No hay ni un corazón que valga la pena

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Si Nagisa quería lograr el éxito en su misión de conseguirle una novia a su amiga Tamao, tenía que poner manos a la obra. Primero lo primero, debía investigar un poco sobre las otras chicas de la colina, y si bien nunca podría hacerlo con todas, sí había unas cuantas que estaban en la mira.

Buscar a la candidata perfecta siempre implicaba una selección. El primer paso era eliminar de la lista a todas las heterosexuales por razones obvias; el segundo, descartar a todas las lesbianas que ya tuvieran pareja; y el tercero, remover a las que menos posibilidades tenían de congeniar con Tamao.

«Será una tarea difícil».

Nagisa no era la chica más brillante de la colina ni por si acaso, pero se había percatado de algunas cosas durante su estancia, y la principal era una que no podía dejar pasar: todas las estudiantes que formaban su círculo cercano eran lesbianas: Hikari, Yaya, Tsubomi, Amane, Chiyo, Chikaru, etcétera. Como unas cuantas ya estaban emparejadas, las descartó, pero pensó que tal vez era buena idea empezar por ese pequeño grupo y después ver si debía extenderse a otros lugares.

«Tamao-chan, encontraré a tu chica ideal. Ya lo verás».

(...)

Al día siguiente, Tamao se encontraba bajo un árbol leyendo un libro de poemas. Lastimosamente, la mayoría de estos hablaban sobre amor, ya fuera exitoso o no; y lo último que quería la peliazul era pensar en eso.

«Amor... Amor... ¡Maldito sea el amor! ¡No quiero escuchar más de él! ¡No quiero saber nada! ¡Nada!»

No dijo nada a viva voz, pero su semblante de rabia era muestra clara de su frustración. Amor se había convertido en una palabra tabú en su vocabulario, y mientras no se recuperara, no quería oírla.

Incapaz de gritar para sacar el dolor de su pecho, Tamao comenzó a llorar. Ocultó su rostro y dejó que sus lágrimas fluyeran con toda libertad. Nagisa era la única en su mente que podía sacarla de esa situación, pero ella misma fue la causante de que otra cosa diera lugar.

En el fondo, se arrepentía de su decisión.

―Tamao-chan, ¿por qué tan triste?

La peliazul levantó la vista y se encontró con la presidenta de Lulim, Chikaru Minamoto. Esta mantenía su aire de serenidad, casi como el de una hermana mayor a la que podía contársele todo.

―Chikaru-sama...

―¿Puedo sentarme?

Tras una respuesta alternativa, la pelinegra se sentó junto a su colega de Miator.

―Entonces, ¿quieres contarme qué te afecta?

Tamao no estaba segura de si decirle o no la verdad a Chikaru. Sin embargo, sabía que era una chica digna de confianza y que no andaría por ahí ventilando las cosas. A pesar de sus dudas, y a pesar de que ella misma dijo que no quería tocar el tema hasta que se recuperara, la peliazul decidió abrir su corazón esperando que aquello mitigara el dolor.

―Una pena de amor está acabando conmigo ―dijo con tono angustiado―. No sé qué hacer para superarla.

―¿Pena de amor?

―La chica que amo... se fue con otra.

Chikaru no tardó mucho en deducir a quién se refería Tamao. Lo ocurrido en la ceremonia de la Étoile seguía siendo tema de conversación a pesar de que ya habían pasado algunos meses.

―Hablas de Nagisa-chan, ¿no es así?

―... Sí.

Un incómodo y tenso silencio se apoderó del ambiente. No obstante eso, Chikaru se mantenía tranquila y atenta.

Una novia para TamaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora