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El Club Wakanda era algo así como 'primera clase' entre los locales nocturnos. El año y medio que Steve estuvo interesado en el arte le permitió identificar el estilo Beaux-arts de la fachada, pero estaba tan nervioso que no reparó en los preciosos detalles que la adornaban. Como los tres arcos de entrada, bajo los cuales se encontraban enormes hombres ataviados en trajes completamente negros, o las columnas de estilo Corintio que sostenían el balcón de la segunda planta, donde pudo distinguir más seguridad e incluso cámaras de vigilancia. 

Sobre la escalinata principal habían desplegado una amplia alfombra roja por donde la gente, vestida cual catálogo de Armani y Versace, ascendía hacia las luces de neón que se filtraban por las puertas. Steve inmediatamente se encogió en el asiento del copiloto, lamentando la pobre elección de vestuario que eligió para la misión: vaqueros negros, camisa blanca y una cazadora de cuero que compró antes de mudarse a Nueva York. Y nada de ello podía considerarse de marca si lo comparaba a lo que estaba viendo. 

—Vamos a desentonar como luciérnagas — musitó secándose el sudor de las manos en las pantorrillas.

—¿Qué dices? — inquirió Sam a su lado —. Somos dos hombres atractivos a punto de mezclarse con la jet set.

Agentes, su misión es detener a Barnes, no ligar con las señoritas — la voz de Carter le obligó a llevarse una mano al oído y asegurarse que el comunicador estuviera lo más disimulado posible.

—¿Está segura que van a dejarnos entrar? — preguntó Steve, comprobando también que el botón de la camisa que hacía de micrófono estuviera bien sujeto. 

Por supuesto, sus nombres están en la lista.

—¿Cómo lo ha conseguido? — preguntó Sandy, sentada en el asiento trasero con un vestido rojo escotado y muy ajustado que dejó a los dos boquiabiertos cuando pasaron a recogerla. 

Anthony Stark nos debía un favor — respondió la rubia con claro disgusto al pronunciar el nombre —. Bien, recuerden: mézclense con la gente y busquen a Barnes. Lo más probable es que una vez Lukin y Munroe se ausenten para hacer negocios, el Soldado se quede fuera de vigía. Esa va a ser su oportunidad.

Steve asintió para sí mismo y trató de digerir el cúmulo de nervios que se arremolinaban en su estómago. No había pegado ojo en toda la noche, lo que significaba que llevaba varios días sin dormir debidamente. Estaba cansado tanto física como emocionalmente, pero aquella iba a ser una nueva oportunidad para demostrar su valía, de modo que no podía permitirse otra metedura de pata. 

Lang y yo vamos a estar atentos a todo desde la camioneta al final de la calle.

¡Hola chicos! — la estridente voz del técnico hizo sisear a los tres por la punzada en el tímpano —. Sé que ya lo hablamos en la central, pero vamos a repasarlo una vez más. El comunicador que llevan en el oído es prácticamente indetectable, lo hice yo — rió coqueto —, así que no tenéis de qué preocuparos. El micrófono es además una cámara, por lo que os pido por favor que aviséis cuando vayáis a mear, no quiero llevarme un trauma.

Lang... — le advirtió la voz de Carter.

Solo quería dejarlo claro. Bien. Ambos dispositivos son irrastreables, ningún equipo de detección podrá descubrirlos, pero tened cuidado porque cualquier líquido los deshabilitaría de inmediato.  

—¿Algo más? — preguntó Steve, cuya impaciencia le hacía botar la pierna sin descanso.

Podréis comunicaros entre vosotros en caso de que lo necesitéis, pero tened en cuenta que puede parecer extraño si os ven hablando solos. Oh, y esto es lo más importante de todo — dijo poniéndose serio —. Por favor, os lo ruego, pedidle un autógrafo a Beyoncé si la veis

Undisclosed [Stucky UA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora