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—¿Me puedes explicar donde estamos?—pregunte mientras ambas estábamos tendidas en un campo de flores que nunca había visto

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—¿Me puedes explicar donde estamos?—pregunte mientras ambas estábamos tendidas en un campo de flores que nunca había visto.
—Después, ahora; ¿De verdad quieres seguir siendo su amiga?—preguntó Morgana con una ceja alzada—. Si ya desconfía de ti, tal vez mañana traté de envenenarte.
—Punto uno; Harry jama haría eso, y punto dos; Harry es Harry, no Merlín—dije poniendo mis manos sobre mi estómago.
—¿Estas seguuuuura?—me preguntó, yo hice una mueca y me quede en silencio.
—¡Diablos Morgana! ¡Deja de ponerme en duda!
Ella se encogió de hombros viendo el cielo.
—Solo digo que si de verdad fuera tu amigo te pediría perdón de rodillas, no te puede culpar por algo de lo que no tuviste control. No es tu culpa ser la hija de Serio Black.
—Sirius Black—la corregí—. Pero bueno como te seguía hablando ¡La alfombra es estupenda! Casi me maté como cinco veces pero es mucho mejor que una escoba.
—¿Y de quien era?—preguntó curiosa.
—No lo se—me encogí de hombros—. Pero...
Sin embargo un grito nos interrumpió a ambas.
—¿Es de aquí?—pregunte tomando mi varita, ella negó con la cabeza, sentándose.
—Alguien en Hogwarts está gritando—ella me dijo antes de que todo se desvaneciera y yo despertara.
—¿Que pasó?—pregunte en cuanto desperté, mis amigas y compañeras habían salido de la cama y habían abierto la puerta confundidas.
—Es...es Sirius Black—Hermione dijo con la voz amortiguada—. Parece... parece que fue a el dormitorio de los chicos...y tenía un cuchillo.
—¿Qué?—grazne, hice las mantas a un lado y en cuanto me pare de la cama me agarre a la muralla, sintiendo náuseas—. Hermione...no...no me siento bien.
Comencé a respirar agitadamente, oh por Merlín, Sirius Black quería matar a Harry, y así de fácil había entrado a su dormitorio con un cuchillo ¡podría haberlo matado! Si es que no está...
—Harry...él...—comencé a hablar pero sentí que el aire ya no era suficiente, quería más, necesitaba más era como si lo estuvieran sacando, mis manos comenzaron a temblar y me senté en el suelo, Hermione se arrodilló a mi lado preocupada. Sentía un hormigueo en mis extremidades y mis manos no paraban de temblar, mientras mi pecho se comprimía, me sentía débil y sofocada, todo se sentía muy irreal.
—Laila, Laila mírame—Hermione dijo mientras todas las otras chicas salían para investigar—. Laila dime el nombre de todas las criaturas mágicas alfabéticamente.
—Yo...eh...—me puse una mano en el pecho—. Hermione no puedo respirar...
—Concéntrate. Tú puedes—me insistió.
—A...Acromantula, Aetho...Aethonan, Arp-Arpía, Ashwinders, Augurey...—sentí una especie de relajación que llenó mi cuerpo poco a poco.
—Vas muy bien, sigue.
—Babosas, Banshee, Basilisco...—di un suspiro, cerrando los ojos y apoyando mi cabeza en la pared—. ¿Que me pasó?
Hermione me trató de sonreír pero solo me miro con pena.
—Creo que acabas de tener...un ataque de pánico por Harry.
—Ah...genial—lo dije como si fuera una grosería.

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En la torre de Gryffindor nadie pudo dormir aquella noche. Sabíamos que el castillo estaba volviendo a ser rastreado y todo el colegio permaneció despierto en la sala común, aún casi temblando tuve que ir por órdenes de McGonnagal, esperando a saber si habían atrapado a Black o no. La profesora volvió al amanecer para decir que se había vuelto a escapar.
Por cualquier sitio por el que pasara al día siguiente encontraba medidas de seguridad más rigurosas. El profesor Flitwick instruía a las puertas principales para que reconocieran una foto de Sirius Black. Filch iba por los pasillos, tapándolo todo con tablas, desde las pequeñas grietas de las paredes hasta las ratoneras. Sir Cadogan fue despedido. Lo devolvieron al solitario descansillo del piso séptimo y lo reemplazó la señora gorda. Había sido restaurada magistralmente, pero continuaba muy nerviosa, y accedió a regresar a su trabajo solo si contaba con protección. Contrataron a un grupo de hoscos troles de seguridad para protegerla. Recorrían el pasillo formando un grupo amenazador; hablando entre gruñidos y comparando el tamaño de sus porras.
Ron se convirtió de repente en una celebridad. Por primera vez, la gente le prestaba más atención a él que a Harry, y era evidente que a Ron le complacía. Aunque seguía asustado por lo de aquella noche, le encantaba contarle a todo el mundo los pormenores de lo ocurrido.
—Estaba dormido y oí rasgar las cortinas, pero creí que ocurría en un sueño. Entonces sentí una corriente... Me desperté y vi que una de las cortinas de mi cama estaba caída... Me di la vuelta y lo vi ante mí, como un esqueleto, con toneladas de pelo muy sucio... empuñando un cuchillo largo y tremendo, debía de medir treinta centímetros, me miraba, lo miré, entonces grité y salió huyendo.
Comí mi cereal tratando de no oír la descripción de mi tan llamado padre psicopatía.
—Pero ¿por qué se fue? —preguntó Ron a Harry cuando se marcharon las chicas de segundo que lo habían estado escuchando.
Y es que a mi igual me carcomía la duda. Si Black quería matar a Harry, porque no había decidido silenciar a Ron y luego dirigirse hacia la de Harry? Black había demostrado doce años antes que no le importaba matar a personas inocentes, y en aquella ocasión se enfrentaba a cinco chicos indefensos, cuatro de los cuales estaban dormidos, y eran niños en Magia comparados a él.
—Quizá se diera cuenta de que le iba a costar salir del castillo cuando gritaste y despertaste a los demás —dijo Harry pensativamente—. Habría tenido que matar a todo el colegio para salir a través del retrato... Y entonces se habría encontrado con los profesores...
Harta de seguir oyendo sobre mi padre asesino me levante de la mesa rápidamente, sin querer hablar con nadie cuando llegaron las lechuzas, y Neville se atragantó cuando una enorme lechuza aterrizó ante él, con un sobre rojo en el pico, antes de irme fui hacia él y le puse una mano en el hombro,
—¡Corre Neville, todavía tienes tiempo!—le grite.
Neville no necesitó oírlo dos veces. Tomó el sobre y, sujetándolo como si se tratara de una bomba, salió del Gran Comedor corriendo, mientras la mesa de Slytherin, al verlo, estallaba en carcajadas. Oímos el vociferador en el vestíbulo. La voz de la abuela de Neville, amplificada cien veces por medio de la magia, gritaba a Neville que había llevado la vergúenza a la familia.

LAILA ES UN BEBÉ Y DEBE SER PROTEGIDA A TODA COSTA

Laila Scamander y El Prisionero De AzkabanWhere stories live. Discover now