—No, pero Lux me lo mostró.

—Pues entonces te miente.

—Ella jamás me mentiría.

—Yo no tuve sexo con Rafael. Lo juro, Luzbel ni siquiera sé cómo pasó todo esa noche, pero jamás tuvimos más que un beso.

—Lía, aquí no es ese el maldito problema, ni siquiera hay un problema de verdad. Sé que tenía que pasar. Siempre lo supe. Ustedes dos tenían que cerrar con lo que empezaron hace siglos, y sí, está bien, sabía que tenía pasar.

—Aquí el problema es que crees que pasó algo más allá de lo que pasó en verdad. Pero no, no es así.

—Siempre competí con mi hermano por ti. Tú hiciste que por primera vez me sintiera nada junto a alguien. Tú hiciste que creyera que no era suficiente para ti, que pensara que había alguien mejor que yo. Tú eres el único ser que ha logrado golpear el ego de un ángel, y lo sigues haciendo, y lo peor del caso es que lo haces con mi ego, y lo atacas restregándome a un maldito humano.

—¿Celos, Luzbel?

—Yo sé lo que tengo, y tú lo que haces.

Da la media vuelta y se encamina hacia la entrada sin decir nada más. No se ha donde planea ir, pero se ve enojado y capaz de matar a quien se atraviese en su camino.

Luego de pensarlo un momento salgo también, creo que no hemos dejado las cosas claras y todo está muy mal entendido.

Salgo corriendo por el pasillo, no veo a Luzbel ya, pero espero alcanzarlo en la estancia, si no, supongo que preguntando alguien me dirá para donde se fue.

Derrapo una vez que llego. Paso la mirada por todas partes de prisa, pero no lo veo por ningún lugar.

Estoy a punto de preguntarle a alguien, cuando alcanzo a ver algo antes de que la puerta se cierre por completo. Algo en tonos azules llama mi atención. Espero no equivocarme, pero estoy casi segura que son sus alas.

Corro nuevamente, casi arranco la puerta al abrirla y apenas logro echármele encima antes de que vuele demasiado alto para alcanzarlo.

—¿Qué haces? — pregunta arrancándome de su espalda —. Maldita sea, eres tú.

—¿Quién más? — pregunto un poco nerviosa por su agarre, podría resbalarme de sus manos en cualquier momento. 

—¿Necesitas algo? — pregunta luego de suspirar.

—Que me sostengas bien, espero que no sea mucho pedir.

Luzbel parece sonreír ligeramente, me acerca a su cuerpo y termina abrazándome.

—¿Mejor?

—Sí, mejor.

—¿A qué has venido?

—No quería que te fueras, lo siento, creo que debemos hablar bien.

—Estoy molesto — admite para mi sorpresa.

—Me da igual, Luzbel. No eres el único molesto, yo también estoy molesta, estoy frustrada contigo.

—¿Y eso por qué?

—Porque no puedo hacer nada. Estoy atada de manos en cuanto a ti, sólo tengo que quedarme mirando como te vas, y esperar a que regreses, si es que regresas.

—¿Cuándo piensas aceptar que siempre he vuelto por ti? Sin una maldita excepción, siempre vuelvo, siempre.

—Sólo lo has hecho dos veces.

Apocalipsis Where stories live. Discover now