Capítulo IX

140 20 3
                                    

La cocina grande, bien amueblada y cuidada relucía cumpliendo su labor: permitir que cómodamente se usara para preparar varios y deliciosos alimentos. En uno de los discos, apagado ya, reposaba una olla de espagueti con camarones recubierta por una espesa y blanquecina salsa de queso. Cerca del lavatorio estaba la licuadora vaciada y al lado de la misma había un tazón con cáscaras de piña y un pichel de vidrio transparente que dejaba ver el amarillo de la piña colada.

En uno de los muebles altos reposaba el celular de Jong Dae, el cual emitía los vivaces ritmos de la música pop que tanto le gustaba al muchacho. Él, usando ropa casual cubierta por un delantal verde con estampado de dinosaurios, movía la cabeza de arriba abajo y contoneaba las caderas en armonía con los instrumentos y voces que escuchaba. El recipiente cuadrado para horno estaba listo para el calor, la mezcla marrón con trozos de pera y moras acababa de ser vertida y ahora Jong Dae, sin dejar de hacer un leve baile, lo llevaba al horno. Él sonrió complacido al girar la perilla del temporizador y se quitó los guantes, dejando al descubierto varias banditas color beige alrededor de sus dedos. Detrás de él la mesa ya estaba puesta con cubiertos y un tazón de los espaguetis para servir; estaba casi todo listo.

Se dispuso a ordenar y limpiar la cocina. Empezó por guardar los libros de recetas; uno de bebidas y cócteles, otro de pastas y uno más de postres. Los libros estaban casi nuevos por la falta de uso desde hacía tres años que fueron comprados, pero le alegraba haber podido quitarles el polvo esa tarde. Se había esmerado por su padre, pues estaba realmente contento de que tuviera citas y hubiera forjado una amistad con alguien que se notaba que lo hacía feliz y que los respetara a ambos.

Escuchó el timbre de la casa y corrió a abrir.

—¡Hola! —exclamó con entusiasmo a los dos hombres frente a la puerta—. ¡Bienvenidos, pasen!

—Buenas noches —dijo serio Kyung Soo—. Con permiso...

—Hola, Jong Dae —respondió Yixing con una sonrisa—. ¿Cómo estás?

—Más que bien —respondió cerrando la puerta tras los mayores—. Pueden sentarse donde gusten, ¿quieren beber algo? Papá está en el minisúper, así que tenemos que esperarlo un rato.

—Estoy bien, gracias —dijo Yixing tranquilo y le tendió al adolescente una jarra de cristal tapada con tela y cuerda de cáñamo—. Y aquí tenés un presente de nuestra parte. Pensé que les gustaría.

—No era necesario que... —Se detuvo y tomó la jarrita para mirarla de cerca—. ¿Son chocolates? —preguntó sonriendo.

—Relleno de frutas —detalló Kyung Soo—. Le podrás decir a tu papá que es casi completamente saludable.

—¡Oye! No le enseñés esa clase de cosas —replicó Yixing.

—Lo decía para que ambos comieran sin culpa... —aseguró a su hermano e inmediatamente después le guiñó a Jong Dae.

El joven se rio y dio gracias por el presente. Lo colocó en la mesa.

«Quedarán perfectos con el budín», pensó Jong Dae. Pronto se puso a hablar con Yixing mientras apagaba su música y acomodaba los detalles faltantes.

Kyung Soo no quiso interrumpir a su hermano y menos acercase con él a la cocina. Así que se sentó en el suave y pulcro sofá de la sala. Admiró el hogar pintado de naranja y gris claros. Era espacioso y se notaba una gran dedicación para mantenerlo bonito y ordenado. En un estante lleno de libros y algunos adornos había un área especial en medio, perfecto para un par de fotos familiares.

En una se veía a un Jun Myeon de veintidós años. Él había tomado la foto con la cámara de algún celular y en dicho cuadro se encontraba él sosteniendo su título de bachiller, un título que indicaba que había culminado al fin su colegiatura. Era abrazado con cariño por un sonriente y lozano Jong Dae de seis años, que alcanzaba el cuello de su padre porque este se encontraba agachado. En la otra foto padre e hijo se veían mayores. Jun Myeon abrazaba a Jong Dae y miraba a la cámara con los ojos empañados de gozo. El chiquillo, de doce años y recién graduado de la escuela primaria, sostenía el título entre sus manos con orgullo marcado en su amplia sonrisa.

Disyuntiva de placer & amor [Sulay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora