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Mientras mi padre enseña las distintas esencias, explicando sus componentes, debo confesar que mi mente esta en otro lugar. Se encuentra junto al recuerdo del príncipe negándose a estar presente.

Inspiraba rebeldía y educación al mismo tiempo. Debe ser difícil atender todos los asuntos de una nación, ir a eventos sociales como a los que lo he visto asistir y le han hecho merecedor de las primeras planas del notidiario.
La vida aquí debe ser agotadora y monótona.

- ¡Emily!

Siento un fuerte apretón en la mano, junto a un susurro molesto de mi padre, que de inmediato me saca de mis pensamientos.
Lo miro aún perdida de lo que ocurre en mi entorno hasta que él vuelve hablar.

- Hija, podrías buscar mi maletín - Dice amablemente al notar lo desconcertada que estoy- al parecer lo dejé en la sala principal.

Volviendo a la realidad, realizo una reverencia ante la reina quien me regala una sonrisa y sintiéndome torpe salgo del gran salón.

Mientras hago mi recorrido, veo al hombre que anteriormente llamaron como Atelmoff salir de unas de las oficinas del palacio.

Inmediatamente mis pasos actúan más rápido que mi mente y antes de enterarme ya estoy caminando hacia allá.
La puerta se encuentra a medio cerrar y atribuyéndole mi comportamiento a la curiosidad, observó a escondidas lo que aguarda adentro.

Mi corazón palpita atropelladamente al ver al príncipe con sus brazos apoyados en un escritorio, luciendo una camisa blanca recogida hasta los codos, que se ajusta a sus fornidos músculos, junto a un pantalón negro que se acomoda grandiosamente a sus largas piernas.

Su cabello desordenado acompaña su nariz recta y perfecta, sus labios entre abiertos dejan escapar el aire entre cada respiración y sus pómulos fuertes y definidos, crean una imagen digna de ver. Se nota ansioso, mirando a la ventana frente a él, pasa sus manos por el cabello despeinándolo más, su pecho sube y baja de forma frenética.

- ¿Puedo ayudarla en algo, señorita?

Una voz a mi lado me hace sobre saltar, me giro para encontrar un guardia real, vigilándome con cautela.

- No, discúlpeme, me perdí buscando la sala principal. - Miento.

En realidad, solo quería espiar al príncipe unos segundos más, pero mi intento por ser sigilosa ha fracasado monumentalmente.

- Permítame guiarla - Me da una señal con su mano para que lo siga.

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La presentación del perfume terminó sin más y a decir verdad no recuerdo lo que pasó, estuve absorta en mis pensamientos todo el tiempo.

Me marcho del palacio sin volver a verlo y con la decepción de saber que él ni siquiera me miró.

Mientras camino con mi padre por la calle, veo un grupo numeroso de guardias marchar de manera sincronizada, formando una línea fina por la calles.

El uniforme azul y vino se asemeja al mar teñido de sangre. Es inquietante a la vista y más al sumarle el hecho de ver las armas que cuelgan de sus hombros.

El perfume del Rey. [Rey 1] YA EN LIBRERÍAS Where stories live. Discover now