XII

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Tomé el camino largo a casa. Esperaba no encontrarlo merodeando fuera de su departamento, necesitaba la azotea para mí sola. Gritar que siento miedo sin que me escuche me haría bien.

No pasó mucho para estar ahora frente a mi puerta, es probable que pasara más de tres minutos mirando lo que sea que fuera; me quedé en blanco.

"Por Dios qué te sucede, estás siendo patética justo ahora", gritó la voz dentro de mi cabeza.

Realmente lo estaba siendo pero, qué más da. Entré.
Tiré todo en el sofá, necesitaba una ducha de agua tibia. Soy del tipo de persona que así sea verano y se esté asfixiando de calor, siempre se ducha con agua tibia. Mis amigos lo saben y no dejan de decirme que soy rara en ese aspecto.

Finalmente estaba abrigada, sin nada que hacer porque no tenía ningún deber. Me sentía extraña, usualmente estoy arrancándome el cabello de uno en uno por no saber por dónde empezar a hacer todo. Ahora nada...
Retomé mi palabra entonces: necesitaba la azotea para mí sola. Y, puede que ahora sea posible.

Mantuve las luces encendidas, no quería tropezar con alguna cosa en el suelo. Mi sala estaba hecha un desastre como ningún otro.

No tardé ni un minuto en estar fuera con mi par de mantas en cada brazo. Por un lado me sentía feliz, en el sentido satisfactorio en el que piensas que las cosas resultarán del modo que esperas. Lamentablemente mi sonrisa de oreja a oreja y mi espíritu satisfactorio de que las cosas resultarán se vino abajo.
Él estaba ahí, de hecho, no podría afirmar que fuera realmente él, quien estaba ahí de espaldas tan firme como si de una estatua se tratara.

Estuve a punto de dar media vuelta cuando ese tipo se subió a las barandillas del balcón; se iba a suicidar, no tenía otra definición de su acto en pie que ese.
Corrí entonces, dejando mis manos libres para tomarlo de un solo agarre. Se inclinó más, estaba a punto de caer.
Llegué hacia él como pude, solo alcancé a tomar su camiseta, la tomé tan fuerte como pude y le rogué casi al borde de las lágrimas que se detuviera.

En toda mi vida no había sentido miedo de ver a alguien en esta situación como ahora. La mayoría de veces que vi este tipo de cosas solo fueron frente a una pantalla, pero esto era real y solo yo estaba siendo testigo directo de una posible desgracia. No podía permitirlo, simplemente no quería y no sabía qué más hacer.
Finalmente volteó hacia mí, me miró y volvió a estar a salvo bajándose de las barandillas para pisar el suelo con sus pies descalzos.

—Lo siento, no esperaba que estuvieras aquí. Quería estar solo.

—¡Eres un maldito tonto Baekhyun!
—lo tome fuertemente de la camiseta.

No dijo nada, solo se limitó a mirarme enojado.

—¿Ahora resulta que soy un tonto?, Casi caigo por tu culpa.

—¿Qué?

—¿Creías que iba a suicidarme o algo parecido? —se burló— ¿qué clase de persona crees que soy? Se me cayó una de mis medias —señaló— si te acercas como estuve hace un momento, podrás ver que se atoró.
Pero aquí entre tú y yo... eres realmente fea cuando lloras.

Si tuviera que definir a este tipo en una sola palabra en este instante sería "Idiota". Sí, y en todos los sentidos. ¿Quién hace eso por una media? Tarado.

—Pagarás por eso.

—¿Sí?

—Sí. Maldito loco —musité.

—Debería enojarme por maldecirme tantas veces pero, no sé por qué aún me da gracia cada cosa que dices. Oye, ¿ibas a llorar?

—Ahora verás —me acerqué desafiante a él.

—¿Qu-qué tratas de hacer? —dijo sin dejar de reír mientras retrocedía.

No respondí. Una vez que llegó a la barandilla estiré la mano para presionar con fuerza el golpe que traía en el rostro.
El pelinegro no tardó en gritar de dolor y me burlé. Nadie se mete conmigo.

—¡Ya, suéltame!

—Discúlpate.

—¡Lo siento!

—Bien —lo solté— ahora todo está bien.

—Como sea.

—Ven, te voy a curar esos golpes.

—No quiero.

—Entonces muérete.

—De verdad que eres cruel.

—Cruel es bueno.

—Eres imposible. Espera, escuché eso en algún lugar...

—¿Vienes o no? —grité mientras me dirigía al departamento.

—Ya voy.

Curé sus heridas sin decir o preguntarle nada. Ese momento en la azotea hizo que se me olvidara lo que iba a preguntarle.
Él tampoco dijo nada mientras lo curaba, se limitó a mirarme y a sonreír de vez en cuando.
Su sonrisa era tan linda.

Cuando acabé, le dije que esperara un mintuto mientras preparaba algo para tomar; estaba sentado en el sofá.
Para cuando volví con dos tazas de té caliente, él estaba recostado con la cabeza hacia atrás y dormía.
Pensé en despertarlo pero, no se qué me dió y lo acomodé en el sofá para que descansara.
Aparte, le dejé una nota en la mesita diciéndole que cuando despertara se fuera en silencio.
Probablemente despertaría más rato así que, esperaba que cuando se fuera no hiciera ruido. Dormir de largo se me hace difícil a en los días de semana, siempre hay algo que estudiar o repasar. Hoy estaba libre y quería dormir bien.

Lo dejé tranquilo, no sin antes cubrirlo porque hacía frío. Viéndolo tal y como estaba, cualquier persona dejaría de pensar que él sería del tipo de persona que mata a otra. Es difícil imaginarlo de este modo, aún quiero creer que no es ese tipo de persona.

[...]

Era otro día de esos en los que seguía esperándolo como todas las tardes. Pero, a diferencia de cualquier otro día, él no llegaba. Estaba a punto de anochecer, seguía jugando sola hasta que finalmente llegó.

Tardaste mucho —le dije.

Lo siento, Lizzie. Fue difícil que me dejaran salir, pero ya estoy aquí
—sonrió.

Jugamos lo que quedaba de la tarde hasta que finalmente llegó la hora de que se marchara nuevamente.

Es probable que haya un día en el que ya no vuelva más.

¿Por qué?, ¿ya no quieres verme?
—pregunté.

No es nada de eso, Lizzie. Yo estoy más cerca de ti ahora, más de lo que crees.

¿Cómo puedes estar cerca si te marchas?

Solo cree en mí —me dio un dulce beso en la frente y desapareció.

Desperté. Ese había sido el sueño más extraño que tuve, más extraño de lo que fueron mis otros sueños que continuaban la historia de este.

Ha pasado tanto tiempo desde que estos sueños aparecieron y ahora, simplemente dice que ya no estará. Es como si viviera otra vida en mis sueños, o es como si fuera una conversación subconsciente de la realidad.

Baekhyun aún estaba en el sofá, no se había ido por lo que tiré la nota a la basura.
Me acerqué a él con la intención de despertarlo pero a cambio, me quedé observándolo. Mejor dicho, observando su cabello. Se veía tan igual como el niño de mi sueño. Pero no es él, obviamente no lo es.

Me pregunto si ese niño de vedad estaría cerca de mí como dijo. Si de verdad lo estaba, solo espero que me lo diga o al menos me dé una señal que es él.
Probablemente no notaría ninguna señal aunque fuera evidente. Creo que la única manera de notar que se trata de él es llamándome de la manera que sólo él conoce, porque él fue quien me dió ese nombre: Lizzie.

Todo De Ti | BaekhyunWhere stories live. Discover now