Demons Don't Love | Billdip

•Prólogo•

Era una fría tarde de invierno en la que un sujeto de cabellos dorados y apariencia humana paseaba tranquilamente por el gran bosque nevado del pequeño Gravity Falls.

Mientras caminaba observaba discretamente el lugar que lo rodeaba. La luz del bosque comenzaba a apagarse y el frío empezaba a aumentar, tal vez pronto volvería a nevar.

Estaba a punto de marcharse, no había nada interesante que hacer allí, cuando escuchó crujir unas ramas a sus espaldas.

Al voltearse se encontró con un pequeño niño de no más de 3 años, este se había tropezado, pero la nieve que se encontraba en el lugar había amortiguado su caída.

El rubio sonrió de lado emitiendo una risa corta y se acercó al infante, quien lo miraba con inseguridad desde el suelo.

—Así que tú eres el pequeño Mason eh— dijo aún sonriendo antes de ofrecerle la mano para que se levantase de la fría nieve.
El niño tras dudarlo por unos segundos tomó la mano del mayor con desconfianza y con ayuda del mismo se puso de pie. —¿Te perdiste pequeño?— rió a lo que despeinaba la castaña cabellera del menor.

El niño temblaba por la baja temperatura, su abrigo no era lo suficientemente caliente para ese ambiente. El rubio recordó entonces que los humanos eran más sensibles a las bajas temperaturas que los demonios.

—Oh, lo siento— se disculpó por su descuido y cargó a Mason entre sus brazos —¿Mejor así?— el infante se abrazó al pecho del contrario, la necesidad de calmar su frío era más fuerte que la duda —Bien, te regresaré con tus padres, supongo que están en la Cabaña del Misterio ¿No?— habló y el pequeño niño solo asintió aún aferrado a su pecho.

El rubio de elegantes ropas chasqueó los dedos y en un abrir y cerrar de ojos estaban frente a la cabaña.
—Por cierto, mi nombre es Bill Cipher— dijo antes de bajar al niño quien se quedó observándolo confundido desde abajo. —¿Qué? ¿Quieres venir conmigo?— preguntó con sarcasmo Bill y el castaño salió corriendo en dirección a la cabaña.

—Sigues siendo tan desconfiado Mason...— se dijo a sí mismo girando los ojos con una sonrisa dibujada en sus labios.