Capítulo 24 - Familias disfuncionales

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La mamá de Andrew me hizo un recorrido por todo el primer piso de su hermosa casa

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La mamá de Andrew me hizo un recorrido por todo el primer piso de su hermosa casa. Me mostró las puertas corredizas de vidrio que daban a un jardín interior, el cual era mucho más grande y más bonito que el exterior. Allí había una mesa de vidrio y unas sillas de mimbre con una sombrilla cubriendo a cualquiera, que se siente ahí, del sol. Koltov nos seguía a todos lados, sin hablar mucho y con el pie golpeteando el piso como si estuviera impaciente. Ni siquiera había transcurrido media hora de estar aquí pero él parecía listo para salir corriendo. Se le notaba muy incómodo y hasta podría decir enojado.

—¿Van a almorzar aquí? —preguntó la señora Koltov cuando el recorrido terminó en la cocina. Ésta estaba cerca al lado del vestíbulo y desprendía un estilo único. El piso y las paredes eran cuadrados blancos y negros como si fuera un tablero de ajedrez. Las compuertas de los estantes eran de los mismos colores; negros y blancos. La isla de la cocina, turquesa; mientras que las sillas altas, rojas. Era como si hubiera sido diseñada por alguien de los años cincuenta. Lo único que no cuadraba aquí de aquella época eran los electrodomésticos últimos modelos de acero inoxidable. Inmediatamente sonreí.

—No, mamá, Jeane tiene que irse a su casa y yo almorzaré por el camino.

Ella hizo puchero, realmente hizo un puchero como una adolescente queriendo convencer a sus padres. ¿Qué me pasaba hoy con la metáfora de padres? Tal vez era porque había decidido venir a visitarlos luego de varias semanas sin verlos y comenzaba a pasarme factura esta separación.

—Pero tu papá llegará aquí en cualquier momento. Quiero que almorcemos aprovechando que estás aquí, Jeane también puede unirse. Ya luego pueden ir a su casa.

Andrew negó con la cabeza.

—Mamá, no insistas...

Pude ver que aquello le dio mucha tristeza a su madre, porque asintió apretando los labios mientras se agachaba para coger un bol del repostero. Sus movimientos lentos, sin levantar la cabeza.

—Almorzaremos aquí, señora Koltov —intervine, logrando que ella pegara un salto de la emoción y corriera a abrazarme, a mí y a Koltov.

—¡Me alegro tanto! —gritó en nuestros oídos como si le hubiera dado la mejor noticia. Se secó un par de lágrimas dándose la vuelta para mirar a su hijo con una gran sonrisa. Suponía que eran lágrimas de felicidad, aunque se las secó enseguida—. Lo siento, no puedo evitar emocionarme con momentos así, pero estoy feliz porque mi pimpollito va a almorzar con nosotros después de tantos meses. Ay, hija, desde que entré en tratamiento no he podido tener un almuerzo con mi bebé y mi esposo. Es muy difícil hacerlo cuando no tengo hambre ni ganas de cocinar. Ahora que estoy en remisión quiero hacer todo lo que me he perdido en este tiempo.

Aquellas últimas palabras me tranquilizaron, porque significaba que había vencido el cáncer y era por fin libre. Sabía algunas cosas del cáncer debido a que mi tía, hermana de mi padre, murió de aquello. En el momento que hizo quimioterapia todos viajamos el pueblo donde vivía junto a su familia para apoyarla en lo que podíamos durante mis vacaciones y la de mi hermanita. Mi prima Kristen quedó devastada cuando ocurrió, estuvimos con ella y su padre mientras podíamos pero lamentablemente tuvimos que regresar. Creo que cada persona en este mundo conocía a alguien muy cercano con aquella horrible enfermedad. Eso nos convertía a la mayoría en supervivientes, no solo a los que tenían cáncer, sino a las personas que lo rodeaban. Era una lucha diaria tanto para ellos, como para los familiares. Ahora entendía por qué Koltov me había dicho que tenía problemas familiares. Era esto; su mamá, ella aún lo necesitaba.

Lo que dure nuestro amor | ✓Where stories live. Discover now