Primer beso

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Día 78 - Jueves

31/05/18

Y una vez más, Noah y Angel se encontraban sentados uno junto al otro en aquel banco frente al piano del salón de música. Acompañándose y riéndose de cada cosa que Angel soltaba de sus labios, intentando sacar sonrisas al pequeño; lo cual lograba con mucho gusto.

Noah traía sobre su cabellera color chocolate, la preciosa corona de flores que Angel le había regalado. La verdad era que Noah no había querido sacársela en ningún momento; lástima que era lo suficiente inseguro como para usarla en público. Eso no era un alto para usarla a todas horas en su casa, y tampoco para no llevarla consigo en su mochila.

Cuando Angel vio llegar a Noah, sus ojos se iluminaron, pero al instante sus labios formaron un puchero casi inexistente al notar que el pequeño no llevaba la corona en su cabeza. Luego de hacer un mini berrinche reclamando lo lindo que se vería con ella puesta, Noah aceptó sacarla se su mochila y colocársela cuando llegasen al salón de música; y así cumplió. Y por ello Angel repetía dulces cumplidos que hacían arder las mejillas de Noah.

Hasta compartieron números de teléfono; Noah tan solo tenía en su vacía agenda, a su psicóloga, mejor amiga, mamá y papá. No utilizaba redes sociales, y la única aplicación que tenía era WhatsApp. Si fuese por él, directamente no utilizaría un teléfono móvil, pero había sido una "obligación" de sus padres y su psicóloga; Noah solía tener graves ataques y necesitaba tener un medio para las llamadas de urgencia. Y hasta entonces no había nada más en ese aparato, pero llegó Angel una vez más a mejorar de a poquito su vida. Estaba ansioso de algún día despertar y tener un notificación que indicaba un mensaje que ese chico que lo traía perdido.

En ese momento, Angel se encontraba apreciando la imagen frente a él; el pequeño de mechones chocolate reía por el intento de Angel de tocar el piano, mientras sus ojos se cerraban y arruguitas se veían en sus esquinas, sus labios levantaban sus mejillas rosadas y con su mano intentaba cubrir su sonrisa, como un gesto inconsciente, particular y adorable de él.

- Eres adorable, Noah -. Soltó de repente y Noah dejó de reír al sentir su respiración salir de su boca en un gran suspiro. - No, no hagas eso.

- ¿Qué? -. Casi susurró.

- No dejes de sonreír. Tu sonrisa es muy linda como para que no la muestres.

Noah sintió estallar su interior y las miles de mariposas de colores revolotearon en su estómago. Ese sentimiento era mucho mejor. No eran las náuseas, eran las ganas de no dejar de sonreír.

- Eso es. Me encanta tu sonrisa.

- No dejas de... de hacerme sonrojar. Ya... -. Cubrió su rostro con sus pequeñas manos.

Angel se acercó y cálidamente posicionó sus manos sobre las pequeñas y suaves muñecas de Noah. Sin mucha presión y siendo lo más cuidadoso posible, como si de la porcelana más frágil se tratase, separó sus manos de su rostro.

Se acercó, una vez más, y sus labios, rojos y formados, presionaron lentamente sobre su piel, transmitiendo ese ardor involuntario por todo su cuerpo y cortando su respiración, depositando un dulce y castro beso sobre su mejilla.

El Chico De Los JuevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora