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Campanas, pétalos y amor eterno.

Campanas, pétalos, una bella novia caminando hacia el que sería su compañero por el resto de sus días, un apuesto novio deslumbrado por el amor de su vida y una eterna promesa en uno de los mejores días de sus vidas.

"Sí, acepto". Dos palabras que cambiarían la vida de todos, para siempre.

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El amor y romance de los chicos del "John F. Kennedy New York College" había ido de maravilla...en su mayoría. Todos formalizaron sus relaciones, nunca perdieron el contacto por lo importante que todos eran en las vidas del resto.

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Cinco años habían pasado desde la graduación de las chicas, seis desde la de los muchachos pero dos de ellos habían decidido unir sus vidas de la forma en la que dos personas profundamente enamoradas lo hacen. El matrimonio.

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El día que marcaría sus vidas llegó.

Ella se sentía demasiado nerviosa, pero con mirar el anillo que portaba en su dedo, su tranquilidad regresó en una mínima parte de su cuerpo. Sonrió al recordar la propuesta.

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Habían estado a las orillas del océano; las luces, las olas, las rosas, las promesas y los fuegos artificiales marcaron uno de los días más importantes de la pareja.

Él se había arrodillado para poder confesarle a su amada todo lo que sentía por ella, le entregó el anillo que tanto deseaba que portara (el mismo que había usado su abuela tiempo atrás, se lo había dado a su nieto para que se entregara a la persona correcta) y se fundieron en un beso cuando ella le dijo que sí.

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Se miró ante el espejo, acarició con nerviosismo la falda de su vestido.

—Tranquila, todo está fríamente calculado para que este día sea especial—Em se asomó tras sus hombros
—Sé que sí—la novia soltó un suspiro, estaba emocionada por poder ver a su prometido vestido con un elegante smoking y memorizar la expresión que tendría en su rostro cuando la viera llegar
—Entonces no te preocupes, sabes que él se siente más que seguro y quedará embobado cuando te vea llegar—le tomó la mano
—¿Crees eso?—ensanchó su sonrisa
—Claro que lo hará, luces más que preciosa hoy y si él no se deslumbra, lo asesinaré personalmente—una voz se escuchó en el umbral de la puerta

Ambas amigas giraron al reconocerla, se separaron y corrieron al encuentro de la recién llegada.

—¡¡¡LILA!!!—gritaron ambas cuando por fin la abrazaron
—Hola chicas, yo también las extrañé un montón—exclamó ésta cuando sus amigas al fin la dejaron volver a respirar
—¡Llegaste!—sonrió Kath con alegría
—Claro que vendría, no me perdería la boda de mi mejor amiga por nada del mundo—la sujetó de las manos
—Fingiré no oír eso sólo porque es tu boda, linda zanahoria—Em puso sus manos sobre su cintura
—De una de mis mejores amigas—corrigió Lila con una sonrisa y les guiñó el ojo a ambas

Volvieron a abrazarse, habían transcurrido algunos meses desde la despedida de soltera y no se veían desde entonces, así que no desaprovecharon el día de hoy para ponerse al día.

Las damas siguieron afinando los mínimos detalles a la novia, reían e intercambiaban sonrisas.

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