De vuelta al juego

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Nos quedamos en las escaleras por un momento más, mi respiración estaba controlada pero el beso de Santiago se repetía una y otra vez en mi cabeza

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Nos quedamos en las escaleras por un momento más, mi respiración estaba controlada pero el beso de Santiago se repetía una y otra vez en mi cabeza.

—Invierno —me llamó él.

—Si —dije viéndole, la distancia de por medio no ayudaba para concentrarme.

—Me devuelves mi mano —exclamó mirándola.

La solté de inmediato y le mire torpe.

—Lo siento —me disculpe.

—Está bien —dijo mirándome.

Nunca había visto lo especiales que eran sus ojos, no eran de un color llamativo como los míos, eran color café, ni tan oscuros ni tan claros pero expresaban tantas cosas que con una mirada era más que suficiente.

—¿Quieres que llame a alguien? —me preguntó confundido.

—No yo... solo quiero ir a clase —respondí, no quería volver tan pronto a casa.

—Que raro eres —dijo poniendo los ojos en blanco.

Él se levantó y me ayudó a levantarme, trate de subir pero tres escalones más fueron suficiente para mi.

—Invierno si seguimos con esto llegaremos al salón cuando ya no haya clases —bufo irritado.

—Puedo hacerlo —le grité, ya estaba frustrado.

—Sé que puedes pero no esperare más —se quejó.

Él me tomó y me cargo con tanta facilidad, empezó a subir las escaleras pero lo único que sentía era vergüenza.

—Bájame —ordene molesto.

—Aún queda un piso —contestó sin mirarme.

—Me estás avergonzando —le dije serio.

—Prefiero eso a que termines muerto en las escaleras —siguió su camino.

Al llegar al tercer piso me bajo, él solo se mostraba inexpresivo.

—Eso no era necesario —le dije frustrado.

—Ve a clase invierno —dijo para irse.

Para mi suerte aún me dejaron entrar aunque no puedo decir lo mismo de Santiago, ¿Cómo lo sé?, simple paso por mi salón y me levanto el dedo medio.

Por arte de magia todas mis clases se cambiaron al primer piso, lo cual empezaba a ser bueno.

Al fin mi hora libre se hizo presente, me dirigí al comedor, por las prisas había olvidado mi desayuno lo cual ahora lamentaba.

Compre unas galletas que era para lo que me alcanzaba, me senté en la cafetería con las miradas sobre mi.

Comí despacio para no ahogarme, ni para comer servía.

Winter Jones, las sombras de invierno.Where stories live. Discover now