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Mi padre se dedica a servirnos la comida y luego se sienta entre nosotros en el extremo de la mesa, como si fuese un mafioso a punto de decirnos que nuestras cabezas rodarán. Yo simplemente revuelvo los fideos en mi plato y miro a Seth, quién lo prueba y abre sus ojos sorprendido. Nunca había probado la comida de mi padre. Siempre que iba al bar, le servía un desayuno o alguna comida chatarra, nunca comida real. Por un segundo me pregunté cuál sería su comida favorita, ya que no lo sabía. El hambre parece evaporarse antes ese pensamiento, pero me obligo a comer un bocado cuando mi padre me perfora con sus ojos.

— Esta delicioso Sr. White, es un excelente cocinero.— lo halaga Seth con una media sonrisa.

— Gracias, ya lo sabía.— responde él con aires de superioridad y luego mete mas pasta en su boca y mastica con enfado.

Yo me aclaro la garganta:— Te ha quedado bien, al igual que siempre.

— Gracias hija.— contesta con un tono seco y luego dirige su vista hacia Seth.— Así que... ¿A que te dedicas muchacho?

Suspiro aliviada. Bueno, muchacho es mejor apodo que niño. Al menos no le dice algo ofensivo o fuera de lugar, lo cuál de hecho ya ha pasado hace rato.

— Bueno, actualmente estoy intentando entrar a las nacionales.— confiesa y me mira como disculpándose.— Te lo iba a decir, pero me lo han dicho hace rato y...

— ¿Nacionales de qué?— pregunta sin entender.

— De boxeo.— veo como los ojos de mi padre parece que van a salirse de sus cuencas.— Me he dedicado a eso toda mi vida.

Mi padre asiente:— Ya, me imagino que tienes como... ¿Veinti tantos?

— Veintiuno.— responde Seth con una sonrisa.

— ¿Y no vas a estudiar? Quiero decir, yo soy cocinero, no fui a la universidad y me va bien, he abierto un bar, pero he estudiado muchísimo y me he especializado cientos de veces en lo que hago.— niega con la cabeza.— No me malinterpretes, el boxeo es genial, pero... ¿Eso piensas hacer por el resto de tu vida?

Abro la boca para responder pero Seth me mira como suplicándome que calle, y no digo nada. Él toma un trago de agua, como meditando la pregunta, y observo su nuez mientras lo hace. Es tan atractivo que duele mirarlo.

— He pasado toda mi vida entrenando, perfeccionándome como boxeador, mi sueño siempre fue estudiar economía, se me dan bien los números.— confiesa encogiéndose de hombros.— Y cuando tienes que ganar dinero para comer, bueno... lo último en lo que piensas es en la universidad.

Mi padre frunce el ceño:— ¿Y tus padres están de acuerdo con eso?

Por poco me atraganto con su pregunta y lo fulmino con la mirada:— Papá...

— Ali, está bien.— me interrumpe.— Soy huérfano, mi madre murió cuando era niño y mi padre... bueno, nunca lo conocí.

Los ojos marrones de mi padre parecen compadecerse de él y le dedica una media sonrisa.

— Nunca es tarde para seguir tus sueños, no lo olvides.— le recuerda.— Dina, la madre de Alana, quedo embarazada cuando era muy joven y... bueno, siempre se arrepentía de no haber estudiado lo que le gustaba.

— No sabía eso.— confieso enfadada.— Nunca me lo dijiste.

Papá se encoge de hombros:— No quería que pensarás mal de ella, siempre te cuidó y te quizo, haber renunciado a su sueño por ti... fue lo mas lindo que hizo.

Dime Que Me Deseas (1)On viuen les histories. Descobreix ara