23 | ¿Todo termino?

Comenzar desde el principio
                                    

   Intentaba safarse de mi agarre pero solo ejerzo más fuerza sobre el, rompiéndolo sin soltar un grito de dolor. 

—¡Basta!—Grita Alice junto a Benjamin, el cual golpea fuertemente la nieve, haciendo una grieta que poco a poco hace que se abra en dos.

—Yo en tu lugar daría gracias a Alice por salvarte de una muerte dolorosa—Susurro en su oído, haciendo más fuerza en su cuello.

—¡Estas loca!—Grita antes que coloque mi mano en mu mentón y otra en su cabello, separando lentamente parte de su rostro hasta que termina su cuerpo en la nieve, sin vida.

—Eso fue por mi novio. 

   Volteo viendo como mis testigos aprovechaban para lanzar a su contrincante y viceversa al barranco que comenzaba a formarse.

   Pero esa misma grita me llevaba a mi.

—¡Camila!—Grita Edward corriendo e mi dirección.

   Suelto un pequeño grito al sentir como las rocas me golpeaban con fuerza, sin embargo me mantenía agarrada con fuerza a una de ellas, sintiendo mis uñas arder mientras se encajaban pequeños fragmentos de esta en mi piel, volteó a mi alrededor intentando encontrar algo para tomar impulso y salir.

—¡Camila, toma mi mano!—Grita Alec  tendiendo su mano hacia mí.
  Un pequeño grito sale de mi boca al sentir como más rocas caían a mi costado, pero al intentar estirarme hacia él solo pierdo agarre que me impedía caer.
   Se inclina más hacia mi dándome oportunidad de tomar su brazo, ayudándome subir poco a poco, frunciendo el ceño por la fuerza que hacía.

—¡Traidor!—Grita Caius corriendo hacia nosotros.

—¡Alec cuidado!—Grito al ver como se disponía a lanzarlo.

   El vampiro voltea justo cuando Edward brinca sobre él, cortando su cabeza.
  Se agacha a mi altura tomando mi cintura con ambos brazos, ayudándome a salir, provocando que caiga sobre el.
   Ambos respirábamos pesadamente, temblando de miedo, rodeaba mi cuerpo con fuerza mientras escondía su rostro en mi cuello, lo sentía acariciar mi cabeza suavemente, sin embargo yo solo podía temblar entre sus brazos.

—Gracias—Susurra Edward, Alec asiente aún mirando en nuestra dirección.

—¡Aro!—Grita Alice—¡Permíteme mostrarte algo, detenlos!

—Es una lucha mi querida Alice, me temo que no puedo hacer eso.

—¡Morirás si no me escuchas!

—¡Paren todos!—Grita haciendo que la guardia lo mire fijamente.

—No debes llevarla contigo. Puedo decirte el porque.

—Ven querida—Alice mira en mi dirección para llegar hacia el—Camila es necesaria aquí, dos vampiros más se unirán a nosotros, si Camila no permanece con nosotros todos podríamos correr peligro, te mostrare—Tiende su mano, Aro rápidamente la toma, mirando fijamente los ojos de Alice.

   Mi vista se mantenía fija en el suelo, mis ojos se movían de un lado a otro, mientras leía los pensamientos de Alice y sujetaba la mano de Edward.

—Mi querida Alice, para que esa visión se haga realidad faltan más de veinte años, no es muy seguro que ocurra.

— También viste como terminarán si esta lucha concluye, ve a tus testigos, ve la cantidad de perdidas.

   Todos recorrimos el lugar, viendo gran cantidad de cuerpos se encontraban sin vida, comenzando a consumirse por el fuego que yacía sobre ellos.

   Aro asintió y luego se volvió hacia la guardia con una cálida sonrisa.

— Deténganse queridos míos, ha sido suficiente.

—Jamás hemos huido a mitad de una lucha—Dice Marcus junto a Aro, sin embargo el mantenía la mirada fija en Edward y en mi.

—He dicho suficiente

   Los integrantes de la guardia asintieron al unísono y abandonaron sus posiciones de ataque mientras la neblina se disipaba enseguida.

—Carlisle, lamento mucho esto, amigo mío.—Nos observa a Edward y a mi.

—Ve en paz Aro.

   Asiente bajando las manos en señal de rendición para alejarse unos metros de nosotros tras la guardia.

   Se detiene a unos kilómetros de nosotros, viendo en nuestra dirección.

—Que recompensa—Susurra para bajar la mirada al suelo, ríendo cínicamente al ver el cuerpo de Bella tirando en la nieve para después alcanzar a los suyos.

   Giro a mi costado para ver a Alec meter las manos en los bolsillos y sonreírme.

— Alec, gracias—Lo abrazo con fuerza, devuelve el gesto con fuerza mientras suelta una agradable risa.

— No es una despedida querida—Dice Alec besando mi mejilla—Nos veremos despues.—Susurra en mi oído para terminar el abrazo.

—Te veré en unos años.—Sonríe.

—Así será.

—Gracias—Asiente ante las palabras de mi novio para correr tras Aro.

   Y tras verlos retirarse la tranquilidad y la esperanza volvió a mi, y ahí lo ví. El futuro nos pertenecía, estaríamos juntos. 

— ¿Algún día me dirás de que hablaron?

   Sonrío levemente negando con la cabeza.

— Con el tiempo lo sabrás, cariño.

   Sonríe para estrecharme entre sus brazos, dejando un suave beso en mi frente, como solía hacerlo normalmente, pero esta vez la felicidad reinaba en su totalidad para ambos.

   Carlisle, Esme y el resto de los Cullen se acercan a nosotros felices, Alice salta a mis brazos, abrazándome con fuerza, correspondo con una sonrisa.

  Estaba sumamente agradecida con ella, con todos.

   Y a partir de ese momento todos respiraron con alivió para abrazar y besar con pasión a sus parejas.

   Rosalie se une al abrazo, siendo todas quienes nos abrazamos con una gran sonrisa para voltear a nuestros compañeros, riendo al verlos jugar como niños para abrazarse.
  Alice me da una mirada rápida a la que asiento sonriente.

   Pude ver las muestras de afecto que se daban todos los presentes, besos, caricias, palabras de amor, todos felices se poder seguir con los suyos.

   De lejos pude ver como Tayna era abrazada por Carmen tras ver el cuerpo inerte de Irina, como los cuerpos Vladimir y Stefan se encontraban inertes en la nieve, todos tuvimos perdías.

   Pero este día pasaría a la historia para los vampiros.

   Edward se aleja de sus hermanos para acercarse a mi y rodear mi cintura con un brazo, dejando un beso en mis labios. 

—¿Todo termino?—asiente.

   La felicidad se expandió en mi interior como la onda expansiva de una explosión, tan fuerte que no estuve segura de sobrevivir a sus efectos.

  De pronto, tuve la seguridad de que tras esta nube oscura se avecinaba una oleada de luz y felicidad.

   Pero lo que más me alegraba en este momento de felicidad era el más seguro detodos: iba a estar con Edward para siempre. 

   Honestamente no tenía interés alguno en revivir las últimas horas de mi vida, pero debía admitir que me hacían valorar lo que tenía más que nunca, valorar a las personas que tenía a mi lado.

   Y me fue imposible evitar esbozar una gran sonrisa.

—Para siempre—me dijo Edward al oído, repitiendo mi promesa.

   No fui capaz de articular más palabras. Alcé la cabeza y lo besé con una pasión capaz de prenderle fuego al bosque.

Y yo ni lo habría notado.

FIN.

SheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora