La novela de Lucy

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Rogue recordó que ayer había llovido. El aire se sentía algo frío, pero el clima no era particularmente malo en ese momento. La combinación entre el aire frío y las gotas de rocío de la noche anterior hacían un paisaje hermoso con una luz tenue.

Fue a la cocina, esperando ver a la maga celestial.

Había llegado a un acuerdo con Lucy hace unos meses. Él se encargaría de la cocina los lunes, miércoles y viernes; ella de los martes y jueves mientras que Sting lo hacía los sábados y domingos.

Hoy era martes. Generalmente, la encontraría en la cocina taradeando una canción con una taza de café entre sus manos. Lo que con el tiempo, decifró que significaba que el desayuno ya estaba listo. Pero hoy, no había nadie en la cocina.

- buenas- escuchó detrás de él.

Para su sorpresa, Sting se había despertado antes que Lucy, y él se excusó para ir al gremio. Tenía asuntos que atender como maestro de Sabertooth. Lo que le pareció raro. En primer lugar, desde cuándo su amigo era responsable? y para continuar, que su compañera rubia no se haya despertado todavía, no era común.

Se dirigió hacia la habitación de la maga celestial y tocó la puerta, esperando una respuesta que nunca llegó. Por lo que, aún más intrigado, abrió la puerta.

Y cuando lo hizo, la encontró a ella acurrucada entre sus sábanas. Rogue se reposó en la cama de la rubia y se inclinó hacia ella, junto con unas palmaditas en la cara de ella, le susurró:

- Lucy, despierta

Ella se agitó en su sueño pero no se despertó. Riéndose entre dientes, se levantó de la cama y miró la hora. Siete y media. Decidiendo que él sería quien prepararía el desayuno esta mañana.

Lucy se despertó unos minutos después. Con pasos perezosos, entró en el comedor y se sentó frente a la mesa. Podía oler la comida de donde estaba sentada.

- buenos días- le sonrió él, parecía algo apagada, por lo que no le regañó por no encargarse de la cocina en el día de hoy.

Ella levantó la vista de sus dedos y miró a Rogue, que estaba empezando a llenar su mesa con platos y platos. Ella le devolvió la sonrisa.

Él podía decir que su sonrisa era forzada. Quería señalarlo, pero después de ver lo cansada que estaba, decidió no hacerlo.

- ¿cómo va tu manuscrito?- preguntó al ver sus ojeras, al parecer el libro que escribió junto con Sting se había hecho un poco popular, había comenzado como una historia corta que podías encontrar en una sección de revista pero fue ganando fama. Y por ende, tenía que escribir un capítulo mensualmente.

Lucy masticó lentamente y estaba mirando al techo. Él sabía que ella estaba pensando en qué decir.

- está progresando sin problemas- dijo finalmente, tomando otra cucharada de comida.

- ¿sabes?. ..- se sentó al frente de ella-.. creo que me siento mal por el hecho de que no hayas escrito ningún libro conmigo- confesó para distraerla un rato.

- ¿eh? Perdón

Esa no era la respuesta que quería viniendo de ella. Ahí estaba, otra sonrisa forzada. Rogue supuso que el estrés de la fecha de entrega la estaba matando. Según su punto de vista, ella necesitaba relajarse un poco. Ni siquiera pensaba con claridad las cosas. Sus ojeras y su piel pálida demostraban que se había olvidado de cuidar su salud.

Un chillido se escuchó, era la cafetera avisando que el café ya estaba listo.

El azabache se levantó para servirle un vaso a la rubia. Se acercó a ella y cuando se lo entregó, sintió el ligero roce de sus fríos dedos.

¿Y ahora qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora