Capítulo 1 - Un primer y gran amor

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Era un día de invierno, el suelo estaba finamente tapizado de nieve y fue ahí, cuando Hiccup Horrendous Haddock III conoció a Elsa Arendelle; su piel blanquecina, sus bellos ojos azulados, sus finos y rosados labios, su pelo semi blanco y un lindo vestido azul que llevaba puesto combinaban a la perfección con el paisaje ¡Dios, era hermosa! Sin duda la chica más hermosa que jamás había visto y de la cual había quedado enamorado desde el primer instante en que la vio.

De pronto, sus miradas chocaron; la de él con la de ella y la de ella con la de él, no hubo palabras, pero con esa simple mirada ambos quedaron cautivados el uno por el otro.

Y así, a primera vista se enamoraron.

A su escasa edad, ellos estaban completamente seguros de que se habían enamorado perdidamente, y unas cuantas semanas después de conocerse ya eran novios.

Hacían una hermosa pareja, todos decían eso. Era imposible negar su amor, sus sonrisas y esas tiernas miradas lo decían todo, era un amor puro.


Al cabo de poco más de medio año juntos, decidieron casarse. Sólo tenían diecisiete años pero aquello no les importo, sin duda estaban enamorados y nadie que los viera juntos podía decir lo contrario. Ellos eran felices juntos, de eso no había ni una sola duda, es más, quienes conocían a Elsa sabían perfectamente que ella nunca había sido tan feliz desde la muerte de sus padres años antes. Hiccup le hizo olvidar su sufrimiento y soledad, no obstante, los tutores de Elsa nunca aprobaron su noviazgo y jamás permitirían que la señorita, Elsa Arendelle, se casara con un donnadie, como ellos llamaban a Hiccup Horrendous Haddock III, después de todo, ¿qué futuro le esperaba a Elsa con él? Él no la merecía, ella era demasiado para él.

-Elsa, comprende, no puedes andar con alguien inferior a ti... es un don nadie que no te podrá brindar un buen futuro, si deseas casarte con él tendrás que renunciar a tu herencia.... recapacita, Elsa, tú eres muy superior a él... por tus venas corre sangre de la realeza.

-Tienen razón -dijo Elsa enfadada, sus mejillas, antes pálidas habían adquirido un tono rojizo-, soy descendiente de una gran familia imperial, pero yo nunca podré acceder al trono, para empezar, nadie en esa familia me conoce ni a mí, ni a mi hermana ¿y saben por qué? Porque uno de mis antepasados renuncio a su título por amor, y si él no lo hubiera hecho, ustedes no tendrían el trabajo que ahora tienen... si mis padres aún vivieran estoy segura de que estarían de acuerdo conmigo y dejarían que me casara con él y no me quitarían mi herencia.

-Pero ellos no están aquí ahora para aprobar este casamiento y el testamento estipula que para que reciba su herencia debe tener la mayoría de edad, requerimiento que aún no ha alcanzado señorita, y además, debe estar casada con alguien de la misma posición que la suya.

-Eso no es cierto, el testamento no decía eso.

-Pero ahora lo dice ¿estás dispuesta a renunciar a tu herencia?

-Déjenme hablar con ella -dijo Gerda, la mujer que desde la muerte de sus padres cuido de ella y de su hermana-, Elsa ven conmigo -Elsa la siguió hasta que estuvieron en una habitación a solas-, ¿qué piensas que estás haciendo? ¿piensas renunciar a tu herencia?

-Si es la única manera en la que me dejaran casarme con él, sí.

-Pero querida, sabes que necesitas de ellos, sólo ellos pueden protegerte.

-Ellos aún no lo saben... y nunca lo sabrán, a menos que tú se los digas.

-Nunca se los diría, hice un juramento y prometí siempre protegerlas, a ti y a tu hermana.

-Entonces no tengo nada que perder más que el dinero y las propiedades que me dejaron mis padres... ¿qué son el dinero y las propiedades en comparación al amor? Nada. Nunca algo ha podido, no puede, ni podrá superar al amor.... yo sólo quiero ser libre para elegir lo que quiero hacer y no me importa renunciar a esta vida por mi libertad y mi felicidad con él.




-¿Puedo pasar? –preguntó Anna al otro lado de la puerta de la habitación de su hermana-.

-Claro –respondió Elsa al momento que abría la puerta de su habitación-.

-Gerda me ha dicho que quieres renunciar a tu herencia para que dejen que te cases con Hiccup ¿es cierto?

-Sí y espero que tú lo entiendas, yo lo amo y quiero estar con él toda mi vida, la herencia no me importa para nada, lo único que me importa ahora es él. Si vienes a hacerme cambiar de parecer, te informo que ya tomé una decisión y ya renuncié a la herencia... ellos y yo logramos llegar a una acuerdo... me darán un cuarto de la herencia, con eso me alcanza y me sobra para vivir bien, después de todo, quieren lo mejor para mí, aunque claro, ellos esperaban que yo me casara con algún millonario, pero ya sabes, en nuestra familia siempre hemos sido tercos y nunca nada nos ha importado más que el amor, aunque eso signifique renunciar a las riquezas.

-Te comprendo Elsa, y quiero que sepas que cuentas conmigo en cualquier momento, si algún día necesitas algo ya sabes que yo estaré dispuesta a ayudarte.

-Lo sé, Anna –dijo Elsa y se dieron un abrazo-.





Al cabo de un mes se celebró la boda, fue sencilla, sí,  pero a la vez elegante y hermosa. Se celebró durante el invierno, en el mismo lugar y fecha en la que se conocieron.

Elsa se veía hermosa con el vestido blanco con tonos azules que utilizo para la boda, sus tacones blancos, y sus finos aretes en forma de copos de nieve, era tan hermosa; ella y el paisaje combinaban a la perfección, era sorprendente. Hiccup, por su parte, porto un traje azul con detalles en blanco. Todo fue maravilloso. Uno de los días más felices de ambos.

¿Lo ves papá? Te puedes volver a enamorarWhere stories live. Discover now