Capítulo 13

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—Otra vez — oigo que pide en voz baja pero con emoción.

—Bueno, bueno, una vez más — acepta él en voz baja.

Luego de unos segundos escucho la risa traviesa de Lily y cómo da unos brinquitos.

Me siento en la cama y volteo a mirar a los dos que están ya despiertos. Belcebú está sentado a la orilla de la cama mientras mi hermana está parada frente él.

—¿Qué hacen? — pregunto con voz ronca.

—Bel está haciendo fuego — contesta ella feliz.

—Que raro, Bel haciendo fuego, nunca lo había imaginado.

Mi hermana es demasiado pequeña como para saber exactamente lo que es un demonio, y los poderes de Bel la maravillan como a cualquier niño de su edad.

—Tenemos junta — le recuerdo parándome de la cama.

—¿Junta de qué? — pregunta Lily.

—Con los ángeles y demás — contesto mientras me cambio de ropa —. Cosas de grandes.

—Iré con mamá — decide antes de salir corriendo de la habitación.

—Tú hermana es linda — comenta mirándome desde la orilla de la cama.

—Todos dicen eso — acepto recordando que Luzbel también lo mencionó una ocasión.

Ya pasó poco más de un mes desde el día que se fue, la verdad le extrañado un poco, cuando pensé que lo tenía de vuelta solo fue una prueba.

Aún estoy enojada con él y eso no cambiará, me ha lastimado ya demasiadas veces, y en parte creo que ese enojo me ayuda a sobrellevar la situación y no extrañarlo tanto ni ir lloriqueando por todas partes.

Sólo que esta vez creo que es definitivo. No volverá, y si lo hace será solamente para darle alguna orden a sus ángeles o ese tipo de cosas que debe hacer un comandante.

—Vamos — pido una vez que me he cambiado.

Se para de la cama y camina hasta donde estoy, me rodea los hombros con un brazo y me estrecha contra sí. Siento una sacudida, el piso parece moverse debajo de mis pies y ya no estoy en mi habitación.

—¿Cuándo planeas dejar hacer eso? — le reclamo tambaleándome. El simplemente me guiña un ojo y se separa de mí.

—Seré breve — Rafael habla sobre los murmullos de todos —. Hace un tiempo hubo una propuesta sobre cómo identificarnos entre nosotros, los del bando contrario usan brazaletes de oro, no solo para identificarse ante los demás, sino para tener acceso a su abrigadero. En este caso necesitamos algo para saber quién es de los nuestros, obviamente no tenemos la tecnología ni los medios para hacer algo tan avanzado, pero lo único que necesitamos es identificarnos.

—¿Y cuál es la propuesta? — pregunta James en tono tranquilo. Después de que le di el balazo en la rodilla ha dejado de ser tan odioso con todos.

—Hay unos chicos que dicen que saben hacer tatuajes — explica lentamente, como si pudiese equivocarse con lo que está diciendo.

—¿Kallen? — pregunta James.

—Así es.

—No sé como piensan hacer un tatuaje si no tienen nada de sus cosas.

—Ahí está el detalle — inquiere Rafael —. Alguien tendrá que ir por sus cosas, pero eso no es problema, veremos quien lo hace.

—Iremos nosotros — se ofrece enseguida Bel —. Tardaremos menos.

—Estoy de acuerdo — acepta Gaderel antes de que el arcángel pueda negarse —. ¿Una manzana? — le pregunta a Kate con voz tentadora mientras extiende la fruta roja hacia ella.

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