CAPÍTULO 2

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Cuatro años después...

Se estaba desesperado. Las noches se le hacían eternas. Los días insoportables. En todos esos cuatro años no había podido conseguirla. Era el décimo detective que contrataba. Al menos este le pudo conseguir información, pero era muy pobre. No le era suficiente. Le informó que ya no vivían en la dirección que él le había dado. Se habían mudado de sitio sin dejar ninguna otra dirección por el ataque que sufrió hace tiempo. Había dado lugar poco después de dejarla en las puertas de su casa. El padre de la chica había sufrido un atentado. Su auto fue embestido contra una camioneta haciendo que se saliera del camino y no se supo más nada de ellos.

Dio un golpe fuerte en el escritorio lleno de frustración en el momento en que la puerta de su oficina se abría.

—Huy; pero qué genio te cargas hoy, hermanito —saludó su hermano mientras tomaban asiento frente de su escritorio.

Kwan lo fulminó con la mirada a su hermano Josh que venía acompañado de Hyun el cual sonreía con socarronería. —¿Qué quieres?

Josh Müller. Un hombre joven de treinta y dos años, blanco, uno ochenta y cinco de estatura, cabello rubio, ojos verdes, el cuerpo musculoso. Seguía usando el apellido de su madre, Hannah, no porque no haya querido a su padre sino porque se reían de él cuando usaba su nombre coreano pues su aspecto ni combinaba con su nombre. Llegó a casa con su padre cuando tenía seis años y él ocho y desde entonces lo había tratado como a un hermano. Meses después nació Hyun.

Josh lo miró con preocupación. —Sólo quería recordarte que la inauguración de mi empresa de seguridad personalizada es mañana a las diez de la mañana.

—Tranquilo no lo he olvidado —dijo serio.

—¿Qué sucede hermano mayor? —preguntó Hyun

—No es nada —contestó secamente.

—Bien. Sólo no olvides que puedes contar con nosotros —dijo Josh levantándose para dirigirse a la puerta.

—Sí. Eres nuestro hermano y te amamos —apoyó Hyun poniéndose también de pie para seguir a Josh.

—Sí. Lo sé y lo siento. Yo también los amo.

Ellos se marcharon dejándolo con sus pensamientos hechos un nudo. No saber de ella lo frustraba de manera impresionante. Definitivamente debía darse prisa en preparar a Hyun para que tomara su lugar en la empresa. Él era más de creación. Las joyas eran su pasión y tenía la mirada puesta en el socio de su padre, Frederick Dyer, que era dueño de las minas de esmeraldas más famosas de Colombia. Además, de esa manera tendría más posibilidades de encontrar a la mujer del pub. Su mujer.

Al día siguiente, durante la celebración, Josh cortó la cinta verde para dar inicio a la inauguración y empezó la música.

Hablaba con sus hermanos de lo bien que iba la inauguración de la empresa de seguridad de Josh. Sin embargo, la preocupación que lo ocupaba desde el día anterior no pasó desapercibida para sus hermanos que lo observaban angustiados.

—¡Vamos hombre! Si no confías en nosotros, ¿en quien vas a confiar? —dijo Josh colocando una mano en su hombro.

—¡Claro hermano! Dinos qué es lo que te tiene tan mal —intervino Hyun cruzándose de brazos.

Él los miró un instante. Luego suspiró. Tenían razón. Si no confiaba en ellos entonces, ¿en quién? Señaló con la cabeza para ir al despacho de Josh. Los tres se dirigieron hacia ahí y se sentaron en los muebles que decoraban la oficina. Con un gran ventanal a un lado y una chimenea enfrente de ellos. Estaban alrededor de una mesa ratona. Hyun sirvió unos tragos de whisky a cada uno.

Aunque no te pueda verWhere stories live. Discover now