- ¿Lo dices en serio? - María José se secó las mejillas y la miró expectante.

- Tan en serio que ya se lo dije a mi mamá - fue sincera - las cosas pasan por algo y si toda esta mierda no es una señal, no sé entonces qué es.

- Ernesto está afuera con Mafe - le contó con una sonrisa - dijo que se va a quedar el tiempo que sea necesario, así que podemos irnos con él.

- ¿Está aquí? - Daniela estaba sorprendida - ¿No estaba en Miami?

- Vino apenas le conté - le explicó - está muy preocupado.

- Dile que pase - Dani sonrió con emoción - quiero conocerlo.

- ¿Sí? - Poché se alegró al escuchar eso.

- ¡Sí! - Calle rió - ve a buscarlo.

La morena esperó un buen rato, supuso que el chico estaba poniendo un poco de resistencia. Por lo que Poché le había contado Ernesto era un hombre bastante tímido. Al cabo de unos minutos María José apareció agarrada del brazo de su mejor amigo.

- Hola Calle - Ernesto soltó una risita nerviosa.

- ¡Hola! - Daniela estaba muy animada - Gracias por venir a acompañar a Poché, es un gesto muy lindo de tu parte.

- Jo, esta chica es como mi hermana - se acercó a la camilla y la saludó con un beso en la mejilla - ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?

- Todavía estoy un poquito mareada, pero ya mejor - esbozó una sonrisa - oye, perdón por arruinarte el viaje. Poché me contó que venías a ver a alguien.

- ¡Qué va! - soltó una carcajada - Nada se ha arruinado aquí. A lo mejor no es lo ideal, pero por fin nos conocimos.

- Eso sí, hay que sacarle algo bueno a la situación - la chica alzó los hombros.

Hubo un silencio un poco incómodo así que Ernesto decidió salir de la habitación y esperar a su amiga afuera.

- No jodas, en serio es muy tímido - Calle dijo con ternura - tiene una energía bonita.

- Es un ángel, de verdad - la peliazulada suspiró - ¿No te molesta si voy a la cafetería un ratito?

- Obvio no gorda - le tomó la mano - aprovechen de llevarse a mi mamá, le vendría bien distraerse un poco.

- Eso ya era un hecho - le plantó un besito delicado en los labios - ¿Segura no te importa quedarte sola?

- Ve, amor - Dani la alentó - voy a ver si puedo dormir un poco. Tengo la cabeza rara.

- Está bien, igual en un ratito vuelvo a darte las buenas noches - Poché sonrió - te amo.

- Y yo a ti - Calle la miró fijamente - gracias por estar siempre conmigo.

- No tienes que agradecerme, no lo hago como un favor - le dio un beso más y se despidió - te veo en un ratito, descansa.

Poché cruzó la puerta y Calle se quedó sola con sus pensamientos. Recordó que Juliana siempre decía que las cosas malas había que pensarlas para poder dejarlas ir, pero le estaba costando demasiado abordar todo lo que había pasado. Su corazón no podía creer que, de nuevo, un hombre la hubiera lastimado tanto. ¿Había una razón para que eso pasara? ¿Existía algún elemento que la hacía más propensa al abuso?
El dolor que Daniela sentía no se comparaba con nada que hubiese vivido antes, ni con los golpes de Juan, ni con el sentimiento de abandono de su papá, ni con ninguna de las cosas que habían causado problemas con Poché. Era un dolor tan profundo que incluso las lágrimas le tenían pavor. ¿Era posible que algo te doliera tan dentro que no existiera forma de expresar ese dolor?
Los pensamientos eran búmerans que, cuando Calle creía haber arrojado lejos, regresaban con más fuerza que antes y la golpeaban en todos los lugares posibles. El que más se repetía era el más doloroso: "Sí, tu mejor amigo te violó".
Quizás uno de los más grandes errores de Daniela era que, cuando alguien le daba buena espina, depositaba toda su confianza con los ojos vendados. Pero eso es lo terrible de un abusador, generalmente sus máscaras carismáticas son capaces de robarle el aliento a cualquiera.

- ¿Cómo pudiste ser tan tonta? - se dijo a sí misma en voz muy baja.

Daniela comenzaba a culparse por lo que había pasado. Como la gran mayoría de las víctimas de abuso, la chica sentía que estaba en sus manos haberlo evitado. Fue ella la que decidió confiar en Arístides; fue ella la que aceptó dormir en su casa; fue ella la que no tuvo inconveniente en terminarse una botella de vino. Ante sus ojos, la culpa no era de nadie más que de ella misma ... al final ella se había expuesto a que le pasara algo así, quizás era un castigo por ser tan descuidada. Quizás se lo merecía.

- Hola Daniela - la voz de una enfermera la sacó del tren de sus pensamientos - solo voy a revisar tus niveles. ¿Cómo te sientes? ¿Alguna molestia?

- Todo bien - dijo sin expresión facial - ¿Crees que me puedan dar algo para dormir? Me está costando mucho.

- Ahora le pregunto al doctor, pero no creo que haya mayor problema - la chica le regaló una sonrisa dulce y se retiró.

"Quizás si me duermo puedo dejar de pensar un rato" la voz de su mente estaba agobiada, "el cerebro debería tener un botón de apagar". Lo que Calle no entendía era que apagar los pensamientos no servía de nada porque, al prenderlos de nuevo, iban a seguir ahí. La culpa le comía las entrañas y comenzaba a darle vueltas a la posibilidad de no irse con Poché a España, quizás era mejor darle espacio a la peliazulada para que procesara las cosas, no era sencillo hacerte a la idea de que tu novia había estado con alguien más ... aunque no se acordara ... aunque no hubiera querido ... ¿Contaba como infidelidad?
La telearaña de pensamientos era cada vez más grande y pegajosa, algunas ideas comenzaban a perder sentido y Daniela sentía que estaba habitando la mente de alguien más. Y en esa mente existía un pensamiento escondido, una posibilidad que Calle prefería mantener en una esquina muy oscura donde la luz jamás la tocara. Si la vida ya la había jodido con lo que Tille le había hecho era incluso absurdo imaginarse que pudiera joderla tanto más. Al menos eso esperaba.
Los pensamientos que más atormentaban a la morena eran esos de los que no tenía recuerdo. Esa noche en casa de Arístides cuando él le juró que jamás podría hacerle daño.

- Y yo te creí - dijo en voz alta y le dio un golpe al colchón - creí cada una de tus malditas mentiras.

La chica todavía no lograba diferenciar qué situación le hacía hervir más la sangre: la traición, el acto en sí o la mentira. "¿Y si el que hubiera hecho esto hubiera sido Pipe?" se preguntó angustiada, "no, Felipe no me lastimaría jamás". Recordó todo lo que había vivido con el chico y se reprochó por haberse distanciado de él. Felipe era, sin duda, el hombre que más felicidad le había dado en la vida y ella lo había hecho a un lado así sin más. De nuevo la culpa.
Daniela sabía que en algún momento iba a tener que hablar sobre el tema, con sus papás, con Poché, con Juli. Pero ¿Cómo se habla de algo así sin querer morirte antes? ¿Se puede siquiera mencionar el tema? ¿Y si alguien hace preguntas que no quieren ser respondidas? El peso del universo entero estaba en los hombros de la morena y no estaba segura de poder cargarlo mucho tiempo. Tenía que haber una razón para todo lo que estaba pasando, Daniela tenía que haber hecho algo en su vida para que se la estuviera cobrando tan caro.
¡Qué jodido! ¿No? Que apenas algo malo pasa, automáticamente nosotros mismos tenemos la culpa.

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Hola gente bonita, espero que les haya gustado el capítulo. Vamos a estar tratando temas delicados así que no esperen mucho romance o felicidad en las próximas actualizaciones, siento que hay que mantener las cosas reales y, tristemente, a veces la vida no es tan bonita como en una novela de amor.

En otros temas, quiero compartirles mi proyectito de desarrollo espiritual. Muchas me han preguntado sobre esta parte de mi vida así que qué mejor que crear algo lindo con eso.
http://www.hilvandeluna.com ❤️✨

VAS A QUEDARTE || CACHÉWhere stories live. Discover now