Cinco

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Deborah POV.

Estaba con Dakota en la sala, realmente no estábamos haciendo nada. Me encontraba acostada sobre la suave alfombra. Ayer no tenía ánimos de abrir los regalos, realmente en cierta parte el día fue doloroso. Lo que me ánimo fue que recibí una llamada de los gemelos en la madrugada, me fastidiaron tanto que duramos dos horas hablando. Llegaron bien a su destino, no les gustaba verme triste, pero sus llamadas era como medicina para mi alma, no llevaba mucho despierta por ello, dormirme a las cinco de la mañana de en vez de las tres me afectó un pocito.

Me reí sola recordando el agradable momento junto a Louis en la noche, aún llevaba el suéter de Louis puesto, pero no paraba de olerlo, aún contenía su dulce aroma, con cerrar los ojos me podía imaginar el cálido beso, cada momento que pasamos juntos ayer, me sentía de una forma única, maravillada por lo que podía experimentar. 

—Aún no hemos abierto los regalos -Me exalté al recordar tal suceso- Dijeron que en la cochera había algo para ti.

—Yo ya abrí los míos esta mañana -Se levantó con un paso rápido, la seguí hasta la cochera. Sabía lo que era, no sé como los chicos hicieron tal cosa, pero conocían mis gustos y muy poco los de ella gracias a mi. Les conté sobre este. Daki se posó al lado de aquello que estaba cubierto con una manta gris oscura. Levantó este al terminar de contar hasta dos, siempre lo hacía, siempre me ganaba por ello, era trampa, pero me divertía. Se exaltó mucho, gritó tanto que creí que iba a quedar sorda- ¿Cómo supieron? -Dijo detallando la moto, viendo el color negro junto a unos reflejos azules eléctricos. Hicimos una muy buena elección, chicos. 

—Ve a probarla -Abrí aquella puerta de la cochera con aquel control eléctrico. Se subió a aquella moto muy feliz. Comenzando su nuevo viaje por las calles. Admitiré que su cabello, sus ojos, su rostro, todo su ser cambió por completo al ver aquella moto. Todo tenía un brillo espectacular, hasta su voz se oía más animada, sabía que esto la animaría tanto. Su belleza relucía aún más, tan hermosa y delicada, mi gemela era una de las mejores en mi vida. 

Entré nuevamente a la casa, abriendo los regalos que estaban por doquier. Comencé por la cocina, donde al abrir uno grande descubrí la máquina de café, aquella donde mis especialidades como barista podrían salir a flote. Los demás regalos se trataban de ropa o de algo que realmente anhelaba con el alma de tener, realmente no sé como hicieron eso. Subí al cuarto guardando todas las cosas, pero una en esencial robó mi atención, era una caja cubierta con una manta verde sobre la mesa que estaba cerca del balcón, me acerque a esta destapandola, era una rata albina. Lloré al verla, tuve una cuando vivía con mi padre y les confesé que pronto quería una, pero cuando tuviera mi tiempo en casa ¿Qué mejor que este? La saqué de la casa donde tenía todo lo necesario. Me acerqué al espejo con el en manos, mostrándole lo hermoso que era. Me acerqué al balcón enseñándole la bella vista que tendría desde su preciosa casita. Una melodiosa voz me sacó de cualquier pensamiento, haciendo que lo tomará con un poco de fuerza por el miedo que sentí, alcé la vista detallando a Niall frente a mí, haciendo que me relajara de una manera inexplicable. 

 —No esperaba verte tan pronto por aquí -Su acento era maravilloso, aquel acento que siempre amé.

—¿Cómo? -Arrugué un poco el entre cejo- ¿Por qué lo decís? -Posé el cuerpo sobre la baranda.

—Pensé que no te asomarías jamás después de aquel día -Dijo riendo mientras el tono de las palabras disminuía- ¿Qué traes ahí? -Entre cerró un poco los ojos.

—A mi nuevo amigo que todavía no tiene nombre -Estiré mis brazos para que él pudiera detallarlo.

—¿Tú nueva mascota?

A pocas paredes de distancia.Where stories live. Discover now