Turquesa

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Minho era inteligente, el más inteligente del salón pero no por serlo era un nerd, ni tampoco era un chico popular o que tuviese miles de amoríos de una sola noche. No. Choi Minho era torpe, caballeroso, mimoso y muy afectivo con quienes quería, en especial con su novio Kibum, para él, su adorado gatito o Bummie como solía decirle, era el mejor regalo que la vida pudo haberle dado, se desvivía por darle lo mejor con tal de ver esa sonrisa tímida o ese sonrojo que causaba mariposas en su corazón y palpitaciones aceleradas en su corazón.

Fue una tarde de diciembre que se atrevió a invitar a su novio a su casa para presentarle a sus padres y esa misma tarde, mientras se encontraba sentado con una humeante taza de chocolate que supo que quería pasar el resto de su vida con su gatito, contemplar como ayudaba animado a su madre a colocar adornos navideños le hizo suspirar enamorado.

—¿Desde cuándo mi hijo sale con ese niño? —Preguntó el padre Choi a un muy enamorado joven fotógrafo.

—Dos años, los mejores de mi vida.

—¿Debo dejarte a solas con él? —Cuestionó sonriente— Me llevaré a tu madre, iremos por la cena, procuren ya sabes... no hacer eso...

Minho rio avergonzado, no, él no sería capaz de eso, su Bummie necesitaba una ocasión especial para ascender en su relación, quería algo íntimo, tranquilo y romántico, nada de prisas a causa de sus padres. Cuando los padres se fueron, Kibum se dejó caer en el sofá, acostó su cabeza en las piernas de su novio y contempló el árbol de navidad casi terminado.

—Tus padres son maravillosos Min.

Minho dejó la taza de chocolate en la pequeña mesa de al lado y se dedicó a acariciar con una mano las hebras de su novio, sonrió al ver que el pequeño cerró los ojos con una sonrisa en los labios.

—Lo sé y ellos están encantados contigo. —Sinceró Choi sin perder ningún detalle del rostro ajeno— Kibum, te amo.

El nombrado abrió los ojos, se incorporó y lentamente se acercó a los labios de su novio para dar un suave beso, fue tímido, como si en cualquier momento llegaran los padres de su novio y arruinaran su momento.

—También te amo, mucho.

Ambos sonrieron, Minho abrazó a su novio y se dedicaron a estar en un cómodo silencio mientras disfrutaban de su bebida caliente. A esa tarde, le siguió una Navidad en mutua compañía, cuando ambos decidieron dividir sus días para estar en casa de cada uno y por supuesto, también para entregar sus propios regalos.

—¿Qué es? ¿Qué es? —Kibum saltó emocionado cuando ambos estaban en la habitación del alto listos para dormir.

—Ábrelo, espero te guste.

Kibum tomó la caja de papel con estampado de estrellas, abrió cuidadosamente el contenido, le gustaba disfrutar sus regalos, por eso no pudo evitar reír al ver como su novio se movía nerviosamente a la espera de que el regalo fuera revelado.

Una vida color: Key «MinKey»Where stories live. Discover now