Après Tout

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El mar de asfalto luce aún más opaco a la luz de la luna, el sonido de la suela de sus zapatos repiqueteando contra el suelo es la única melodía que puede apreciar, de resto, la noche está muerta. Hoy la ciudad tiene un deje de soledad que es imposible no percibir, y no sabe si su estado anímico es el responsable de aquello o si por primera vez Nueva York se ha detenido a mitad de la carrera. No piensa mucho en eso, de todas formas.

De sus labios sale un suspiro largo y pesado, casi idéntico a la ciudad. El dolor en sus hombros apesta y en cualquier momento se echará a morir en el camino porque no aguanta los pies, han sido unas semanas bastante duras. Estar alejado de la editorial tampoco ayudaba con su indescifrable humor, pero desde que su jefe le había llamado para decirle que se tomara unas vacaciones, Austin supo que algo andaba mal. La poca motivación y los nulos deseos de hacer algo, la interminable tristeza y sus constantes idas diarias a las nubes eran un ciclo que se había instalado en su vida sin él darse cuenta, y de no ser por aquel llamado de atención seguramente seguiría igual (aunque no es que haya mejorado un poco con estas semanas de vacaciones).

Se pregunta si haber pasado tantas horas revisando las novelas dramáticas tuvo que ver en algo.

Es como si de la nada hubiese perdido el rumbo, esa luz guía que emergía de entre la niebla para disipar la oscuridad. Ésta no era la primera vez que aquello ocurre, a veces su humor sufría un ligero bajón cada cierto tiempo, llegaba a ser tan fuerte que incluso había días en donde no se le cruzaba por la cabeza salir de la cama. Quizás está exagerando, pero necesita un motivo para recobrar la compostura y la sonrisa matutina, algo que la haga salir del estupor de tristeza con un gran "boom". Lo que en verdad la sorprende es la rapidez con la que este motivo aparece justo frente a sus narices. Del sucio asfalto, entre unas pequeñas grietas, los primeros retoños de lo que parece ser una flor se alzan vigorosamente sin miedo a ser pisados. Para Austin, aquella flor le grita "¡Sonríe!", y es ese mismo diminuto pedacito de naturaleza entre las entrañas de un monstruo gigante hecho de hierro y metal un soplo de vida para su pobre corazón.

Posiblemente sea un error de cálculo más que una señal divina, pero el simple hecho de que esa flor esté ahí le saca una sonrisa que le hace doler las mejillas. Austin piensa que ahora todo vale la pena.

Ir y Venir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora