Capítulo 4.

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—Liam. —llamó Celine desde la cocina. El castaño ni se inmutó. —Liam, amor. —la joven fue hasta el living encontrándose a su prometido con la cabeza media metida en la computadora descansando en su regazo.

Celine se colocó al lado de Liam haciendo que esté reaccionara.

— ¿Me llamaste? Estoy ocupado. —dijo dándole un beso para nada romántico sin despegar su vista de la pantalla.

— ¿Vas a cenar?

—Dios, Celine, estoy ocupado. —contestó Liam cansado y ella resopló.

—Bien, bien. —Liam asintió y siguió con su trabajo.

A ella realmente no le molestaba que su prometido este trabajando todo el tiempo, solo a veces se preocupaba. Se casaban en tan solo medio año y no habían arreglado casi nada, pero Celine sentía que cada día perdía un poco más a su novio.

Liam era así, complicado. Fue muy sorprendente para sus amigos y familiares que Liam decidiera casarse, lo veían como un tipo casado con su trabajo, lo cual es verdad. Pero los sorprendió cuando dijo que planeaba casarse, tener muchos hijos y vivir feliz en una casa con al menos tres perros, le gustaba.

Entonces el castaño cuando conoció a la muchacha americana no dudó en tenerla como novia y tras dos años pedirle matrimonio. Pero ahí estaban, sin decidir aún que manteles usarán o que canción será la indicada para bailar. Liam no creía eso importante, tenía demasiado trabajo y eso en cierta forma lo tenía muy ocupado, y a fin de cuentas Liam lo que siempre quiere es tener la mente muy ocupada, tratar de no pensar.

A la mañana siguiente se despertó muy temprano como siempre fue su costumbre, decía que un desayuno potente es lo más importante. Así que se despierta muy temprano, revisa sus emails y desayuna tranquilo mientras su prometida sigue durmiendo en la cálida cama. Liam ya no puede dormir.

También corre, corre escuchando música o algo parecido, nunca puede estar solo con sus pensamientos, puede llegar a ser peligroso. Y finalmente va a su oficina y comienza a trabajar en todos sus casos.

— ¿Cómo te trata esta mañana tan fría?—escuchó una voz masculina frente a él. Alza la vista.

—Miller. —saludó a su amigo y colega, este le sonrió sin mostrar los dientes. Era apuesto.

— ¿Algún día podrías decirme solo Charlie? Es que hace como cinco años que nos conocemos.

— ¿Qué diferencia habría?—preguntó el castaño mientras leía unos papeles y su amigo seguía parado en frente de su escritorio. Este suspiró cansado, siempre era la misma conversación con Liam.

—Da igual. ¿Hoy viene el moreno de la otra vez?—Liam frunció el ceño.

— ¿Cuál?

—No lo sé, vino la semana pasada con un chico, ¿el novio de tu secretario?—preguntó pensativos intentando saber quién realmente era. Liam los recordó.

—Caso Tomlinson, es el testigo. ¿Qué pasa con él?

—Pues que es muy caliente. Me hace acordar a mi juventud. —Charlie suspiró pareciendo que recordaba el pasado. Liam se cansó.

—Vete, estoy ocupado y solamente hablas de lo caliente que estas por un niño.

— ¿Un niño? Debe tener más de veinte seguro, que amargado.

—Sí, seguro. Vete. —pidió nuevamente y al final su colega se retiró dejando que haga su trabajo.

Liam jamás comía en su trabajo, lo veía innecesario porque había desayunado muy bien, además seria perder tiempo en su trabajo, no por algo es el mejor abogado de Doncaster y si seguía así sería de todo Londres.

Cuando se hicieron las cinco su secretario entró a su oficina para avisarle que ya se iba. El horario de Styles era cómodo pero Liam por supuesto se quedaba hasta muy tarde.

—Bien. —respondió Payne cuando el rizado se despidió. Jamás era amable o hablaba más de lo necesario cuando estaba trabajando.

Era realmente obsesivo.

—Hasta mañana, señor Payne.

Después de irse el joven, Liam siguió viendo todos los casos que tenía intentando cerrarlos rápidamente. Le ponía nervioso tener tantos a mitad de camino. Vio el caso de Tomlinson y supo que podía cerrar este caso muy rápido si tan solo el testigo aportara un poco más.

Zayn Malik, el maldito que le dijo que era un abogado de mierda. ¿Quién era él? Seguramente no habría terminado la escuela aún, y le habló así a un abogado, al mejor.

Llegó a casa a las once de la noche. Celine ya no lo esperaba con la cena lista. Solo dejó un plato dentro del microondas. La joven no era su sirvienta, se lo había dicho muchas veces y Liam lo entendió, nunca le pidió que lo esperara, pero según ella eso hacen las personas comprometidas.

Liam era un asco en las relaciones amorosas o bien en todas las relaciones. Todavía no entendía como Celine no se había ido ya, suponía que se amaban demasiado como para dejar las cosas así. Tenían todo planeado, casarse, una casa maravillosa con dos hijos y varios perros, salir los domingos y mientras los otros días Liam trabajar hasta que sus huesos se hicieran polvo.

Liam terminó yéndose a la cama las doce pero no pudo dormir sino hasta las cuatro de la madrugada. Le molestaba no poder dormir, odiaba que su mente nunca dejara de trabajar. Porque pensaba en si sería el orgullo de sus padres, y se recordó llamarlos para saber cómo estaban, y pensaba en su hermana y como tenía que hacer trizas a su ex esposo luego de llevarla al hospital de una paliza que le dio, también pensaba si esa vida era suficiente para Celine, porque la amaba, porque quería todo para ella y estas últimas semanas, la veía cansada y no sabía si era por su trabajo, pero la veía mal y nunca quiso eso.

Su último pensamiento fue el moreno que habló Charlie, el tal Zayn Malik, el joven con atuendo de adolescente con mal carácter, o eso creía Liam. Pero no pudo quitar de su cabeza al chico de ojos color chocolate.

Icarus Falls/ziam.Where stories live. Discover now