El día en el que te conocí.

Capítulo 4.

Josephine.

—¿De dónde apareció ese 7? —me pregunta Maddie, señalando el cuaderno de TinkerBell que está en la mesa.

Le estoy ayudando con su tarea de matemáticas, es simplemente división con 2 dígitos, así que suponía que iba a ser fácil explicarle a la niña más curiosa del mundo. Estaba muy equivocada. Le empiezo a explicar de dónde salió ese 7.

Media hora después, mi madre la lleva a el jardín mientras yo me dirigo al campus. Miento si digo que no estoy nerviosa, pero también eufórica. ¿La razón? por ver a Hero. Sí, yo, Josephine Langford, nerviosa por ver a un chico. Después de todo este tiempo, pero antes era diferente. No logro encontrar una explicación lógica del por qué me siento tan feliz. No quiero que mi estabilidad emocional dependa de una persona, aunque es muy fácil decirlo.

Bajo del autobús y me encamino a la entrada principal. Subo las escaleras de dos en dos y tarareo Colors de Halsey. Me dirigo hacia mi casillero y me encuentro a Sam con Ethan en la camino.

—Edgar, un gusto verte. —siempre que veo a Ethan lo molesto de esa manera, fingiendo que lo confundo con Edgar.

—Deja el rollo, Jo. —muy pocas veces me dicen Jo, pero se siente muy raro. Con Hero fue algo distinto.

—¿Dónde estuviste ayer? Vi tu publicación de Instagram. —me pregunta Sam pasándome su brazo por mis hombros.

Publiqué en mi Instagram una foto que Hero me tomó en el lugar en donde estuvimos ayer, me veía tan feliz, tan... viva.

—No sé el nombre del lugar, ¡pero algún día se los mostraré! —digo emocionada, pero mis palabras no son del todo ciertas. Quiero guardar ese lugar sólo sea para Hero y yo.

Cuando llego a mi casillero y saco los libros para mi primera hora de clase, Michelle viene y salta detrás de mí.

—¡Juniper me lo contó todo! —me dice gritando, alargando la ''o'' final.— Pero no la culpes, literal la obligué. Pero es que, ¿cómo no se te ocurre contármelo?

—¿Qué cosa? —pregunta Ethan desconcertado.

—¡Por esto! —digo un poco irritada—. No quiero un drama, no fue nada oficial ni especial. Fue una salida de amigos.

—¿De qué hablan? —insiste Ethan mientras nos quedamos en la puerta del aula de literatura.

—Josephine tuvo una cita el viernes. —dice Michelle sonriendo divertida.

—Mich, cállate, enserio. —no quiero que piense que no confío en ella, pero no me siento cómoda hablando de esto, y más porque estoy en la incógnita del qué pasará después. —Cuando sea algo confirmado se los digo. Por ahora, quiero evitarme escenas innecesarias. Como estas. —les digo señalándolos a los tres mientras camino de espaldas hacia el interior del salón. Michelle está conmigo en esta clase, así que me sigue.

—Nos vemos, chicos. —nos despedimos de ellos y vamos hacia nuestro puesto habitual.

La clase pasa lenta, o probablemente seré yo, porque no puedo dejar de pensar en el beso que tuvimos Hero y yo el viernes. ¿Debería preocuparme? Al final de cuentas, él no mencionó nada, pero yo tampoco. El viernes la pasé muy bien, desearía repetir ese día miles de veces, pero por ahora, me bastan los recuerdos de sus labios sobre los míos. ¡Me estoy volviendo loca!

—Josephine Langford —me llama el profesor. — Veo que está prestando mucha atención a la clase, así que respóndame: Dígame cuál fue el escritor que redacto la serie de acontecimientos de manera cronológica de las Vanguardias.