—Y lo eres. Lamentamos si alguna vez te has sentido dejada de lado. Tú eres tan importante como Emily y Mia. Te amamos tanto como a tus dos hermanas. Fuiste nuestra primera alegría y la seguirás siendo por siempre.

—Habla por ti misma, porque no veo a papá con ganas de secundarte —objeta, buscando su mirada —. Parece que él no tiene nada que decir.

—Es mejor que hablemos a solas —responde abatido —. No sé de dónde has sacado esas ideas, cariño, pero son totalmente erradas. Daría mi vida por ti en cualquier momento, pelearía por ti, lo he hecho desde el día en que naciste. Sin embargo, considero que tus reclamos tienen una profundidad mayor y es algo que hay que discutir junto a tu madre.

Los golpes en la puerta interrumpen el discurso de papá y los reniegos de mi hermana. Mamá se aproxima a la entrada y nos informa que se trata de la guardia real.

—Buenas tardes, familia Malhore. Vengo aquí de parte de su alteza el príncipe Stefan quien ha solicitado la presencia de su novia, la señorita Emily, en la plaza de Palkareth.

—¿Debido a qué? —cuestiono extrañada, yendo hasta la puerta. ¿Acaso ya llegaron sus tíos?

—Se trata de un asunto político, prisioneros de guerra.

Edmund. No hay otro nombre para esto. Se trata del asunto con Edmund. Por un momento creí que este tema había quedado aplazado por un tiempo, pero al parecer me equivoqué.

—¿Es necesario que vayas? —desea saber mamá —. Quiero que nos quedemos a celebrar el compromiso de Liz.

—Es muy necesario. Pienso que se trata de una persona que ha estado haciendo mi vida una pesadilla las últimas semanas.

—¿Es sobre Edmund? —deduce mi hermana de inmediato.

—Sí. Stefan busco una solución para el problema. Regreso dentro de una hora.

—¿Qué problema? ¿Qué te hizo él? —Se preocupa mi padre.

—¿Qué van a hacerle? —Liz me sigue cuando salgo a reunirme con el guarda, ignorando las preguntas de papá.

—No le pasará nada malo —le aseguro, subiendo al carruaje —. Todo está preparado para que salga ileso.

—Estás siendo muy injusta con él —mete la mano para impedir que cierre la puerta —. Quiero estar presente. Si vas, yo también.

—Que se haga, entonces.

Al llegar, el lugar está atiborrado de personas. Todos tienen la vista puesta en el escenario de la plaza mientras murmuran debido a la presencia de hombres con uniforme negro y líneas doradas. El escudo bordado en sus trajes con hilos color oro muestran la corona y símbolos propios del reino enemigo.

Puedo observar las armas que cuelgan en sus hombros y la frialdad de su comportamiento. Dan la impresión de que aun cuando el viento sople fuerte, ellos no se moverían un centímetro. Lucen imperturbables sin importar que están rodeados por militares Mishnianos que los doblan en números.

—¿Qué hacen ellos aquí? ¿Cómo vinieron sin desconfiar de que puedan asesinarlos? —Cuestiona mi hermana al verlos.

—Les han enviado para que lleven devuelta a los soldados que secuestraron en el ataque del domingo. —Revelo mientras camino al frente.

—¿Ellos que tienen que ver con Edmund? ¿Qué le harán? Cuéntame el plan, Emily. Te lo exijo.

—Ni siquiera yo tengo certeza sobre lo que pasará a continuación. —digo con sinceridad, atenta al estrado.

—Mishnianos —es el rey Silas quien está al mando —. Hoy nuestro reino tiene dos noticias que contarles, porque una de nuestras premisas es mantener informado al pueblo de cualquier paso que de la monarquía.

El perfume del Rey. [Rey 1] YA EN LIBRERÍAS Where stories live. Discover now