capítulo 3

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Narra _____.

Volteé rápidamente la mirada al sentirme observaba. Y al hacerlo, me encontré con aquellos brillantes ojos color verde.

No podía creer lo que veía. Él jamás sonreía y ahora sí lo hacía; ¿Pero qué diablos ocurre con el mundo estos días?.

—Leyva está sonriendo. —Informé a Gaby.
—Bromeas —Musitó observándole de reojo—. Oh por Dios, ¿Dónde está la cámara escondida? —Reí.
—Eres una estúpida —Volteé para verle a ella.
—George jamás sonríe — dijo Jerry dándole una mordida a su sándwich de atún—. Es increíble que lo hiciera.
—Lo sé —Dí la media vuelta para ver a Leyva, pero éste.. ya no se encontraba allí.
Mierda, ¿Qué ha ocurrido recientemente?.
—Adiós chicos, debo ir a clase —Me despedí—. Luego hablamos Gaby; Jerry, buena suerte el Viernes.
—Gracias, hasta pronto ____ —Habló Jerry.
—Bye —Gaby dijo.

 Hice lo de siempre; quitar mis libros de texto del casillero, dirigirme al aula correspondiente y tomar asiento en uno de los bancos disponibles.

El maestro entró al aula número once.
—Muy buenas tardes estudiantes —Saludó él.
—Buenas tardes profesor Michaels —Musité sin interés alguno al igual que los demás.
—Tengo buenas noticias —Dijo mientras situaba sus libros y cuadernos sobre el banco capitán—. Cambiaré de asientos en mi clase, ahora no podrán estar con sus amistades y charlar toda la clase —Abucheamos—. Tendrán que retirar un pequeño papel de ésta cajita azul, donde estará el apellido de alguno de ustedes. Tomarán sus cosas y se dirigirán donde el alumno o alumna que les haya correspondido.
 
Persona por persona fue levantándose y tomando un papel. A algunos les gustó con quien les tocó, mientras que otros simplemente odiaron esto.
—Señorita Parker, su turno —Avisó el profesor.

Bufé y con pereza me dirigí a la absurda cajita. ¿Cuál era el fin de todo esto?. Tomé el primer papel que encontré, para luego, leerlo.

Mierda. Esto debe ser una trampa.
—¿Apellido de su acompañante de banca? —Cuestionó el maestro.
—Agh, Leyva —Musité enfadada.
—Bien, prosigamos —Habló él.
 Dí la media vuelta con mis dientes apretados y tomé mis cosas para dirigirlas a un lado de George. Ni si quiera había notado su presencia en el aula.
Me dejé caer pesadamente sobre la silla.

—Bien chicos, deben abrir su libro de texto en la página “69” y responder el corto cuestionario de cinco preguntas de abajo. Luego, deberán comparar sus respuestas con la persona que tengan de compañero de banco.

 ¡¿Es en serio?!. Vale, si que es un complot contra mi.
—¿Tienes tu libro? —Pregunté a George.
—Es claro que sí. No soy un tarado, Parker—Musitó enfadado.

Contesté lo que debía en silencio. Ya tenía todo listo, pero ahora venía la peor parte del complot. Comparar mis respuestas con George.
—¿Quieres comparar nuestras respuestas? —Cuestioné algo fría.
—No.
—¿Oirás la mía?.
—No.
—¿Por qué sonreíste en la cafetería?.
—Cosas mías —Se tornó más frío que un hielo.
—Eres insoportable —Dije con furor.
Cerré mi libro con fuerza, haciendo que mi extremidad izquierda rozara con la derecha de George.

 Una extraña sensación recorrió mi cuerpo. Era agradable y desagradable al mismo tiempo; pero, ¿Por qué ocurría esto?.

Narra George.

______ cerró fuertemente su libro, y gracias a sus bruscos movimientos, nuestros brazos se  rozaron y un montón de sentimientos recorrieron mi organismo. Mierda, ¿Qué diablos está ocurriendo contigo George ?. Primero lo de la cafetería y ahora esto.
Estás muy mal Leyva

El chico maloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora