Mi hermana no soportaba a mi novio. Eso lo había dejado claro el primer día que lo había visto. Había arrugado la nariz disimuladamente y había negado con la cabeza. Y todavía no había cambiado de opinión.

—No necesito una razón —le dije, negando con la cabeza—. ¿Por qué te cae tan mal?

—Para empezar, se llama Montgomery.

Otra que se metía con su nombre.

—Pues... bien bonito que es ese nombre. Es original.

—Dios mío, ¿ya te has metido drogas universitarias de esas?

—Qué graciosa.

—Bueno, su nombre debería ser razón suficiente como para cuestionarte el por qué estás con él.

—La pregunta es, ¿alguna vez te gustará alguien que te presente?

—No lo sé. ¿Cómo se llama tu amigo?

—¿El de la casa?

—Sí.

—Ross.

—¿Ross?

—Bueno... Jack Ross.

—¿Ves? Jack es un nombre normal.

Negué con la cabeza.

—Tengo que ir a ducharme, Shanon.

—¿Y vas a venir por Navidad? —me preguntó—. Porque es dentro de dos meses. Y mamá ya me ha dicho que hará comida para todos.

—Claro que iré —le aseguré—. Si encuentro la forma de pagarme el billete del avión.

—El cumpleaños de mamá es en un mes y también deberías ir.

—Shanon, no tengo dinero...

—Si no vas —me dijo lentamente— pienso ir a agarrarte de la oreja y a humillarte delante de tus nuevos amigos, ¿me has oído?

—¿Ya te ha salido el espíritu de madre malvada?

—Ya me has oído —se relajó—. Ahora, ve a buscar una manera de pagarte el billete.

Colgué el móvil y entré en el edificio justo en el momento en que una anciana también lo hacía. Le sujeté la puerta y ella me sonrió. Esperamos las dos juntas al ascensor. Pensé en decirle algo, pero no se me ocurría nada interesante, así que me mantuve callada.

—¿Vives aquí? —me preguntó ella, al final.

—Eh... sí, bueno, es temporal.

—Ya veo —comentó, y parecía divertida.

No entendí nada, así que sonreí, algo incómoda, y esperé el ascensor.

—¿En el piso de los chicos del tercero?

—¿Los conoce?

—Sí, llevo viviendo aquí muchos años. Son buenos chicos, ¿eh?

—Mucho —aseguré—. El dueño, Ross, me ha dejado quedarme gratis. Ni mi mejor amiga me hubiera dejado.

—Suena como un buen chico.

—Lo es —aseguré, con una sonrisa tonta.

La borré enseguida cuando el maldito sueño vino a mi mente.

Las dos subimos al ascensor y me giré para preguntarle a qué piso iba, pero ella se adelantó y pulsó el botón del tercero.

—¿Es la vecina que tenemos en frente? —pregunté, sorprendida.

Antes de diciembre / Después de diciembreWhere stories live. Discover now