Capítulo 3

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En verdad hay poca gente aquí, reconozco a unas cuantas personas, que igualmente en su mayoría formaban parte del alumnado de la escuela.

No tienen electricidad, lo que les queda de comida ya está en uno de los camiones, y chicos entran y salen por una de las puertas traseras a llevar todo lo que pueden.

—Pensé que no vendrían — admite Shelsy antes de abrazarme con fuerza.

—Te dije que lo haríamos.

—Lo sé, supongo que es el miedo a no recibir ayuda... hemos estado en estas condiciones desde hace demasiado tiempo, apenas y logramos contactar con ustedes.

—Claro, fue un gran logro. En la fortaleza están emitiendo una onda de radio ahora.

—¿En serio?

—Sí, esperamos encontrar más gente y que puedan acudir a donde estamos. Lo único que queremos es salvar a los más posibles.

—Lo sé, es nuestra única esperanza, si nos unimos tenemos posibilidades de sobrevivir.

—Shel — un tipo se para junto a nosotras, es alto, cabello negro y ojos claros, tiene la barba un poco crecida y algunos tatuajes en los brazos —, he hablado con los demás y acordamos salir de aquí a las ocho en punto, ¿lo autorizas?

—¿No podríamos irnos antes? — pregunta frotándose los brazos como si tuviera frío. Supongo que el ambiente lúgubre del lugar hace sentirlo aunque no lo haga.

—Es más seguro, para las ocho habrá obscurecido y no nos verán mientras vamos para allá.

—Nos verán de todas formas — inquiero con voz neutra.

El chico parece notar mi presencia, voltea a verme y me observa de arriba a abajo con desprecio.

—Eso no es cierto — brama.

—Lo es, son ángeles. Ven perfectamente bien de noche, de nada sirve la hora a la que salgas.

—Tú como podrías saber eso.

Me quedo callada entonces. Claro que lo sé, lo sé mucho mejor que nadie. El ángel con el que viví me hacía burla por no poder verle en la obscuridad.

—Está bien — acepta Shelsy —, salimos a las ocho.

—Increíble — el chico da la vuelta y desaparece del lugar, a mí me dan ganas de aventarle algo, pero me quedo callada mirando al suelo.

—Discúlpalo — pide Shelsy —, es un poco agresivo a veces...

—Da igual, está bien... ¿hay algún baño?

—Sí, por aquí — ambas comenzamos a caminar, todo el lugar está de un lado a otro recogiendo cosas y llevándolas para afuera.

No sé dónde está Kate o alguno de mis amigos, todos nos separamos para revisar algunas cosas y no he vuelto a saber de ellos.

—Si necesitas algo estaré donde me encontraste — avisa señalando hacia la puerta del baño.

—Gracias, te buscaré en un rato.

—Claro.

Le dedico la sonrisa más amistosa posible, sin embargo ya no se me da bien sonreír, a veces creo que hasta he olvidado cómo se hace.

Empujo la puerta y entro en silencio, este lugar está aún más oscuro que el resto del instituto. Sin embargo, igualmente es el único que no está repleto de personas, soy la única aquí adentro.

Me recargo sin fuerzas en el lavamanos, observo lo poco que logro ver de mi reflejo en el espejo, tanto por la oscuridad como por la suciedad del cristal.

Apocalipsis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora