaba como si necesitara clasificarlos por color y tipo de masa.

—¿Qué diablos haces?

—Nada, nada.

Si hubiera dejado que mi experiencia observando a la gente entrara en acción, habría notado que estaba nervioso. Más por llenar el silencio que por estar realmente interesado, le pregunté a quién pensaba llevar al baile.

—A Irina Britt.

Casi escupo mi café. Sin embargo, en aquel momento llegaron Scarlett y Rebeca, y al ver la sonrisa que James le dirigió a la primera, me convencí de que bromeaba. Y fue un grave, grave error. ¿No me había demostrado James ya bastantes veces que su instinto de conservación estaba atrofiado?

Y aquí estábamos. A dos días del baile con una Scarlett totalmente en shock. No podría decir si la impresionaba más que James no se lo hubiera pedido a ella o que Irina hubiera dicho que iría con él. Desapareció con Rebecca tan rápido que me sentí desorientado.

Pero ni siquiera tantas cosas extrañas me prepararon para lo que dijo James justo después que Irina se alejara en dirección a las habitaciones de las chicas y el pasillo volviera a la vida.

—Listo. Ahora tú tienes que llevar a Emmeline.

—¿Estás demente? —aún sentía en mi cuerpo la adrenalina de hace un minutos, cuando estaba seguro que Irina lo asesinaría en medio del pasillo.—¡Irina me mataría!

—Ya ha aceptado salir conmigo —repuso James—. Eres mi amigo ¿no?

—¿Qué clase de chantaje emocional de mierda intentas construir? Voy a invitar a Rebeca.

—Si no va Scarlett, ella no aceptará —me advirtió James—. ¿Qué tiene de malo Emmeline?

—Que es amiga de Irina, quien probablemente crea que me estoy burlando y me descuartice vivo.

James gruñó.

—Invítala, quien sabe, podría terminar gustándote.

Bufé y lo dejé pasar.

Me dirigí decididamente a los dormitorios de las chicas. En época de bailes, encontrar chicos por allí ni siquiera parecía fuera de lugar. Toqué la puerta del 705, donde sabía que se quedaban Rebecca y Scarlett. Después de unos segundos, la primera apareció. Abrió mucho los ojos al verme allí pero se apresuró a cerrar la puerta detrás de ella antes de que pudiera captar algo que no fuera un trozo de pared empapelado.

—Kyle, ¿qué pasa? ¿es James…?

—¿James? ¿Por qué tendría que estar aquí?

Se mordió el labio inferior. Con los dientes tan perfectos y brillantes como perlas cuadradas, se veía insoportablemente sexy.

—Pensé que había… olvídalo. ¿Qué haces aquí?

—Yo quería hablar sobre Halloween —dije más tranquilo, casi sonriendo—. Así que… ¿quisieras ir al baile conmigo?

Me miró con una mezcla de incredulidad y asco que me hizo sentir que miraba una cucaracha. De repente, la mayor parte de su atractivo se opacó.

—¿Estás loco? —casi chilló—. ¿Sabes lo que está pasando Scarlett?

—Pues yo…

Rebecca me traspasó con sus hermosos ojos oscuros y sacudió la cabeza, como intentando aclarar sus ideas.

—No es culpa tuya, Kyle, pero eres un completo idiota si piensas que voy a ir contigo cuando James invitó a Irina Britt. ¿Cómo se atreve a hacerle eso después de todo lo que han pasado? No es justo para nadie. ¿Qué van a decir de ella después de esto? James cambió a mi mejor amiga por una… ¡fenómeno!

Y me tiró la puerta en la cara.

Con toda sinceridad, en cuanto el aturdimiento amainó, me invadió una sensación de desagrado. Estaba fastidiado.

No había razón para llamar a Irina Britt un fenómeno. Vale, era un vampiro, pero no merecía el tono de desprecio de Rebecca. Tal vez James Sandler realmente empezaba a convencerme de que había algo más en esa chica callada, imponente y escalofriante que todos conocíamos…

Sumido en esas reflexiones, mis ojos captaron una figura solitaria cuyos zapatos hacían eco en el silencio de la zona norte del castillo.

Emmeline Swift subía las escaleras un par de metros más arriba. Las suaves ondas de su cabello rebotaban contra sus hombros con cada escalón que subía. Algo surgió en mi pecho y me lancé tras ella.

—¡Em!.... oye, ¡Em!

Emmeline se detuvo y miró alrededor, confundida, hasta que me vio llegar a su altura y abrió sus curiosos ojos avellana.

—Kyle —murmuró—, buenas tardes.

Casi me ganó la risa ante su frase tan políticamente correcta.

—Ehhh… buenas tardes.

Ahora que estaba frente a ella, concentrarme en mi rabia hacia Rebecca no resultaba muy fácil.

—¿Qué pasa? —preguntó ella.

—Yo… sólo quería asegurarme de que he oído bien lo que comentan sobre Irina y el baile…

—Irina irá con James, ¿te refieres a eso?

—Sí… esto… James me lo dijo pero no podía creerlo —solía ser un buen mentiroso pero era malditamente complicado con ella mirándome como si creyera cada palabra que le dijera.

—No eres el único sorprendido —respondió encogiéndose de hombros.

—Sí, bien… ¿Qué tal el caso Dawndusk?

Era lo último que habíamos visto en Casos Criminales.

—Interesante.

—Sí, bien, mira —¿por qué me puse nervioso?—, hay algo que quería preguntarte pero no sabía si….

—No te preocupes, me he leído todo el caso, no es tan difícil. ¿Sobre qué tienes dudas?

Carraspeé incómodo.

—No hablaba de casos criminales —tomé aire y solté las palabras rápidamente pero entendibles—. Emmeline, ¿irías al baile conmigo?

La marca del lobo (Igereth #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora