La castaña se sentó rápidamente en la cama, y observó confundida la carpa. No había nada. Miró a Boit, y él lucía aterrado.

—¿Qué pasa?

—U-Un escorpión, t-tengo u-un escorpión e-en el a-abdomen.

Se bajó de la cama y observó al arácnido negro, con su cola alzada, alerta. El animal quizás estaba más aterrado que él.

—Quédate quieto, te lo quitaré.

—Me va a picar, no quiero morir.

—No sea tan llorón —gruñó.

Se acercó a él, y se arrodilló a su lado, y con cuidado, tomó al escorpión de la cola, por debajo de su aguijón. Salió de su tienda, y volvió unos segundos después.

—Súbete a la cama.

—¿Qué?

—Los escorpiones salen de noche, y andan por el suelo y las paredes. A la cama no se van a subir, está rociada con un líquido especial. Dormirás bien ahí.

—Pero ¿Tú dormirás conmigo? —preguntó sorprendido.

—No —le dijo rodando los ojos—. Yo dormiré aquí en el suelo, estaré bien.

—Pero podrían picarte a ti también.

—¿Puedes hacer lo que te digo sin que me estés cuestionando? —pronunció molesta—. Acuéstate ahí y duérmete de una maldita vez.

—Okay, de acuerdo... Lo haré —le dijo en un tono bajo, pensando en el carácter de mierda que tenía esa pequeña mujer.

***

Se levantó temprano en la mañana, y no le extrañó que Boit ni siquiera lo notara. El castaño estaba agotado en su cama, durmiendo plácidamente.

Caminó hasta la laguna que estaba muy cerca de su carpa, y se lavó el rostro. Miró el agua, y lo pensó por unos segundos. Un baño de agua fría serviría para empezar el día con las ideas más claras y fresca.

Se quitó la ropa, dejándola en la orilla, y se metió suavemente en el lago, estremeciéndose. Contó hasta tres, y se hundió por completo, antes de salir, temblando.

Se sentó cerca de la orilla, y masajeó suavemente su cabello, librándose por un momento de la arena, y luego siguió por su cuerpo. A veces odiaba tanto su complexión pequeña.

Salió del agua, y se envolvió en una de sus prendas, mirando su reflejo en la laguna. ¿Por qué tenía que haber nacido diferente? Muchas de sus primas y conocidas tenías hijos ya... Y ella nada.

—¿Te caíste? ¿Estás bien?

—¿Por qué crees que me caí? —le preguntó vistiéndose de espaldas a él.

—P-Porque estabas mojada y a orillas de la laguna —le dijo en un tono incómodo, mirando hacia otro lado—. No creí que decidirías bañarte tan temprano en la mañana.

—Y yo que te despertarías tan pronto.

—Me desperté cuando sentí un escarabajo caminándome por el pecho. Creí que podría ser nuevamente un escorpión —sonrió.

—Sí, hay muchas alimañas por aquí. Y peor aún en la selva —le dijo poniéndose de pie, ya vestida.

Se recogió el cabello en una coleta alta, y luego lo trenzó.

—Buscaré algo para desayunar, puedes esperarme dentro.

—Preferiría ir contigo.

—Sólo me demorarías, y tendría que cuidarte.

—Prometo no molestarte.

Kiha rodó los ojos.

—De acuerdo, vamos.

Sonrió emocionado, y la siguió por detrás. Era bueno estar en su hogar, estar tan cerca de volver a ver a su familia, a su mamá. No la había olvidado, la tenía presente desde que se había ido.

Y a Sula, volvería a verla también, y deseaba tanto que ella no estuviera en pareja. Sula había sido su primer amor, y sabía que ella sentía lo mismo por él.

...

KihaWhere stories live. Discover now