Capítulo 9

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ASECHADOR

Otra noche que no puedo dormir, intento relajarme y dejar a un lado el temor para descansar, incluso intentare contar ovejas saltando de un cerco para poder dormir, cierro los ojos y empiezo a contar: uno, dos, tres, cuatro, cinco, no funciona, parece que el sueño me ha dejado plantada, mis parpados se abrieron dejándome ver el techo que está cubierto de teja, rogué a mis padres para dejar encendido la linterna que está en la mesita de noche que esta entre medio de la cama de Adam y la mía. Y aquí estoy de nuevo en esta cabaña, con el cabello recogido en forma de cola de caballo con una blusa de tiras color negro y con un short de tela fina en color café claro, recostada en una cama que no estoy acostumbrada más que a la mía, la extraño. El piso es de madera en realidad todo aquí es de madera, debieron ponerle algo en la madera para que no se apolille y que este en buen estado.

Me moví y me recosté de lado, de inmediato mis ojos se centraron en mi hermano, acostado en su cama cubierto de la cintura para abajo con las sabanas azules que tanto le gusta, tenía puesto una camiseta blanca un poco ajustado a su cuerpo, hacía que sus músculos se notaran, su cabello cubría un poco la frente, de seguro que Rous le gustaría ver esto. No entiendo cómo puede dormir, pareciera despreocupado, ¿Cómo lo hace?

De pronto un llanto muy fuerte se escuchó por fuera, me estremecí del miedo, pero lo reconocí, es el grito de un mono, eh escuchado que, si cruzan por su territorio, toda la manada empieza gritar y tirar sus eses a quien sea que se atraviesan por su zona, espero no encontrarme con ellos.

Parece que ahora todo está tranquilo de lo normal desde que llegamos al pueblo acompañado del policía, el camino fue un poco largo, pero estábamos seguros, aunque eso pensaban los demás. Mientras caminaba junto a Damián a la espera de que aparezca esa vestía que se presentó en frente de todos, él decía nunca ha visto un animal así de grande, ya que él iba de casería muy a menudo con sus amigos y regresaban con jabalís.

Unos que otros niños iluminaban fuera de la carretera con la idea de que pudiera regresar, mientras que otros tenían puesta en el suelo para no tropezar, incluso el policía iluminaba poniéndose el primero en el camino, el silencio se rompió y platicaban sobre incendio y la enorme vestía. El viento cada vez era un poco más fuerte, hacía que el cabello de las mujeres flotara sobre el aire. A pocos minutos hemos llegado al pueblo, el humo ya ha desaparecido y solo quedaba el olor a madera quemada, solo la patrulla estuvo estacionada en la primera casa dentro de eso estaban los ancianos y el policía.

Empecé a recordar la conversación que tuve con Damián sobre la fiesta en pueblo vecino, no quisiera ir, pero acepte la invitación.

– Debo estar loca –. Dije a la oscuridad del cuarto. De pronto una voz masculina sonó entre el lugar. – Recién te das cuenta –

– Creí que dormías ¿tuviste un mal sueño? – pregunte.

– No, no nada que ver, iré por un poco de agua – aparto las sabanas de sus piernas y se puso de pie caminando directo a la puerta, al girar la cerradura hizo un pequeño chillido en el cuarto.

– Está bien – respondí mientras contemplaba mirando a Adam saliendo del cuarto desapareciendo en la oscuridad.

Paso cinco segundos y el no hacia ningún ruido, me levante sentada sobre la cama y lo llame por su nombre, pensando que algo le quito la voz y le está haciendo daño. – Adam!– dije mirando hacia el interior de la puerta.

No respondía, sentía como el miedo se apoderaba de mí otra vez, hasta que una luz salió de la puerta y me calme soltando el aliento.

– Silencio que despertaras a nuestros padres– respondió finalmente.

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