Anna

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Parte III

- Bueno, ¿quien es ella? - pregunto. La gran interrogadora, Anna Leemann, pensó ella. Que hace demasiadas preguntas, es persistente y entrometida.

- Tengo una hermana- dijo Justin-. Ella tiene seis años.

-¿Y por que?..-  ¿por que estas cargando su muñeca alrededor? ¿Y  como isiste para perderla bajo el sofá de la sala de estudio?, la gran interrogadora Anna Leemann estaba ansiosa por preguntar. Pero entonces lo dejo así. Los grandes interrogatorios  no son especialmente educados.

- Micha- dijo Justin-. Su nombre es Micha. Estará feliz de tener su muñequita de vuelta.

El miro su reloj, se puso de pie, y se colgó la mochila sobre el hombro.

-Debería irme-

-Si... yo también- dijo Anna rápidamente.

Lado a lado, caminaron  afuera hacia el azul y frió día, Justin dijo:

-¿Supongo que no te importaría si me coloco otra vez el gorro?

Ahora el hielo en los arboles brillaba tanto que uno tenia que entrecerrar los ojos, y los charcos en el patio de la escuela reflejaban el sol... brillando, deslumbrando.

Todo se había vuelto mas brillante, casi peligrosamente brillante.

Un conversador, alegre grupo de estudiantes de noveno  grado estaban reunidos  junto al soporte de bicicletas. Anna observo a Justin abrir el cerrojo de su bicicleta. Todavía tenia varias preguntas. Tenia que preguntarlas ahora, rápido, antes de que la conversación terminara. Antes de que Justin Bieber Tannatek  regresara a su anonimato, una figura encorvada con un walkman, de regreso al traficante polaco, cuyo apodo otros habían proporcionado y que el llevaba como una manta protectora.

-¿Por que no dijiste que era la muñeca de tu hermana.. cuando estaban lanzando alrededor?-pregunto-. ¿Por que esperaste hasta que todos se fueran?

Saco su bicicleta del soporte donde se encontraban las otras. El casi se había ido, casi en algún otro lugar. Casi de regreso en su propio mundo.

-Ellos no habrían entendido -dijo-. Y además no es problema de nadie.- Incluso yo. Pensó Anna. Justin tomo el antiguo walkman fuera del bolsillo de su chaqueta militar y desenredo los cables. ¡Espera! Anna deseaba decir.

-¿En verdad escuchas los Onkelz?- pregunto, mirando a su sudadera.

El sonrió otra vez.- ¿Cuantos años crees que tengo? ¿Doce?

-Pero la... la sudadera...

-Hederada -dijo-. Es cálida. Eso es lo importante.

El extendió un audífono. -Sonido blanco.

Anna no escucho mas que un chirrido. Sonido blanco, el ruido emitido por una radio sin recepción.

-Ayuda a mantener a las personas alejadas -dijo Justin mientras gentilmente sacaba el audífono de su oreja y montaba su bicicleta-. En caso que quiera pensar.

Y entonces pedaleo lejos. Anna se quedo de pie allí.

Todo había cambiado.

Sonido blanco.

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No le pregunto a Gitta por su viejo trineo con rayas rojas. Salio a la playa por su cuenta, cuando estaba oscureciendo. La playa en el crepúsculo era el mejor lugar para poner sus pensamientos en orden, para esparcirlos  fuera sobre  la arena como piezas de tela, para desenrollaron y enrollarlos, una y otra vez.

No era ni siquiera un apropiado océano. Solo era una simple bahía, no mas que unos cuantos metros de profundidad, Situado entre la costa y la isla de Rugen. Una vez que el agua se congelaba, se podía llegar a la isla de pie.

Anna se quedo en playa vacía por un largo tiempo, mirando hacia el agua, que estaba empezando a tener una capa de hielo. La superficie era tan fina ahora, que parecía como el piso de madera en casa, encerado y pulido por el tiempo.

Pensó sobre su vida de "burbuja de jabón". La casa en que Anna y sus padre vivían era vieja,  sus habitaciones de altos techos, de otros tiempos mas elegante. Estaban en una parte bonita de la ciudad, entre otras casas viejas que habían sido grises y abandonadas en tiempos de socialismo y donde ahora habían sido restauradas y decoradas. Mas temprano hoy, cuando llego a casa de la escuela, se había encontrado mirándola de manera diferente. Se sentía como si estuviera de pie bajo sus altos techos con Justin Bieber Tannatek a su lado. Miro las grandes repisas de libros a través de sus ojos, los cómodos sillones, las antiguas vigas de madera expuestas en la cocina. Todo era hermoso, hermoso como una pintura, intocable e irreal en su belleza.

Con Justin todavía al lado de ella, había subido por la amplia, escalera de madera en el medio de la sala, hasta su habitación, donde cerca de la ventana un atril musical atravesaba esperando por ella. Trato de sacudirse a Justin Bieber Tannatek fuera de su cabeza:  su gorro de lana, su viejo abrigo militar, su sudadera heredada, la harapienta muñeca. Sintió el peso de su flauta en su mano. Incluso su flauta era hermosa.

Se encontró a si misma intentando de producir un sonido diferente en su instrumento, un discordante, atonal sonido, algo mas áspero y rebelde: un sonido blanco

Fuera de su ventana una sola rosa estaba floreciendo en pleno invierno. Estaba tan sola que lucia insoportablemente tan fuera de lugar, y Anna tuvo que suprimir el deseo de arrancarla...

Ahora estaba de pie en la playa, el aire por encima del mar se había vuelto azul medianoche. un barco de pesca se encontraba entre el océano y el cielo.

-El no vive en una casa como la mía -susurro-. Se eso con certeza. No se como vive alguien así. Diferente.

Y entonces entro el agua hasta que se filtro a su bota, Y la humedad y el frió se filtraron en su piel.

No se Nada! -grito al mar-. ¡nada!

¿Sobre que? pregunto el mar.

-¡ sobre el mundo fuera de mi burbuja! -chillo-. Quiero... quiero..- alzo sus manos, con guantes de lana de estampados azul y rojo,  un gesto de impotencia, y las dejo caer otra vez.

Y el mar se rió, pero no fue una risa amistosa. se burlaba de ella.

-Oh, estate tranquilo, quieres - dijo Anna, girándose para caminar sobre la fria arena.

 A su izquierda, detrás de la playa, había un extenso bosque, profundo y oscuro. En primavera Habrían Anémonas floreciendo bajo el alto y frondoso arbol de haya pero seria un largo, largo tiempo hasta entonces.

The Storyteller ~JustinBieber~Where stories live. Discover now