La Horca.

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La Horca.

El ambiente sé tenso. Taddea lloraba en silencio mientras que Silver procesaba con suma lentitud lo que acababa de ocurrir.

Un instante después, Eamon chasqueo los dedos mientras miraba con el ceño fruncido a Silver. –Limpien el lugar. –Los guardias tomaron y sacaron a Sherilyn como si de un trapo sucio se tratase, lo cual ocasiono que el llanto de Taddea se intensificara.

Silver siguió con la mirada al cuerpo sin vida de la mujer hasta que desapareció a través de la puerta. Se concentro en todo, y a la vez en nada. Encuéntrala. ¿Encontrarse a sí misma?

– ¿Encuéntrala? –Eamon fijo su pesada vista en ella. – ¿Encontrar a quien?

Ella le devolvió la mirada con desinterés. Estaba harta de su actitud de supremacía y poder sobre todo. Peino su cabello con delicadeza, haciendo caso omiso a todo a su alrededor. Retiro las partículas de tierra y hojas secas que se acumulaban en las puntas y volvió sus ojos hacia Eamon de forma retadora. Entrelazo sus dedos debajo de su mentón y no aparto la vista del rey.

Este fingió ignorancia y suspiro pesadamente. –Saquen a Taddea de mi vista. Solo necesito a la chica. Déjenme a solas con ella.

Las personas en la sala se quedaron en embotamiento fugaz. Nadie se creía lo que había salido de sus labios con total tranquilidad. Silver ya esperaba algo similar. Él era el único que no le temía, lo sabía y estaba consciente de que era algo arriesgado, sin embargo, aquel hombre se sentía inmortal. Lo cual… era un grave error.  

–Disculpe, mi señor ¿esta… está seguro? –tartamudeo un guardia, dudoso ante su orden. Silver evito sonreír. Se lo dejaban en bandeja de plata, sin siquiera mover un dedo.    

–Es una orden. Saquen a todos. –Se volvió al guardia de nuevo; –Encadénala a la silla.

Se acerco con titubeos. Evitando enlazar la mirada con la chica. Silver, mientras tanto, busco a su madre antes de que las separaran. Se miraron por un corto segundo, en el que Silver fue capaz del expresarle que no se alarmara. Taddea aun seguía con lágrimas frescas en los ojos. Aun no superaba el repentino suicidio de su hermana. Se aparto de su campo de visión.

Una vez que aquel guardia con manos empapadas en sudor terminara de atarla a la silla con escalofríos recorriendo su cuerpo constantemente, Eamon y Silver, se quedaron solos.

Ella suspiro profundamente, mientras aguardaba alguna pregunta, acusación o amenaza de él. Algo en su energía cambio. Odio y frustración se agazapaban en él.

–Por última vez… ¿A qué se refirió Sherilyn? –Hablo de manera pausada y serena. Un intento por camuflar su ansiedad que brotaba en grandes cantidades.

–No lo sé. –Y era verdad. Aun no lograba descifrar del todo aquel aviso.

Dos escenas, una única palabra, una muerte precipitada.  

¿A que se reducía todo? A el misterio mismo.

Eamon camino desde un extremo de la habitación hacia el otro, mirando el suelo en cada paso ejecutado.

–Mientes.

Silver se removió en su silla, incomoda. Observando las cadenas sujetando con rabia sus muñecas y brazos. Los dedos de sus manos se tornaron de un color morado, la sangre cada vez dejaba de circular con fortaleza por sus venas. El inútil guardia había ajustado de más las cadenas.

Trago aire. Si iban a matarla. Que fuera rápido. Comenzaba a exasperarse.

–No te preocupes. Morirás. Morirás como el demonio que fuiste y eres ahora. Incineraran tu cuerpo. ¿Y sabes algo? El cuerpo de tu madre y el tuyo no estarán juntos. –Se poso delante de ella con lentitud. –O hablas ahora o… veras como torturamos a tu madre.

Silver Flame. (Llama Plateada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora