Miseria (Edd/Eduardo)

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La miseria busca compañía.

Aquella fue la frase que Eduardo le dijo con una sonrisa triste aquel 31 de octubre en que ambos se encontraron.

Ninguno tenía un lugar a donde ir, nadie esperaba por ellos, sin familia y sin amigos.

Caminaron por las calles repletas de niños y personas con disfraces de fantasía, monstruos, princesas, héroes, la variedad era amplia, uno de los dos comenzó a contar una anécdota de su infancia y continuaron hablando sobre sus aventuras con sus amigos, Matt hizo esto o Jon hizo aquello.

Terminaron frente a una cafetería que lucía acogedora, adornos de Halloween decoraban el lugar, la combinación de naranja, morado y negro ofrecía una sensación extraña, alegre y tranquila a la vez.

El más alto abrió la puerta y le ofreció el paso.

—Mi caballero —aquella frase sonaba divertida para la situación y no se contuvo de decirla.

—Las damas van primero.

—Pero eres el número uno, entonces creo que debo ser el caballero.

Ambos rieron de aquello.

Por primera vez en años ambos se sintieron felices, la nostalgia y la melancolía mantuvieron apaciguada aquella rivalidad infantil que mantuvieron por años o al menos la que Eduardo mantuvo con Edd.

Las salidas entre ellos fueron cada vez más frecuentes, de encuentros casuales a salidas casi diarias, un almuerzo o una cena, dormir en casa del otro buscando consuelo a su soledad.

Aquello provocó que algo se rompiera dentro de cada uno.

—¡Los extraño demasiado! —grito Edd si poder dejar de llorar.

En la televisión pasaban aquella vieja película de "Los piratas zombis dementes del infierno", Eduardo se mantuvo abrazándolo, mientras en la tele continuaba una masacre de sangre y vísceras falsas de bajo presupuesto.

Pasaron la noche en el sofá, en un abrazo al que se aferraban como un salvavidas, ambos sabían que se encontraban en el borde del abismo.

—No te vayas, no me dejes Edd, no mueras, no desaparezcas como todo lo que amo.

Aquel ruego desesperado, no parecía propio del hombre que creía conocer.

Edd solo se mantenía firme sosteniendo el peso de un Eduardo borracho, que no dejaba de buscar consuelo con desesperación.

Su primer beso sabía a alcohol y cola, brusco y descuidado, a ninguno le importo.

Ambos juntaron los pedazos rotos del otro, intentando llenar la pérdida que sus amigos habían dejado tras de sí.

¿Cómo fue posible que todos murieran y los dejaran solo a ellos?

¿Por qué se sentía que aquellas muertes eran su culpa?

La miseria busca compañía, era cierto, la miseria buscaba compañía y la habían encontrado uno al lado del otro.

Un anillo y una propuesta en medio de un paisaje rodeado de niebla.

Un sí, respondido con lágrimas y una sonrisa.


~*~

Este no es formalmente un oneshot, más bien es la historia mas base para otra mucho mas larga que aun no puedo publicar porque afectaría a otra pero mientras tanto se podria decir que es una historia completa.

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