El reino de las nubes

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Aladdín había salido al jardín del palacio para entretenerse, le encantaba estar al aire libre y sentirse con libertad, algo que Alibaba gustaba mucho de él. El rubio caminaba en los pasillos del palacio contento haciendo su trabajo y firmando papeles aún andando.

Suspiraba, aquel pequeño era alguien travieso cuando se trataba del reino del Sol, veía su bastón de oro que con el podía controlar el elemento y hasta ciertas cosas. Recuerda el día que fue coronado, mucha gente reía y sonreía con orgullo demostrando el honor en que aceptaban al nuevo rey.

El castillo usualmente se sentía vacío, siempre era órdenes por aquí y órdenes por allá, tenía que estar encerrado de la estructura sirviendo a su gente y eso estaba bien aunque también se sentía solo. Su hermano el delgado estaba a su servicio todos los días ayudándolo, se sentía nervioso ya que no acostumbró a que las personas lo tratarán tan servicial.

Respiró hondo, está vez parecía que iba a terminar sus deberes obteniendo unos cuantos minutos de descanso. Al acabar se dirigió al jardín donde estaría su amigo.

Pudo ver como el pequeño corría alegremente sin demostrar cansancio, sonrió mientras se dirigía a él.

- Hola, Aladdín. ¿Qué tal el sol?. - Suspiró relajándose.

- Bien. - Se estiró alegre hasta que sintió unas chispas de agua tocar sus hombros. - No me dijiste que habría lluvia.

Sintió como sus pupilas se dilataron, el terror recorrió su cuerpo, ya sabía lo que significaba y no quería que volviese a ocurrir.

- Es que hoy no iba a ver lluvia. - Agarró el brazo del pequeño corriendo a toda velocidad asustado, podía ver como las nubes tapaban el sol y se ponían oscuras.

La lluvia no tardó en aparecer aunque algo brusca, siguieron corriendo hasta llegar adentro del palacio donde se vio todo el alboroto.

El agua caía con gran fuerza mientras la gente del pueblo corría hacia sus casas y otros usaban los árboles como refugio. Truenos, el agua cayendo como cataratas, sí, ya sabía que pasaba.

- No otra vez. - Hizo un gesto bastante divertido de negación.

- ¿Qué ocurre?. - El pequeño lo miraba

- Bueno, no sé si te a ocurrido pero aquí como la reina Kougyoku se encarga de la lluvia. En algunas ocasiones hace berrinche, sus berrinches suelen ser tan catastróficos que trae las nubes a algunos reinos provocando desastres. - Suspiró mientras se ponía nervioso.

- No, no me a ocurrido. Mis padres hicieron una barrera de protección en todo el reino que vigila que ningún desastre natural venga para que después se destruya el reino. - Miró curioso la tormenta que hacía la princesa.

El rubio camino en círculo nervioso, pensaba y pensaba que podía hacer, está tormenta era inusual de ella, ya estaba durando mucho y no podía dejar que el reino se destruyera por eso.

- Traigan a Kouha. - Ordenó a Amón quien se acercó a el.

- Enseguida, su majestad. - Se desapareció.

Se podía escuchar como el agua inundaba el pueblo, tragaba en seco aún más asustado, no podía usar su poder para despejar las nubes, no se podía ya que la reina podía sentir el ataque del otro y provocaría ciertas discusiones, conociendo de ella se haría un alboroto demasiado grande.

Miraba y miraba el desastre que se armaba, se aferró a su bastón observando la ventana que los protegía. Tenía que buscar la manera de que todo esto no se saliera de control pero, ¿Cómo?.

- Ya estoy. - Sonrió ignorando lo que ocurría haya afuera. - ¿Qué ocurre?.

El rubio lo giró mirando hacia la ventana: - Eso es lo que ocurre. - Dijo mirando al pelí rojo que este sonreía sin más.

El rey del sol y el príncipe de las estrellas (Alibaba x Aladdín)Where stories live. Discover now