Capítulo IX - Una tarde con Priscila

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Todo por un Deseo


Capítulo IX


Una tarde con Priscila


Se escuchaban revoloteando unas aves desconocidas por fuera en el jardín, el sonido de alguna construcción a lo lejos y una alarma de automóvil, sonando en el vacío mental de nuestros protagonistas. Ambos muchachos sentían una especie de calma antes de la tormenta, que los tenía muy intranquilos, aunque de forma muy distinta. Era evidente que Leo estaba sofocado por tantos y tantos días de maltrato hacia su persona, mientras que José Carlos tenía sentimientos encontrados. A este último no le gustaba mucho que lo avergonzaran, pero la tranquilidad y quietud de volver a la niñez parecía algo interesante, no... divertido es la palabra apropiada. Dos caras de una misma moneda, que ahora se habrían de notar mucho más contrastantes entre sí, de un modo casi impensable hace sólo unos días atrás.


La niña frente a los muchachos es Priscila, una niña muy consentida de 9 años que, por su forma de ser y su baja estatura, aparenta al menos un par de años menos. Ella es alegre y espontánea, prácticamente no sabe lo que es la maldad y más aún, es más ingenua de lo que debería ser. Aun así, esta niña sabe que dos muchachos "grandes" en pañales no es algo de todos los días. Por esta misma razón, su curiosidad la ha llevado a hacer la pregunta ineludible:


- ¿Por qué estás usando pañal?


Dice la inquieta Priscila mientras no puede dejar de observar a José Carlos. Él por otra parte no sabe qué ha de responderle, no tiene la menor idea de qué tipo de excusa podría librarlo ahora. Sólo sabe que está expuesto en pañales y que su mejor alternativa es que todo esto fuera un sueño.


- Oye, ya pues, dime qué es.


De este modo se impacienta aún más la pequeña, mientras despeina a su muñeca y no aparta la mirada de su presa. Por lo pronto, en el otro lado de la habitación, Leo se esconde inútilmente en un rincón. El equivalente perfecto de un payaso de colores tratando de esconderse en la espesa jungla. De hecho, se pone tan nervioso que suda demasiado, tanto que hasta el pañal comienza a sentirse incómodo en su piel.


- Vamos, vamos... dime, ¡no te quedes así como estatua!


Priscila se impacienta y comienza a dar patadas en el suelo. Su curiosidad y el haberse sentido divertida al ver lo que vio, ahora se comenzaba a convertir en enfado muy rápidamente. Decirle que no a esta niña era una muy mala idea y José lo estaba haciendo sin quererlo. Le daba vueltas la cabeza tratando de hallar una buena excusa y sólo se confundía más. Unos momentos tensos más pasaron y fue Leo quien decidió intervenir, aunque tampoco sabía muy bien lo que hacía.


- Este... verás, lo que pasa es que... estamos castigados.


Por un instante ella se sintió frustrada de que la respuesta no saliera de José. Luego, giró la cabeza para ver a Leo y este se quiso parar firme para aparentar autoridad, aunque con el pañal eso resultaba inútil. Es más, Priscila se sonrió y esto no le pareció divertido a Leo, sin embargo se contuvo al pensar que era solamente una niñita, en una casa ajena además. Ambos se vieron por unos segundos muy largos hasta que se rompió el silencio nuevamente.

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