Distancia

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Como no hay manera de coger el sueño, decido aprovechar para ver la recopilación de películas que Harry ha hecho para mí.

Por suerte, me quedo dormida durante la segunda. El miedo por los aviones no es solo cuando voy montada en ellos. El simple hecho de que una persona que me importa, como lo es Harry, viaje en una de esas cosas, ya me afecta negativamente.

Cuando me despierto a la mañana siguiente, aún no he recibido ninguna llamada. Antes de coger el avión, Harry llamó para desearme las buenas noches (porque sospechaba, con acierto, que aún estaba despierta) y yo le obligué a no llamarme hasta llegar a Los Ángeles. No me fío de esas cosas así que le prohibí sacarlo o utilizarlo durante el vuelo.

Como tengo mucho tiempo libre por delante, saco mi móvil y busco en google cuanto se tarda en llegar a Los Ángeles desde Londres. Se me cae el alma al suelo cuando descubro que son ocho largas horas. Hago cálculos (con la ayuda de la calculadora) y llego a la conclusión de que llegará a eso de las seis de la tarde.

Intento entretenerme con cualquier cosa para no pensar en que Harry está a 11.000 metros del suelo en ese mismo instante. Recurro a la televisión pero me canso rápido así que decido salir a correr.

Me visto con ropa de deporte y comienzo a trotar por la derecha de la carretera. Es en ese momento me doy cuenta de que hacía mucho que no salía a hacer footing. Demasiado. Recuerdo que comencé a correr porque en una página web leí que el ejercicio hace que la regla se vaya antes.

Al comprobar que eso me funcionaba y que la regla se reducía a cuatro días, comencé a hacerlo regularmente hasta que se convirtió en una costumbre.

Las horas pasan demasiado lentas y pesadas. Cuando llego a casa, después de comer, intento dormir la siesta para que el tiempo pase algo más rápido. No lo consigo. Finalmente, sin absolutamente nada que hacer, saco mi cuaderno de dibujo y me pongo a dibujar.

.

-¡Joder! -exclamo cuando veo mi libreta y lápices caer en cámara lenta. Considero seriamente el recogerlo pero el teléfono sonando tiene ahora mucha más prioridad.

Atravieso la habitación como un rayo y cojo el móvil de la mesa.

-¿Diga?

-Hola

-¡Hola! -grito sin poder contenerme. El vacío que tenía en el pecho desde que sabía que se había subido en ese cacharro, se llena con el sonido de su voz-. ¿Estás bien?

-Sí. Sano y salvo en Los Ángeles. ¿Cómo estás tú?

-Ahora, genial. ¿Qué hora es allí? -pregunto sentándome en la silla que tengo más a mano.

Lo más probable, es que se tenga que ir a cumplir con sus obligaciones así que voy a aprovechar hasta el último minuto de su voz.

-Las diez de la mañana.

-¡Madre mía! -exclamo sorprendida-. ¿Has dormido en el avión?

-No mucho, la verdad...

-Pues ya verás el jetlag...

Pasamos media hora hablando. La única mala noticia de la llamada es que esos tres días se han convertido en cuatro por un evento que un trabajador de su compañía ha organizado aprovechando que estaba allí. No sé quién es pero me cae mal.

Hablamos de cosas sin importancia pero que nos dan conversación; él me pregunta que he hecho durante el día y yo le pregunto cómo se ve L.A en esta época del año.

Still Into You [BSE III] | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora