Capítulo 5

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Trato de imaginar a esa mujer que yo había conversado la noche anterior, pero noto que algo falla, ya no puedo ver su rostro, sólo puedo sentirlo, como un encuentro a ciegas. Entonces en un acto de ansiedad cierro los ojos y hago todos los esfuerzos que hay en mis entrañas para dormir. Veo que si no me relajo nada de eso tendrá buenos resultados.

Me relajo, pienso en todo que me ha hecho sentir estar a su lado...La paz, la tranquilidad, y cuando menos me doy cuenta, estoy soñando.

¡Qué raro! Creo que puedo controlar mi sueño, lo que es muy extraño. Había ocurrido algunas veces antes, pero de eso hace mucho. Decido volver al parque donde conocí aquella peculiar y tan hermosa mujer. Pero para mí triste sorpresa, no hay nadie aquí.

Creo que debo buscarla, ya que estoy aquí, no me queda de otra si no que intentar encontrarla. Miro entre los arboles con la esperanza de sentir otra vez lo que me ha hecho sentir vivo. Parezco un desesperado, me siento un poco intimidado por mí mismo, aunque no hay nadie que me pueda ver. Voy en dirección al banco que siempre me siento, tomo asiento y observo una pareja de patos. 

Siento que alguien ha tocado mi hombro, y en seguida acaricia mis oídos con una dulce voz

- ¿Buscas algo chico? Esa voz me tiene hipnotizado, baila dentro de mi oído y me hace mirarla con ansias, esos ojazos castaños que parecen un tatuaje sobre mi piel. Tengo los pelos de punta, está aquí otra vez esa energía que me tiene loco.

- Quizás....Espera.... ¿Por qué crees que busco algo? Me río, pero estoy nervioso y un poco avergonzado.

Mi cabeza me pregunta si me debo enojarme con ella. La muy pilla sabía que yo la estaba buscando y se quedó allí observando todo el tiempo. Pero mi corazón agradece su presencia, llevo una lucha interna que aún no me he decido por cual optar.



Los cojones que no hace frío. Creo que se ríe de mi cara. O me está probando, de la misma manera que lo hice con Emilly al preguntarle sobre la contaminación. ¿Será una pregunta trampa?

- A ver guapa, es de noche, y si hace frío. ¿A qué viene eso ahora? Bajo un poco la voz de excitación con el momento. Me dirijo a ella con más seriedad. - Oye ¿cuál es tu nombre? Intento cambiar de asunto, pero me deja hablando solo, seguramente pensará que le aburro. La veo corriendo hacia el lago. Me levanto y noto que tengo la frente toda fruncida, no entiendo nada. ¡Pero qué coño! Acaba de quitarse el vestido, está en bragas. ¿Pero qué pepinos le pasa? Creo que ahora me toca correr a mí, y eso hago. Corro en dirección al lago, pensando en lo buena que está, pero también está loca. Aun así, no creo que se meterá por completo, se mojará los pies, vamos que se va a congelar.

Veo que empieza a subir el puente que hay en el lago, caminó muy poco, no está ni en la mitad. Le intento alcanzar mientras mi vaquero se va quedando por el camino. Cuando le alcanzo, me quito rápido la camisa que llevo puesta, estoy rezando para que no lo haga.

- ¿Saltamos juntos? Esa boca parece tener la fuerza de hacer lo que se propone. No quiero parecer quejica, ya quedé un poco mal por estar buscándole desesperado antes. Quiero complacerle. Así que asciendo con la cabeza, sin pensar mucho más.

- Uno, dos y Ahhhhh. Su grito se calla al someterse en el lago. Mi cuerpo está completamente congelado, hace muchísimo frío, un frío que pela. Abro los ojos de abajo del agua y la loca está sonriendo, intento sonreír para quedar bien, pero no puedo mover la boca de tanto frío que hace aquí. Nos hemos metido en un congelador, y parece que le da igual. Está alucinando. Vuelvo la superficie y ahora es mi turno de pegar un grito.

- ¡Madre mía, estas como una cabra! Y yo como una sardina en la nevera de Mercadona. Me da por reírme, pero no puedo disimular que tengo todo el cuerpo tiritando. - ¿Cuántas veces has hecho eso?

- Una, pero podríamos repetirlo. Suelta una carcajada que me hace reír también, aun que quiero salir pitando de aquí.

Ambos nos miramos mientras nos acercábamos en el agua, intento llegar de prisa a su lado, ¡pero mi intención es sacarla de aquí ya! Nadamos hacia la orilla, y corro para tener mi camisa en mis manos, vuelvo hasta ella y le tapo todo lo que puedo. Veo que no es suficiente y le abrazo fuerte. Dándole todo el calor de mi cuerpo.

- ¿No me vas a decirme tu nombre loquita? Intento hablar sin que se me note que estoy temblando.

- ¿Cuál es tu estrella favorita? Respondió mirando al cielo oscuro.

- No seas pesada. Contéstame ya de una vez! Veo que intenta ganar tiempo. Aun así, le sigo el juego y le contesto . -  La estrella que más me gusta es la Capella. Yo solía explorar el cielo cuando pequeño.

- Capella? La sexta estrella más brillante. ¡Destaca en toda la constelación! Buena elección. Habla mientras estamos abrazados. - Seré como esa estrella. Apunta hacia arriba. - Todas las noches estaré aquí. Incluso si no me puedes ver, seguiré aquí. Seré tu Capella.


Pero que bicho más raro. ¿Cómo ella sabe tanto de astrología? ¿Y a dónde quiere llegar con toda esa dedicación de estar a mi lado? A veces mis sueños son tan reales que me dejo llevar por la situación, me siento seguro, no la cuestiono y confirmo que sí con la cabeza mientras le aprieto en mis brazos. Por unos segundos parece que todo que está sucediendo de verdad. La sensación que la luz me invadía el alma volvió a suceder, pero ahora no es por el sol, sino por la estrella que sostengo entre mis brazos.


Encuentro de almasWhere stories live. Discover now