Capítulo 4. El Cerdo Me Necesita.

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Tras la trágica muerte de Chihoko en un accidente de tráfico, la maldición de los Katsuki volvió a tomar fuerza en Hasetsu.
Los vecinos que antes le daban los buenos días, otra vez lo rehuian y le miraban con miedo y desprecio.

Decidió volver al onsen de la familia, pues necesitaba ayuda con Toshiya y Nikolai. Cuando llegó a las puertas del hotel, su madre y su tía lo esperaban en la entrada.

— Oidme bien — dijo Yuuri con el semblante muy serio — vuelvo a casa porque no tengo más remedio, pero que os quede claro una cosa a ambas. Mis hijos no aprenderán magia.

Hiroko y Minako miraron a Yuuri con pena. Él tenía mucho talento haciendo conjuros y hechizos ya desde pequeño y sus hijos seguramente heredaron su predisposición a la magia. Era una pena que el talento se desaprovechase.
Asintieron a lo dicho por el azabache y le dejaron entrar y acomodarse en la que sería su habitación.

Yuuri colocó toda su ropa en el armario y guardó sus cosas de aseo en el baño. Una vez instalado se tumbó en la cama y comenzó a llorar con unos sollozos que desgarraban el alma. Con los ojos inundados en lágrimas miró la palma de su mano.
Observó la delgada cicatriz que la surcaba de lado a lado y pensó en Yura.
— Gatito...dónde estás...te necesito... — susurró Yuuri suspirando y con las mejillas aún húmedas.

                    **********

Yura se levantó de la cama que compartía con J.J. con cuidado de no despertarle. Necesitaba descansar. No había dado ni dos pasos cuando el hombre lo arrastró de nuevo a la cama.

— ¿A dónde te crees que vas Yura? — demandó J.J.

El rubio miró hacia arriba hastiado. Ese hombre si que era posesivo.

— Sólo voy al baño J.J. — contestó de la forma más dulce que podía, a ver si así lo dejaba salir de la cama.

J.J. Lo soltó con un gruñido, dando a entender que se diera prisa. Yura aprovechó la oportunidad y se encerró en el baño. Una vez dentro, se acercó al labavo y dejó correr un poco el agua antes de mojarse la cara para despabilarse. Miró la cicatriz de su palma y notó un pinchazo en el pecho, como si su corazón se estrujase.

— Cerdito — susurró Yura. En ese instante supo que su primo lo necesitaba. Tomó una botella de Ron medio llena que había en una esquina del baño y rebuscó en los cajones un frasco con un polvo oscuro. Añadió un poco en la botella y lo removió bien.
Salió a la habitación y se acercó despacio a la cama, de manera bastante seductora.
J.J. lo miraba con deseo y Yura, le acercó la botella a los labios mientras se sentaba en sus piernas. El hombre sonrió de medio lado y se dejó tentar bebiendo casi todo el contenido.

Horas después, Yura conducía el coche de J.J. hacia Hasetsu.

                     ***************

Yuuri se había dormido una vez más. Llevaba días sin levantarse de la cama. Aunque tanto Hiroko como Minako le habían pedido que saliera de su habitación, él simplemente se arrebujaba más en las sábanas y volvía a dormirse.
De repente notó como alguien, a media noche, se metía en la cama a su lado. Antes siquiera de que el intruso hablara ya sabía quien era.

— Gatito, tardaste en venir — dijo Yuuri con voz queda.

Yura sonrió al oír esto y abrazó a su primo con todas sus fuerzas.

— Ya estoy aquí cerdito — dijo contra su pelo.

Pasaron toda la noche hablando como cuando eran niños.

— Era muy divertido — contaba Yuuri al rubio con la pena impregnando su voz — pasar tiempo con ella, patinar, jugar con los niños... Íbamos a empezar un negocio juntos ¿sabes? Yo fabricaba cremas, champú, gel, aceites naturales...y ella los iba a vender en una tienda que íbamos a abrir. A Chihoko le encantaba mi crema hidratante de menta, a veces incluso se la comía...
Yuuri sonrió al recordarlo.

— Uf — resopló Yura mientras le contaba como le iba en Tokio — lo de Tailandia fue brutal. Allí le conocí, a J.J. Ese tío es taaaaaan intenso. Se vino conmigo a Tokio cuando volví y nos estamos quedando donde Pichit aprovechando que el va a seguir su viaje un par de meses más hasta Corea a visitar a un amigo.

Yuuri se colocó más cómodamente y le pidió que siguiera contándole.

— En fin, con J.J.  todo es excitante. Tiene su propio estilo, ya sabes, él lo llama "J.J. style" aunque al principio me pareció un poco... divo, por decirlo de algún modo, en serio me cautivó. Waaaaaaa...es que es tan jodidamente sexy. A veces tengo que echarle en la bebida un poco de belladona para que me deje dormir algo.

Yuuri y Yura rieron ante aquel comentario del rubio.
Yura se acercó más a su primo y le rodeó en un apretado abrazo.

— Oi, cerdo — dijo muy serio al azabache — ¿ Qué tal si...sales de la cama...te duchas, porque en serio apestas, te vistes... Y te ocupas de una vez de tus hijos?

Yuuri devolvió el abrazo y asintió con una lágrima rodandole por la mejilla.

Antes del amanecer Yura regresó a Tokio dejando a Yuuri en el salón, duchado, vestido y preparando el desayuno a sus hijos. Por fin era de nuevo el Yuuri alegre que todos habían añorado.

Casi magiaWhere stories live. Discover now