La razón por la que las mujeres de la corte la envidiaban, era un ángulo perfecto y ellas... no muy sinceras a decir verdad.

Era bastante sociable y podía entablar una amistad con facilidad, pero sacar el tema de su edad con tanta constancia empezaba a ponerla susceptible.

No, no era solo eso, era todo junto y ella que se había esforzado por llevarlo todo bien y con calma. Era de esperarse que sucediera algo así, no podía soportar más situaciones donde se viera vulnerable.

Si quizás estaba exagerando un poco, no le parecía en absoluto, además no le importaba, ¿Seríais capaces de lanzar la primera piedra?

Lorand al ver como salió, se disculpó y fue tras ella.

—Señorita Bold... ¿Estáis llorando?

—No —sorbió su nariz.

—¿Qué ha pasado allí dentro?

—He sido muy grosera al salir así, ¿Verdad? Solo quería un poco de aire.

—Salisteis como si os hubieran despedazado uno de vuestros vestidos más caros...

—Hubiese tenido una reacción semejante si algo así hubiera pasado, ¿Para qué mentir? —intentó reír para aligerar el ambiente, mas, no lo logró, debido a que en Lorand persistía la determinante idea de descubrir qué le había pasado.

—Eso quiere decir que sí pasó algo.

—No es nada del otro mundo, en realidad señor Császár, es solo que es un poco molesto que me estén recordando que estoy un poco pasadita para mi edad.

—No me parece relevante...

—¡Pues para mi si lo es!

—Dispensadme mi lady, parece que me habéis malinterpretado, no era mi intención ofenderos. Lo que quiero decir, es que vuestra edad no es relevante, seguís siendo la misma persona.

—La misma persona que morirá soltera, porque el único hombre que se casaría conmigo, lo iba hacer por obligación y de plano me ha rechazado y humillado como si hubiese ido a mendigar su amor... y ¿Sabéis qué señor Császár? He tenido humillaciones peores que no me han importado —mintió con descaro—, lo único que quiero... es encontrar a mi hermano e irme a cualquier otro país a empezar una vida nueva, tal vez me haga maestra, o me dedique hacer obras de caridad con la iglesia.

Ella sabía que la prostitución no era una opción, aún si en un momento de debilidad lo había considerado, no sería capaz de llevar a cabo dicha... profesión.

—No entiendo por qué pensáis que Kuna es el único hombre que se casaría con vos mi lady.

—Es porque esa es la verdad, ¿Quién más se casaría conmigo?

Hizo una pausa y se giró para no mirar aquel hombre a los ojos, su presencia la desarmaba... y tenía la sensación de que él lo sabía. Tomándola por sorpresa la hizo girar, mirándola a los ojos.

—Sois una dama muy especial, hermosa y con una gracia envidiable, no dejéis que el fattyú de Kuna destruya vuestra confianza... y respondiendo a vuestra pregunta, cualquier hombre que tenga el privilegio de compartir con vos tan solo dos minutos, sería capaz de decidir tomaros por esposa... yo, mi lady, estaría dispuesto a tomaros por esposa —sonrió ladino, aquello dejó a Pruna sin palabras y estuvo a punto de ahogarse con su propia saliva. Viendo su reacción, él sonrió con más amplitud y regresó a la casa.

No tardaron en despedirse agradeciendo la atención de los Kádár y de inmediato se dirigieron a lo que restaba de su recorrido.

Pruna no pudo verle la cara a Lorand en lo que restó del trayecto hasta la siguiente casa.

Boldog Szilva: Ciruela Feliz libro 1 [Sin Editar]Where stories live. Discover now