CAPÍTULO 10

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— Albert, ¿cuánto falta para llegar al aeropuerto de Buenos Aires? —preguntó asomando su cabeza en la cabina del piloto. Sabía que su voz se escuchaba desesperada pero no lo podía evitar. Tenía. Quería. Deseaba. Necesitaba llegar pronto allá. No sabía lo que le pasaría si no alcanzaba a llegar a tiempo...

— Ya falta poco, señor Kwan.

Se dio cuenta que no dejaba de mover las piernas ni de tamborilear el reposabrazos del asiento en el que se hallaba sentado como si de esa manera pudiera hacer que el jet avanzara más rápido.

Miró su celular remendado, luego la ventanilla, regresó a vista al celular y después a la ventanilla. Resopló. ¿Cuándo demonios llamaría Josh?

Recogió sus pertenencias después de pasar por el detector de metales. Caminó apresurado hacia la cristalina puerta de salida. Miró su celular y sonrió al ver la pantalla iluminada con el nombre de Josh. Contestó antes de que diera el segundo timbre. —¿Lo tienes?

Juzgado de paz en Buenos Aires. El juez Leandro Ferreira es amigo de ella y va a agilizar el matrimonio. Date prisa.

Cortó la llamada y guardó su celular remendado. Corrió, literalmente, hasta la salida del aeropuerto y le robó el taxi a una mujer que iba ataviada con un bolso y papeles. —Al Juzgado de Paz, por favor —dijo con su acento coreano marcado—. Le pagaré el doble de la carrera si llega en la mitad del tiempo normal.

***
Josh notó la sonrisa de Malena al salir del despacho del juez. Se acercó a ella y la haló por un brazo llevándola un poco apartada de los demás. —¿Se puede saber qué estás tratando de hacer? —necesitaba saber, pero sobre todo necesitaba retrasar un poco las cosas para darle tiempo a Kwan a que llegara a acabar con esa locura.

Ella sonrió aún más. —¿No te lo imaginas?

—Ilumíname.

—Bueno, en Argentina está legalizado el matrimonio gay.

—¿Y eso qué?

—¿Aún no lo imaginas?

— Chicos —la voz de Max acabó con su conversación—. El juez nos espera.

—Sí. Vamos —Malena se giró para alcanzar a Max.

—Espera —Josh la había detenido por el brazo—. Esto es una locura.

—Pero es la locura más maravillosa que he encontrado. Además, Leandro opina lo mismo que yo.

—Estamos aquí reunidos —Josh escuchó al juez. No se dió cuenta en qué momento sus pies se movieron hasta Max. Y tampoco sabía qué hacer para prolongar la ceremonia y darle tiempo a Kwan a que apareciera y detuviera toda esta locura—. Para presenciar la unión de estos dos hombres... —fue lo último que escuchó. Miró a un lado y a otro notando que la posición en la que estaban los novios eran ellos y Malena la testigo. La miró y su sonrisa le dijo que estaba feliz de poder hacerse a un lado para que un par de amigos fueran felices—. ¿Josh? —escuchó que lo llamaban seguido de un codazo.

—¿Eh? —notó que lo miraban como esperando una respuesta de él—. Oh. Sí. Acepto.

—Bueno, si no hay quien se oponga a esta unión...

De pronto las puertas del juzgado se abrieron de para en par y en el umbral de ésta apareció un hombre. —Yo me opongo.

Se hizo un silencio roto por la voz de Malena.

—No sabía que tuvieras otro novio —dijo inclinándose un poco hacia Josh.

Los tres se giraron. —Esto es un mal entendido. Él es mi hermano, el otro testigo. Kwan. Colócate al lado de Max —dijo Josh tomándolo por el brazo—. Después te explico.

Kwan no comprendía porqué su hermano decía que era un mal entendido que él llegara a impedir una boda. Cuando llegó a las puertas del juzgado logró escuchar al juez pronunciar las palabras que más drama tenían en una boda y se cegó. No supo de donde había tomado el impulso de hacer esa entrada tan dramática. Lo que menos comprendía era que Malena lo mirara como si no lo conociera. 'Había algo raro en su mirada' —analizó mientras firmaba el acta de matrimonio de su hermano cómo testigo– 'era como si no enfocara, o simplemente lo estaba ignorando'. Cuando le tocó el turno a ella de firmar, se dio cuenta que Max le había agarrado la mano para entregarle el bolígrafo y le había guiado la mano hasta la línea donde debía firmar...

—Es hermosa —dijo su hermano colocando una mano en el hombro de Kwan—. Ya veo porque te robó el corazón.

—Sí. Y necesito hablar con ella.

—No va hacer fácil.

—No me importa.

—Han pasado seis años.

—Y aún la amo.

—¿Y ella a tí? —Kwan estuvo en silencio un rato.

—Sino la conquistaré otra vez.

—Yo creo más bien que deberá convencerla. Porque ella aún lo ama, pero tiene la esperanza perdida —dijo Max junto a la oreja de su ahora esposo, Josh.

Kwan se enderezó y caminó hacia ella. Josh y Max lo vieron acercarse.

Ella estaba sentada con su mirada perdida. De pronto sintió la presencia de alguien familiar. Su cabeza buscaba en los archivos de su memoria tratando de recordar, pero su cuerpo parecía recordarlo demasiado bien. Sintió un calor envolverla en una neblina sensual. No entendía cómo podía su cuerpo reaccionar así por un extraño y sin embargo...

—¿Estás bien? —su voz profunda y su acento marcado la sobresaltaron.

Lo había escuchado muy cerca de su rostro y aún así no podía dejar de pensar que esa voz la conocía de algún lado.

— ¿Qué le ha pasado al brillo de tu mirada? —su voz profunda y la caricia de su dedo en su mejilla la trasladaron seis años atrás.

Su corazón empezó a latir desbocado cual caballo salvaje. Abrió su boca para decir algo y la volvió a cerrar. Las palabras se negaban a salir.

— He estado buscándote todo este tiempo —escuchó sus palabras en un susurro y luego sintió cómo rozó sus labios con los de ella como pidiendo permiso para un beso.

Su respiración se cortó. Cerró los ojos y colocó sus manos en su pecho, y como hace seis años se tensionó. Sintió cómo empezaba a presionar sus labios contra los de ella y lo empujó. Fuerte.

Se levantó de la silla y retrocedió mientras negaba con la cabeza al tiempo en que caían unas lágrimas de sus ojos. —No, no, no, no —decía una y otra vez.

Se acercó a él y volvió a posar sus manos en su pecho. Él se volvió a tensar. Subió las manos por sus hombros y el la dejó hacer.

Volvió a empujarlo—. No puede ser cierto.

Nuevamente se acercó a él y posó, otra vez, sus manos en el pecho, esta vez él estaba más relajado. Las subió por el cuello llevándolas hasta su rostro. Él, inmediatamente, cubrió sus manos con las suyas. Ella las apartó y lo empujó nuevamente.

—Debe ser un sueño... O una pesadilla... —volvio a colocar sus manos en su pecho, en esta ocasión por última vez. Las deslizó nuevamente hasta su rostro.

Esta vez él no la tocó porque no quería asustarla.

Luego levantó un poco la mano y lo abofeteo fuerte—. ¡Te esperé por todo este tiempo! —casi gritó.

Josh se le acercó y la abrazó. —Este no es el momento ni el lugar. Además, recuerda que todavía hay que arreglar lo de tu boda.

— Tú no te me acerques —espetó ella zafándose de sus brazos—. Tú lo sabías, ¿desde cuándo? ¡Dime!

— Te juro que me enteré esta mañana mientras estuvimos en el cementerio.

— ¿Y por qué no dijiste nada? —preguntó entre lágrimas a hiperventilando a causa del llanto.

— Tenía miedo...

— No me lo puedo... —no pudo terminar. Se llevó una mano al pecho y cayó. Kwan alcanzó a agarrala ante de que tocara el piso.

Aunque no te pueda verWhere stories live. Discover now