Él aun con las flores sobre sus piernas jugueteaba con sus manos sobre las caderas de ella con experiencia, las apretaba y pellizcaba esas nalgas duras que antes había penetrado y azotado. Siguió subiendo esas manos hasta los senos de ella, estaban más hinchados y se sentían más duros, él se moría por saborearlos de nuevo, así que con tanta excitación metió ambas manos bajo su vestido y un molesto brasier impedía chupárselos y tocárselos bien, con furia se los sacó y los rodeó bien sus manos para después besarlos y chupárselos.

—Te extrañaba—gimió ella. —Pero detente, no puedes tener erecciones.

—Tonterías, el doctor no ha dicho eso—le dijo él deslizando una mano sobre sus piernas para llegar a su caliente coño pero también a una maldita braga que le impedía el paso a sus agiles dedos. Apartó la delicada tela y frotó su mano sobre sumonte, apretándoselo y sobándoselo con rapidez.

—Ethan detente— suplicó ella pero en el fondo no quería que el parara. Quería seguir disfrutando. —Carajo, detente.

—No lo creo— de inmediato metió su dedo de en medio en la cueva de su mujer para frotársela. — No te puedo follar a gusto pero eso no significa que no se me pueda parar la verga como debe. —el dejó de frotar su dedo para metérselo y sacárselo con avidez. — O darte placer.

Ella dejándose llevar solo se incorporó mejor y se acercó más a él elevando su pierna derecha para que tuviera mejor acceso. Metió otros dos dedos en la ahora jugosa abertura, mientras le succionaba un pezón. Eso le encantaba Ethan de Sally que siempre con el más mínimo roce, ella estuviera mojadísima, dispuesta para él y el pacer. Sally sólo gemía y no emitía ningún otro sonido de queja o resistencia o grito, solo disfrutaba.

— ¿Hija?...Alec me dijo que Ethan ya había llegado, me gustaría hablar con ustedes. — la voz de Colton que provenía de afuera los sorprendió.

— Un momento papi, ya te abro. — habló ella acalorada.

Ethan se retiró de mala gana y se incorporó. Sally acomodó su vestido y llevo a Ethan cerca de su cama, Pero él la detuvo.

— ¿Qué quieres? — le preguntó ella. — ¡Ya voy!

— Chúpalos —le señaló los dedos derramados y llenos de sus fluidos. Sally lo conocía muy bien, no iba a cambiar de idea tan fácil. Así que le tomó la mano folladora y lentamente se los metió a la boca, sin jugar con sus dedos y luego lo besó. Luego corrió a abrir la puerta.

— ¡Papá! Pasa, ¿Se te ofrece algo? Ethan estaba en el baño, por eso no me apuraba.

— No te preocupes, solo quería saludar— Ella le dio permiso para pasar y lo abrazó. Él también estaba en silla de ruedas porque el doctor le había prohíbo cualquier agite, su silla era automática al igual que la de Ethan. Se acercó a Ethan y le dio la mano. Salí se la había dejado limpia de fluidos pero no de olores, se moría de vergüenza y pena. Pero el papá no lo notó.

— Gracias por haber hecho hasta lo imposible por salvar a mi hija y mi nieto, te estaré agradecido eternamente.

— Lo volvería a hacer, no me agradezcas nada.

— ¿Cómo te sientes? ¿Cuánto tiempo estarás así?

— Duele un poco pero estoy bien, serán largos meses de recuperación, de estar en cama. La terapia comienza en un mes, tengo miedo de eso, de que me hagan sufrir más, las enfermeras suelen ser duras a veces.

—Dímelo a mí, Julia abusa de mi — dijo bromeando— Me alegro que todos estemos bien y seamos una familia. — dijo en tono serio, pero algo ocultaban sus ojos.

— ¿Papá sabes algo sobre Susan y James? —preguntó Sally tocando sus hombros.

— Mis amigos de la policía los encontrarán, no pueden ir tan lejos, solo hay que esperar a que cometan un error y los atraparán, sé paciente, pagarán por lo que nos hicieron, también existe la justicia divina, no lo olvides hija.

Nosotros Es Igual A NadaWhere stories live. Discover now