Capítulo 7: Suerte

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"Usted y yo nunca nos vamos a olvidar, ¿verdad?"

Suerte...ese era el nombre de aquella palabra que nos ponía de buenas cuando nos daba una buena racha de suerte o una buena pasada para obtener algo, como la lotería, un premio, encontrar dinero, una buena calificación, cualquier cosa que nos saliera bien.

Pero había personas que se cargaban una suerte más allá de los objetos. Habló de aquéllo que el ser humano buscaba con desesperación, aquéllo que las personas anhelan con deseo, que son capaces de hacer cualquier cosa por eso. Y no sólo es el dinero o el poder de conquista. Más bien la belleza física, es aquello por lo que la mayoría de las personas pelean día a día, comprando productos cosméticos para poder marcar o lucir su bellaza o aparentar que es bello. Más que los demonios puros y Ángeles gozaban de una belleza sin igual. Guardianes o guerreros de Tsukuyomi y Amaterasu, mostrando el mal y el bien. Pero con belleza sin igual y sin importarles realmente.
Suertudos aquellos que son bellos físicamente pero más suertudo aquel que sea bello por dentro, puesto que si eres hermoso pero podrido por dentro aquello no tendrá validez, de lo contrario te felicito.

¿Hasta dónde es capaz de ir o hacer el humano para obtener lo que desean?

Sin respuesta acertera, para el ser humano no hay, no existe el límite.
Ni para obtener dinero ni poder. Un claro ejemplo podemos tener al ver a Naraku, todo lo que hizo, lo que destruyó, lo lejos que llegó para que al final no obtuviera nada. No logró tener el corazón de kikyo, pero de lo que si estaba seguro es que tendría a la Shikon No Tama de nuevo. Destruyendo lo que se tenga que destruir, desapareciendo o secuenstrando, volviendo a crear a sus extensiones, dominando la mente de las personas para hacer actos crueles. Y utilizando su más usado pero efectivo truco, sus marionetas.

Mientras Naraku chasqueaba la lengua enojado debido a que un demonio se interponia entre él y la nueva portadora de la perla.

Así es la poderosa perla no había desaparecido junto con Kikyo en el momento de su muerte. Kikyo no logró detenerla en el más allá, por obra del destino la siguió fundiendose con otra alma, volviendo al mundo como ciclo de vida. Vivir para morir y morir para renacer.

La joya había seguido el alma de la otra sacerdotisa que estaba por reencarnar en otro cuerpo, en otro cuerpo más fuerte.
Un cuerpo que guardaba parte de las almas de cuatro fuertes sacerdotisas formando un poderoso Reiki sin igual: Midoriko, Kikyo, Hitomiko y Rin; más el poder de la perla formando una estrella de cinco picos en el pequeño pecho de la nueva guardiana de Shikon. Y el centro siendo ella misma, como suma de los poderes espirituales dando el nombre de Kagome.

[...]

Nuevo día, nueva mañana, otro fin de semana y seguía confundida con los hechos.
Cómo si fuera disco rayado, sentía que había algo más que sólo una amistad infantil. Mejor dicho como si ella hubiera sido la niña y el todo un jovencito o cómo si fueran otros tiempos. Todo esto la tenía locamente confundida!!! Quería golpearse contra la pared mientras se decía: Superalo de una vez.

¿Y es qué cómo superar tener tan cerca a un hombre cómo él?

Era algo tan....indescriptible, tan facinante, tan perfecto.

Vaya su suerte que tenía, por qué tenía tantos problemas hormonales últimamente?

- Kagome baja a desayunar!- esa era la voz de su dulce madre. "Oh querida madre cómo solucionarias esto?"- se preguntaba mentalmente como si fuese a contestarle.

Mi novio es un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora