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Me desperté y me di cuenta que Bella ya no estaba. Me sentí un poco decepcionado, la verdad es que quería verla esta mañana; me hubiera encantado. Pero no importaba, ya había pasado una semana de eso, y siempre veía Bella en el club con las mismas personas, ella me sonría y nos encontrábamos en mi habitación para una noche de locura. Me sentía bien con ella e incluso podía decir que me gustaba.

Hoy planeaba decírselo, hoy nos íbamos a encontrar en el club como todos los días anteriores y sabía que nos íbamos a ir a mi apartamento, ahí sería el momento perfecto para decirle. Yo también le gustaba ¿verdad? hemos tenido noches increíbles y no creo que ella sea de aquellas chicas que solo andan con hombres por los revolcones, solo esperaba que no.

Y si, sabía que yo sí era de esos hombres que una noche, una chica diferente, pero con ella era distinto, no sabía por qué, desde el primer momento lo supe, sabía que con ella todo iba a cambiar.

Para bien o para mal.

Había entrado al club y me estaba dirigiendo directamente a la barra, a mi sitio de encuentro para ver fijamente a Bella sentada en la mesa de fondo con –quién sabe quiénes, siempre son diferentes personas, pero solo hay un chico que no cambia, uno castaño, con copete y tatuajes, pero no importaba– gente que según ella, no conocía.

Ya la había visto, pero Bella no a mi. Pedí una cerveza a Connor, me la dio gustoso y me voltee en mi taburete, para fijar mi vista en Bella hasta que la sintiera, me buscara con su mirada y encontrarme.

Así fue lo que pasó.

Me sonrió y se levantó caminando hacia la salida. Bebí toda la cerveza de un trago para caminar fuera del club hasta mi auto donde ella estaba esperándome pacientemente apoyada en éste.

Le quité la alarma y ella se metió rápidamente en el auto, suspiré, preparándome psicológicamente para lo que iba a pasar y me metí.

—Necesito hablar conti...—no me dejó terminar porqué había juntado sus labios con los míos sin darme previo aviso.

Disfrute el beso, pero cuando se separó, volví a ponerme serio.

—Bella, necesito hablar contigo—repetí. Ella levantó una ceja al ver mi seriedad en mi asunto.

—¿Qué pasa?—preguntó curiosa—. Pareces de esas mujeres que dicen eso para decir que están embarazadas...¿No estarás embarazado o si?—trató de hacer una broma.

—No, no estoy embarazado—dije con una sonrisa.

—Qué alivio. Ahora...¿podemos...?

—Me gustas—solté interrumpiéndola mirando fijamente un carro que había al frente de mi. Sentí su mirada.

—Tranquilo, Will, tú también me gustas, por eso vamos a tu apartamento...

—No. De verdad me gustas, no es atracción sexual...bueno si, un poco, pero me gustas lo suficiente para decirte que quiero ir mas allá de esto—hablé rápidamente y voltee cuando no dijo nada. Me estaba mirando con miedo.

Ay no.

—¿Me quieres?—susurró.

—Se podría decir que si.

Ella miró al frente y puso sus manos en su cara, maldiciendo.

—Íbamos tan bien, Will. ¿Por qué?—dijo entre sus manos y luego me miró—. ¿Por qué?

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué me quieres? Solo llevamos una semana, Will, no es posibl...

—No te quiero, solo me gustas lo suficiente para intentar algo más. —me excusé, sabiendo que me iba a rechazar por todo lo que estaba diciendo.

—Dios—se quejó, golpeándose la parte de atrás de su cabeza con el asiento.

—¿Es tan malo que me gustes así, Bella?—pregunté en susurro—. Eres hermosa, Bella, cualquier hombre podría enamorarse o fijarse en ti, ¿qué tiene de malo ser uno de ellos?

Bella me estaba mirando fijamente. Se veía asustada y no sabía por qué exactamente.

A menos que...

—¿Le tienes medio...?—empecé pero no me dejó terminar.

—Lo siento, no puedo con esto—murmuró bajándose del auto y alejándose del club y de mi.

Dispara. Where stories live. Discover now