CAPÍTULO 19

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Emilio:

Tomé las llaves de mi auto y salí rápidamente a carretera. Pisé el acelerador con tanta fuerza que estoy seguro que en cualquier momento me van a multar. Pero no me interesa, solo necesito que Joaquín esté bien. No sé qué fue lo que pasó, y no me importa si fue una simple pelea, yo estaré ahí para él, tal y como lo prometí.

Diego a veces suele ser muy intenso, y no voy a permitir que esté con él si Joaco no se siente cómodo.

Trato de no pensar en el peligro que corre en estos momentos, pero es imposible no hacerlo. Así que, estacioné el auto para poder llamarlo.

—¿Emilio? —contestónun poco más tranquilo.

—Pequeño ¿Todo bien? —dije agitado.

—Si, todo bien ¿Ya vienes? —la voz le temblaba.

—Si, ya voy aguántame ¿Si? Solo me faltan 10 minutos.

—Si, está bien, gracias —dijo en voz baja.

—Tranquilo mi niño, espérame.

Terminé la llamada y de nuevo puse en marcha el auto. Después de unos minutos llegué a la tan esperada cabaña, pero no había señal de Joaquin. Mi corazón se acelera, juro que si le pasa algo me muero.

Salí del auto, y ví como una pequeña sombra salía de entre los arbustos, un sentimiento de alivio llenó mi pecho. Corrió a mis brazos, pero noté algo extraño en él. Lo aparté de mi, aunque él se aferraba a mis brazos. El hombro de la playera estaba rasgado, dejaba ver una extraña marca.

—Joaco ¿Q-qué pasó? ¿Cómo fue qué... tú playera? —mi voz comenzaba a cortarse.

—Solo abrazame —me abrazo.

—¿Fue Diego? —apreté la mandíbula.

Joaco comenzó llorar y supe la respuesta.

—¿Qué te hizo? —mis lágrimas también salieron a la luz— ¡Contesta!

—Yo no quería tener relaciones con él...

Esas palabras fueron suficiente para que hiciera a Joaquin a un lado, y fuera a partirle la cara a Diego. Él pequeño castaño se interpuso en mi camino, notaban el miedo en sus mirada. Las lágrimas brillantes en sus mejillas, la camiseta rota, y su cabello revuelto; todas estas características lo hacían ver tan vulnerable, causando una extraña sensación en mi pecho.

—No lo hagas —formó un puchero inconscientemente.

—Solo por tí ¿Okay? —lo tomé por los hombros y lo acerqué para abrazarlo. Sentía como todas mis fuerzas se iban ahí, lo aferré tanto a mí que podría haberle roto algún hueso —¿Vamos a tu casa?

Entramos al auto, y antes de encenderlo lo miré, mantenía su mirada perdida, y trataba de cubrir su hombro con la tela sobrante.

—Pasamos a mi casa por algo de ropa si quieres.

—Perdón por romper tú playera y manchar tus pantalones.

—No importa ¿Cómo manchaste los panta.... Oh entiendo —la imagen de Diego sobre Joaquin causaba revuelo en mi cabeza. Tenía la necesidad de llorar, gritar y al mismo tiempo golpear a Diego. Yo debía protegerlo, él no merece que nadie le cause éste tipo de daño. Es mi niño, y nadie lo volverá a tocar ¡Nadie!

—Soy un tonto... Mi mamá me puso algo de ropa para que cambiará mi uniforme.

—Cámbiate.

—Está bien ¿Podrías salir del coche? Por favor —dijo asustando.

EMILIACO 🏳️‍🌈. #Wattys2019Where stories live. Discover now